La batalla ciudadana de Kiev toma una nueva dimensión. Los manifestantes han tomado el control del Ministerio de Justicia este domingo a última hora. Ninguna resistencia, sin oposición policial. Las fuerzas del orden eran inexistentes en el edificio del centro de la ciudad. Tras la ocupación llega el levantamiento de barricadas. Un paso más en la revuelta ciudadana que viven las calles de la capital de Ucrania, una revuelta que parece que el Gobierno es incapaz de controlar. El descontento inflama las calles pese a las bajas temperaturas, de menos de 15 bajo cero.
Un manifestante ha reconocido que al entrar en el Ministerio de Justicia tras forzar los accesos se han encontrado con guardias de seguridad pero que éstos no han opuesto resistencia ante el gran número de personas que irrumpían en el recinto. Actualmente existen un mínimo de cuatro rehenes o detenidos en el ministerio. Los secuestradores aseguran que los empleados del ministerio podrán ir a su puesto de trabajo a buscar sus pertenencias pero en ningún caso a trabajar. El edificio muestra claros signos de violencia y la placa con el nombre del ministerio ha sido retirada.
Debilidad del Gobierno
La capital ucraniana protagoniza en sus calles una verdadera batalla ciudadana de incontrolables consecuencias. El Gobierno muestra con cada día que pasa su debilidad, y la situación amenaza con un baño de sangre.
La batalla de Kiev se ha reproducido este fin de semana en forma de protestas antigubernamentales por todo el país. El presidente, Víktor Yanukóvich, está en el punto de mira internacional. El último edificio de la capital en caer hasta el Ministerio de Justicia ha sido la Casa Ucraniana, antiguo Museo Lenin, que fue asaltado durante la madrugada del domingo por una multitud enardecida, que lo ha convertido en nuevo bastión de la resistencia.
Miles de manifestantes asediaron durante horas a los doscientos agentes del Ministerio del Interior refugiados en el inmueble y únicamente los dejaron salir cuando hizo acto de aparición el carismático boxeador y dirigente opositor, Vitali Klitschkó.
Ahora, al igual que ocurriera con el Ayuntamiento y la Casa de los Sindicatos, el centro de exposiciones ha sido sellado con barricadas de nieve y en su interior se han abierto ya una cocina, un comedor y un dormitorio.
Desobediencia civil
Los periodistas son los únicos que reciben autorización para adentrarse en sus dependencias, que se encuentran en buen estado, ya que los manifestantes se han comprometido a garantizar la seguridad de sus archivos. "¿Extremistas? Soy licenciado universitario. Tengo más preparación intelectual que muchos ministros. Los bandidos son ellos", aseguró a EFE otro ciudadano de unos cuarenta años a la puerta del edificio.
La resistencia popular a Yanukóvich es una máquina engrasada de desobediencia civil que tanto es capaz de organizar la construcción de una barricada en apenas unos minutos como la captura de unos provocadores o la toma de un edificio. Como ejemplo, decenas de personas se dedicaron durante horas hasta la caída de la noche a romper la gruesa costra de hielo que cubría al adoquinado de la plaza de Europa con el fin de llenar los sacos de nieve para las barricadas.
Muerte de un manifestante
Los manifestantes hicieron una pausa en su lucha para celebrar las pompas fúnebres del manifestante bielorruso, Mijaíl Zhisnevski, que murió al recibir un disparo en el pecho en los primeros días de desórdenes en Kiev. Envalentonado por el avance del movimiento de protesta, el Cuartel de Resistencia Nacional (CRN) lanzó hoy un ultimátum a Yanukóvich para que libere en las próximas horas a los 118 manifestantes detenidos.
"Yanukóvich y sus asesores no entienden el ánimo que ha cundido entre la sociedad", aseguró Serguéi Pashinski, subjefe del CRN y diputado opositor. Mientras, ha ocurrido lo que más temían las autoridades, que las protestas no se limitaran a la capital y el oeste del país, tradicionalmente europeísta, sino que se propagaran por toda la geografía, en particular el este controlado por el oficialista Partido de las Regiones.
Asaltos en otras poblaciones
Miles de manifestantes participaron en el asalto al edificio de la delegación del gobierno en la ciudad de Zaparozhie, cuna de Taras Bulba y de los cosacos, enfrentamientos en los que resultaron heridas varias personas.
Lo mismo ocurrió en Dniepropetrovsk, una de las principales ciudades del Este del país, y en la capital de la región Súmskaya, limítrofe con Rusia, donde los opositores tomaron la sede de la asamblea municipal y regional.
La patria chica de Yanukóvich, Donetsk, capital de la cuenca hullera ucraniana, también fue escenario de choques entre partidarios de ambos bandos, después de que manifestantes oficialistas intentaran proteger la sede de la delegación del Gobierno central.
Hasta los tártaros de la península de Crimea han convocado un mitin de protesta contra lo que llaman dictadura del Gobierno regional, cuya capital está en Simferópol.
Además, la región central de Vinnitsa fue escenario de choques entre manifestantes y antidisturbios, que se llevaron la peor parte, ya que diez de ellos tuvieron que ser hospitalizados.
Las asambleas de las regiones occidentales de Termopol e Ivano-Frankovsk llegaron a ilegalizar la simbología del oficialista Partido de las Regiones de Yanukóvich y de sus aliados, los comunistas.
Segunda ronda de negociaciones
Mientras, los líderes opositores están a la espera de una segunda ronda de negociaciones con el presidente después de negarse la víspera a compartir el poder con Yanukóvich, si este no revoca las leyes "dictatoriales" y convoca elecciones presidenciales anticipadas.
La oposición se mostró dispuesta a asumir las responsabilidades de gobierno, pero sólo después de regresar a la Constitución de 2004, que limitaba notablemente las facultades del presidente.
Yanukóvich, cuya oferta de Gobierno a la oposición ha sido interpretado por todos como una muestra de debilidad, ha prometido a Occidente que no declarará el estado de excepción, aunque los manifestantes se nieguen a abandonar las calles.
Al respecto, el ministro de Defensa, Pável Lébedev, descartó la posibilidad de que el Ejército sea desplegado para reprimir las protestas populares.