El sionismo


El sionismo es un movimiento político internacional que propugnó desde sus inicios el restablecimiento de una patria para el pueblo judío en la Tierra de Israel («Eretz Israel»).  Dicho movimiento fue el promotor y responsable en gran medida de la fundación del moderno Estado de Israel.
Aunque sus orígenes son anteriores, el movimiento político laico actual fue establecido oficialmente por el periodista austro-húngaro Theodor Herzl a fines del siglo XIX. El movimiento tiene como objetivo fomentar la migración judía a la Tierra Prometida y fue exitoso en la fundación del Estado de Israel en 1948, siendo actualmente el único Estado judío del mundo. El sionismo constituye una rama del fenómeno más amplio del nacionalismo moderno. Descrito como un "nacionalismo en la diáspora", el sionismo se autodefine como un movimiento de liberación nacional, cuyo objetivo es la libre autodeterminación del pueblo judío.

Terminología 

El término sionismo deriva de la palabra Sion (del hebreo: ציון‎, uno de los nombres bíblicos de Jerusalén). Este nombre se refiere inicialmente al Monte Sion, una montaña cerca de Jerusalén, y a la fortaleza de Sion en la misma. Más tarde, durante el reinado del Rey David, el término "Sion" se convirtió en una sinécdoque para referirse a toda la ciudad de Jerusalén y a la Tierra de Israel. En muchos versículos bíblicos, los israelitas fueron llamados el pueblo, hijos o hijas de Sion.
"Sionismo" fue acuñado como término por el editor austriaco de origen judío Nathan Birnbaum, fundador del movimiento estudiantil judío Kadima, en su diario Selbstemanzipation (Autoemancipación) en 1890. Algunos individuos y grupos utilizan peyorativamente el término "sionismo" para justificar los ataques contra los judíos[cita requerida]. Según los historiadores Walter Laqueur, Howard Sachar y Jack Fischel, entre otros, la etiqueta de "sionista" también se usa como un eufemismo para los judíos, en general, por apologistas por el antisemitismo.

