García Montero y ETA

Por Luis García Montero. Lunes, 6 de Septiembre de 2010.
Comunicado

- He oído en la tienda que ETA ha hecho público que deja las armas.

- Bueno, no deja las armas, dice que suspende sus atentados.

Mi hija Elisa bajó a comprar el pan y al regresar a casa me cuenta la conversación que ha escuchado entre dos vecinas. Decían en la tienda que, en realidad, ETA tiene el problema de su propia debilidad y quiere disfrazar de tregua su asfixia. Se quedó sin fuerzas y sin apoyos. Hay mucho de verdad en eso. Pero no quiero seguir por ahí la conversación, porque matar, si dejamos las cuestiones éticas a un lado, resulta por desgracia muy fácil, y el asesino siempre encuentra un hueco para su canallada. No hace falta ser o estar muy fuerte para provocar una muerte. No me fío. Como me ve silencioso, Elisa pregunta si no me ilusiona una noticia así.

- Más que ilusionarme, estoy cansado y necesito que ETA deje de matar de una maldita vez. ¿Sabes por qué? Porque creo que en la andadura siniestra de ETA se mezcla lo más sucio de la historia de España desde que yo tengo uso de razón. He crecido con ese tumor.

- Bueno, un asesinato es siempre horroroso.

- Sí, pero me refiero a más cosas. ETA nació en la dictadura, cuando no era posible hacer política en libertad. ETA es sucia porque forma parte de la herencia del franquismo. Fue sucia la tortura, la represión y la violencia que se identificó con el Estado. Eso alentó determinado tipo de luchas. Después llegó la democracia, y mucha gente, acostumbrada a considerar a ETA una fuerza antifranquista, tardó tiempo en comprender el horror que significaba. Y esa falta de comprensión fue sucia, porque las víctimas estuvieron muy solas. Y por si era ya poca suciedad, luego los partidos políticos democráticos utilizaron el problema de ETA con fines electoralistas, y se manipularon a las víctimas, y se jugó con el espectáculo del dolor. Más que acabar con ETA, se pretendía ganar votos con sus atentados. La manipulación hizo indignante la actuación de algunas víctimas. Todavía hoy hemos tenido que soportar unas declaraciones de Mayor Oreja fuera de cualquier prudencia política, queriendo interpretar el comunicado de ETA para denunciar al Gobierno que está combatiendo contra ella. Parece que le molestan los éxitos de la lucha antiterrorista.

- Pues sí que hay suciedad.

- Y mucha más. Porque también ha supuesto un espectáculo de clasismo. Muchas de las víctimas de ETA eran jóvenes pobres andaluces, que ingresaban en la Policía Nacional o en la Guardia Civil para encontrar un trabajo que les permitiese sobrevivir. Y era repugnante que un muchacho, con frecuencia hijo de la alta burguesía, tirotease en nombre de la libertad a gente humilde, que mantenía con dificultad a una familia. Y a mí me resulta también muy sucio que los fundamentalismos, sean de la procedencia que sean, estén acabando con la discusión política. El nacionalismo es en buena medida una liquidación de la política.

- Sí que hay suciedad en ETA.

- De todo tipo. Así que no se trata de ilusión, sino de cansancio. Ya está bien. Cansa hablar de su debilidad o su fortaleza, de sus treguas y sus suspensiones, del sentido de sus comunicados. Necesito que dejen de una maldita vez las armas, porque representan lo más sucio de nuestra historia reciente. Soy partidario de cualquier actuación política y legal que sirva para que ETA abandone definitivamente las armas.