Historia 

Desde el siglo I d. C. los judíos han vivido en el exilio, si bien ha habido una presencia constante de judíos en la Tierra de Israel («Eretz Israel»). De acuerdo con el judaísmo y la Biblia, la Tierra de Israel o Sion es la Tierra Prometida por Dios para los judíos. Tras la rebelión de Bar Kojba (132–135), los judíos fueron expulsados de la Tierra de Israel para formar la Diáspora judía. Durante siglos existió entre los judíos de la Diáspora una gran nostalgia de origen religioso de retornar a la patria histórica del pueblo judío –«el año próximo, en Jerusalén...»– que, a mediados del siglo XIX, comenzó a secularizarse al entrar en contacto con las grandes corrientes ideológicas europeas de la época (liberalismo, socialismo, nacionalismo).
El nacimiento del sionismo está ligado a la eclosión de los nacionalismos en el siglo XIX europeo, que tuvieron como bandera común la idea «un pueblo, un Estado» y que está en el origen del concepto de Estado-nación. Al calor de esa idea se formaron distintos Estados europeos, surgidos del desmembramiento de los imperios o bien a través de la unificación de Estados con similar cultura y lengua (como Italia y Alemania). Paralelamente a ese desarrollo nacionalista, atravesándolo en muchas ocasiones, se desarrolló el moderno antisemitismo.
El sionismo sostenía que los judíos eran primordialmente un grupo nacional (como los polacos o los alemanes) y no un grupo religioso (como los musulmanes o los católicos) y que, como tal, tenía derecho a crear su propio Estado en su territorio histórico. La formulación clásica de la idea es la que hizo Theodor Herzl en su opúsculo Der Judenstaat (El Estado Judío, publicado en Berlín y Viena en 1896), que tiene como precedentes doctrinales la obra de Moses Hess Roma y Jerusalén (1860) y la del médico judío ruso Leo Pinsker Autoemancipación (1882), que contiene ya la consigna «Ayudaos, que Dios os ayudará». El sionismo se puso como objetivo primario la creación de un Estado judío moderno, considerando que con ello devolvía al pueblo judío su estatus de nación y pondría fin a dos milenios de vida en el exilio. Ante las grandes dificultades a las que se enfrentaron los judíos para establecerse en la antigua Tierra de Israel, se barajaron algunas alternativas temporales, sin intención de establecer un Estado nacional, solo como refugio ante la ola de pogromos y persecuciones en la Rusia zarista, como la Argentina — en la que se crearon numerosas colonias de inmigrantes judíos europeos—, y aun en una porción del África Oriental Británica (el conocido como Plan Uganda), ofrecida por el gobierno de Londres; éstas fueron estudiadas (el propio Herzl estudia en su obra las ventajas comparativas de Argentina y Palestina)  y finalmente rechazadas por la dirigencia sionista, y se prefirió el establecimiento del futuro Estado en Palestina, una región en manos del Imperio Turco y que no se correspondía a ninguna división administrativa, por lo que sus límites no estaban establecidos. En paralelo a estas ideas, se fueron produciendo sucesivas oleadas migratorias (llamadas Aliyá) de muchos jóvenes obreros y estudiantes, que escapaban en su mayoría del antisemita ambiente ruso y dispuestos a levantar la antigua patria judía basándose en dos ejes: el trabajo agrícola y la resurrección de la lengua hebrea, que dejó de hablarse alrededor del siglo I a. C., aunque siguió utilizándose en la literatura y, sobre todo, en la liturgia y con propósitos académicos.
La inmigración judía a Eretz Israel se inició en 1882. La denominada Primera Aliyá vio la llegada de alrededor de 35.000 judíos en el término de unos veinte años. La mayoría de los inmigrantes procedían de Rusia, donde el antisemitismo era rampante. Ellos fundaron una serie de asentamientos agrícolas con el apoyo financiero de filántropos judíos de la Europa occidental. La Segunda Aliyá comenzó en 1904. Otras Aliyot, cada vez con más inmigrantes, se sucedieron entre las dos guerras mundiales, impulsadas en la década de 1930 por la persecución nazi. Actualmente siguen llegando inmigrantes a Israel, en los últimos años especialmente desde la antigua Unión Soviética.
La Declaración Balfour de 1917 apoyó la creación de una Patria Judía en el Mandato Británico de Palestina. En 1922, la Sociedad de Naciones hizo suya la declaración formulada en el mandato que dio a Gran Bretaña:
El Mandatario (…) garantizará el establecimiento del Hogar Nacional Judío, tal como se establece en el preámbulo, así como el desarrollo de instituciones autónomas, y también la salvaguardia de los derechos civiles y religiosos de todos los habitantes de Palestina, independientemente de su raza y de religión. 
A lo largo del siglo XX el sionismo fue ganando adeptos gradualmente, y después del Holocausto se transformó en el movimiento predominante dentro del mundo judío. Por otra parte, la aparición de un proyecto de nación territorializada inicialmente similar, puesto en marcha desde 1928 por el régimen soviético, la República Autónoma Hebrea, que devino en fracaso a mediados de la década de 1930, resultó no presentar el suficiente atractivo como para provocar una emigración masiva o estable.
El proyecto de un nuevo Israel en Palestina fructificó por varios factores:
A pesar del paso de los siglos, los judíos nunca dejaron de añorar la vuelta a Jerusalén, anhelo reflejado en el deseo expresado en muchas festividades judías, Leshaná Haba'á Birushalayim («el año próximo, en Jerusalén»), o en la milenaria costumbre de romper una copa en cada casamiento judío, rememorando la destrucción del Templo de Jerusalén y la consecuente dispersión. La idea recobró cierta popularidad a finales del siglo XIX, siendo el componente emocional del naciente sionismo. Se necesitaba mano de obra y gran cantidad de dinero, los proyectos de Uganda o Argentina no resultaban tan atractivos. Los terrenos comprados a los terratenientes turcos eran pedregales, lodazales, pantanos y se requería una gran transformación. Para principios del siglo XX, el 6% de las tierras de Eretz Israel eran de los judíos. 
Pequeñas comunidades de judíos llevaban siglos habitando la zona. Como por ejemplo, en Safed la comunidad cabalística de donde surgió Isaac Luria, formada principalmente por sefardíes expulsados en 1492 que fueron acogidos por el Imperio otomano, pero ya antes Saladino reclamó la entrada de judíos cuando decidió reconstruir Jerusalén, se habla de una familia que jamás abandonó la ciudad.
El Caso Dreyfus, que afectó negativamente a las esperanzas de igualdad de derechos y oportunidades que el Iluminismo había despertado en la comunidad judía europea.
La simpatía de los terratenientes turcos, que encontraron en el dinero y empuje judío una forma de levantar una zona que consideraban yerma; opinión que duró hasta principios de los años 30 en los que el Mufti de Jerusalén empezó a expresar su talante filonazi (estuvo viviendo en Alemania, fue amigo personal de varios de los jerarcas nazis, lideró a los musulmanes bosnios filonazis que arrasaron la zona y huyó antes de ser detenido para ser juzgado).
La situación de los judíos en la Europa Oriental. En la Rusia zarista pasaban a un Zar fanáticamente antisemita, lo que acarreaba una legislación fuertemente restrictiva. Se llegó al secuestro de los niños judíos antes de que cumplieran los trece años para su entrada en un programa de rusificación, niños de hasta ocho años que no volvían a ver a sus padres hasta cumplir los 40, cuando acababa su servicio militar obligatorio. O los ataques continuos a las aldeas rusas, las prohibiciones de entrada en ciertas ciudades principales, la falta de libertad de movimiento... Eso hizo que el sionismo calara hondo en la sociedad judía de la época.
El progresivo avance de los fascismos, que fue acompañado con un recorte de ciertas libertades recién logradas y la reaparición de viejas restricciones.

Objetivos 

Los objetivos del sionismo fueron puestos en práctica por la Organización Sionista Mundial (órgano político del Movimiento Sionista), fundada en 1897 en Basilea por Theodor Herzl, considerado el padre del sionismo en general y de la rama política en particular (otras ramas son: el sionismo socialista, el sionismo revisionista, el sionismo religioso, etc.).
Hasta el Holocausto, la idea sionista compitió con otra corriente igualmente extendida, sobre todo en Estados Unidos y la Europa occidental, que no consideraba a los judíos como pueblo, sino como minoría religiosa que debía integrarse y luchar por su plena igualdad en las sociedades en las que vivían. Una forma extrema de esta última idea preconizaba incluso la renuncia a la religión judía.
El sionismo conjuga dos elementos: independencia y soberanía, por un lado, y la centralidad de Israel en la identidad judía, por el otro. Los objetivos del movimiento sionista están delineados en el Programa de Jerusalén, cuya última versión, del 2004, dice:
Los objetivos del sionismo son:
La unidad del pueblo judío, su vínculo con su patria histórica (la Tierra de Israel) y la centralidad del Estado de Israel y Jerusalén su capital, en la vida del pueblo.
Aliyá a Israel desde todos los países y su integración en la sociedad israelí.
El fortalecimiento de Israel como Estado judío-sionista y democrático y su modelación como sociedad ejemplar, poseedora de un carácter moral y espiritual único, basada en el respeto mutuo del multifacético pueblo judío y en la visión profética que aspira a la paz y contribuye para la mejora del mundo.
La garantía del futuro y distinción del pueblo judío a través de la promoción de la educación judía, hebrea y sionista, el cultivo de los valores culturales y espirituales judíos, y la institución de la lengua hebrea como su idioma nacional.
El cultivo de la responsabilidad mutua judía, la defensa de los derechos de los judíos, tanto individuales como de nación, la representación de los intereses nacionales sionistas del pueblo judío y el combate a toda forma de expresión antisemita.
La población del país como expresión práctica de la realización sionista.

Tipos de sionismo 

A través de los años una variedad de escuelas de pensamiento ha evolucionado con diferentes escuelas que predominaron en diferentes momentos. Además los sionistas procedían de una amplia variedad de orígenes y, en ocasiones, diferentes grupos nacionales -como judíos rusos, alemanes, polacos, británicos o americanos- han ejercido gran influencia.
El sionismo tiene varias ideologías y algunas de ellas hoy conforman partidos políticos en el Estado de Israel:

Sionismo socialista

Alrededor de 1900 el principal rival para el sionismo entre los jóvenes judíos en la Europa oriental fue el Movimiento Socialista. Muchos judíos fueron abandonando el judaísmo en favor del comunismo o en apoyo al Bundismo, un movimiento judío socialista que pedía la autonomía judía en la Europa oriental y que el yiddish sea promovido como lengua oficial judía.
Muchos sionistas socialistas eran originarios de Rusia. Tras siglos de ser oprimidos por sociedades antisemitas, los judíos habían sido reducidos a la obediencia, vulnerables, con desesperada existencia en la que se les invitaba a seguir el antisemitismo. Sostenían que los judíos podían escapar de su situación convirtiéndose en agricultores, trabajadores y soldados de su propio país. La mayoría de los socialistas se rehusaron a perpetuar la religión como una "mentalidad de la diáspora" entre el pueblo judío y establecieron las comunas rurales en Israel llamadas "kibutz" (kibutzim en plural). Los principales teóricos del sionismo socialista incluyen a Moisés Hess, Nahum Syrkin, Dov Ber Borojov y Aarón David Gordon, y entre las figuras destacadas del movimiento se cuentan David Ben-Gurión y Berl Katznelson.
La mayoría de los sionistas socialistas consideraron el yiddish como la lengua del exilio, adoptando el hebreo como lengua común entre los judíos en Israel. El socialismo y el Sionismo Laborista eran ardientemente secularistas con muchos sionistas ateos que se oponían a la religión. En consecuencia, el movimiento a menudo tenía una relación antagónica con el Judaísmo ortodoxo.
El sionismo socialista buscaba establecer un Estado Judío en el que considerara al judaísmo como una nacionalidad, y que las bases del Estado estuvieran identificadas con el socialismo, es decir, el trabajo comunal. Tuvieron gran fuerza desde la Segunda Aliyá, hoy en día conforman el partido Avodá o Partido Laborista.
El sionismo socialista se convirtió en la fuerza dominante en la vida política y económica del Yishuv durante el Mandato Británico - en parte como consecuencia de su papel en la organización de la vida económica judía a través de la Histadrut - y fue la ideología dominante de la clase política en Israel hasta las elecciones de 1977, cuando el partido Avodá fue derrotado.
Fundamental en la expansión del sionismo socialista fue la labor de movimientos juveniles en la Diáspora, que educaron a la juventud judía en los valores del movimiento, capacitándolos también para su futura vida en kibutzim en Israel. Algunos de estos movimientos continúan existiendo hasta el día de hoy, como Hashomer Hatzair y Habonim Dror.

Sionismo revisionista

El Sionismo revisionista fue un grupo fundado y dirigido por Zeev Jabotinsky. Durante el Mandato Británico presionó a Gran Bretaña para permitir la inmigración judía en masa y para la formación de un ejército judío en el Mandato.
El revisionismo fue muy popular en Polonia pero carecía del apoyo necesario desde la Tierra de Israel. En 1935 la izquierda del revisionismo y la Organización Sionista formaron una alternativa, la Nueva Organización Sionista. Se reincorporó a la Organización Sionista Mundial en 1946.
El Sionismo revisionista cree en el asentamiento de la tierra y se opone al Sionismo socialista. Los revisionistas buscan mantener el tradicionalismo judío firme, como orgullo de la nación. Buscan volver al Estado judío de la antigüedad, como si el exilio no hubiera sucedido. Hoy en día está representado por el Partido Likud, que es el partido más fuerte de la derecha israelí.

Sionismo general

Sionismo general fue inicialmente el término empleado por los miembros de la Organización Sionista Mundial que no se habían unido a una facción determinada o algún partido específico, perteneciendo solamente a las organizaciones sionistas de sus respectivos países. A medida que transcurrieron los años, los sionistas generales también crearon instituciones ideológicas y formaron la Organización de Sionistas Generales, establecida en 1922 como el partido de centro del movimiento sionista. Los preceptos de los sionistas generales incluían un sionismo al estilo de Basilea, exento de posicionamientos ideológicos, es decir, con primacía del sionismo sobre cualquier interés clasista, partidista o personal.

Sionismo religioso

Impulsado principalmente por el Rabino Kalisher, une los ideales de crear un Estado judío con la religión. Su ideología se resume en una frase: "El Pueblo de Israel, en la Tierra de Israel, según la Torá de Israel". Es decir, regir un Estado con bases religiosas y asentarse en toda la Tierra de Israel, como lo marcaba el reinado de Salomón. Hoy en día representan al Partido Nacional Religioso (Mafdal).

Otras variantes 

Sionismo político: su máximo exponente fue Theodor Herzl, y proponía el establecimiento de un Estado judío soberano e independiente mediante métodos diplomáticos y políticos. Consideraba que, para que surgiera un posible Estado judío, era más importante llegar a un acuerdo primordial con las potencias mundiales para legitimar jurídica e internacionalmente la existencia del mismo, por lo que primeramente se debían realizar acciones en el campo político para que triunfara la empresa sionista.
Sionismo realizador: propuesto por Menachem Ussishkin, proponía el establecimiento de asentamientos agrícolas y su desarrollo. A diferencia del Sionismo político, consideraba más relevante para la creación de un Estado judío que existieran las bases sólidas, demográficas y materiales en la tierra concreta donde se crearía, lo que posteriormente daría lugar al reconocimiento político de la comunidad internacional, por eso dedicaba sus esfuerzos principalmente a la inmigración judía antes que a la actividad diplomática para convencer a la opinión pública.
Sionismo sintético: buscaba la fusión de las ideologías políticas y realizadoras en objetivos comunes, fue propuesto principalmente por Jaim Weizmann. Consideraba que no eran contradictorios los postulados del Sionismo político con respecto al Sionismo realizador, pues sostenía que, para que se creara un Estado judío, era necesario reconocimiento legal internacional y al mismo tiempo comenzar a instalar las sólidas bases materiales en la tierra donde surgiría el nuevo Estado. En este sentido, no priorizaba entre los esfuerzos diplomáticos alrededor del mundo por parte de las personalidades influyentes y los proyectos migratorios de la juventud para establecer una población judía en el futuro país. Este tipo de Sionismo marcó, desde el liderazgo de Weizmann en adelante, la actividad histórica y el modo de llevarla a cabo en el movimiento sionista en la lucha por el establecimiento del Estado hebreo, cuyos esfuerzos estarían dirigidos en la inmigración judía práctica (Aliyá) y al mismo tiempo en presiones políticas para obtener reconocimiento legal por parte de la comunidad internacional.
Sionismo espiritual: propuesto por Ahad Haam, proponía que se creara un centro espiritual en Palestina, era opuesto al de Herzl ya que separaba completamente la política de sus objetivos.

Movimientos de oposición (antisionismo)

El sionismo no recibió en sus comienzos –finales de siglo XIX– el apoyo mayoritario de los judíos. En particular, no contó con las simpatías de la mayoría de los judíos de Europa occidental, que creyeron poder considerarse a sí mismos como ciudadanos con plenos derechos en sus respectivos países, tras los aires de emancipación y tolerancia que trajo consigo la Ilustración y el estado liberal decimonónico clásico. La forma más exacerbada de oposición a las ideas sionistas se conoció como integracionismo (también llamado «asimilacionismo»), y afirmaba que el sionismo era análogo al antisemitismo, en la medida en que ambos niegan la condición de nacionales de un determinado país a los judíos. Una manifestación extrema de integracionismo es la conversión a la fe cristiana. Un ejemplo anecdótico de antisionismo fue el de Edwin Samuel Montagu, ministro judío del Gobierno británico que puso muchas trabas a la redacción de la Declaración Balfour tachándola de antisemita. La oposición al sionismo existía también entre el movimiento Bundista en Europa oriental, que buscaba la autonomía cultural de los judíos en los países donde vivían; así como de la mayoría de los judíos ortodoxos. Entre estos últimos sigue habiendo algo de ambigüedad e inclusive hostilidad al sionismo. El caso Dreyfus fue determinante para inspirar a Herzl, al considerar al sionismo como única solución plausible y efectiva contra el antisemitismo europeo. El impacto emocional del Holocausto convenció definitivamente a numerosos judíos asimilados, socialistas y ortodoxos, refractarios con el sionismo, que quedaban en Europa.
En Europa oriental, lugar donde el sionismo se hizo fuerte debido en muy gran medida a las incesantes persecuciones a que eran sometidos los judíos por el zarismo, la idea de un Estado judío, o incluso de pueblo judío, fue rechazada por numerosos judíos miembros de organizaciones revolucionarias, marxistas o anarquistas, quienes consideraban que la condición de judío derivaba de la religión y que, una vez erradicada ésta, la distinción entre judíos y no judíos desaparecería. Estas ideas no impidieron, sin embargo, que hubiese también un importante movimiento sionista marxista.
La población árabe de Palestina, apoyada por el nacionalismo árabe, se opuso al sionismo, negándose a aceptar la partición del Mandato Británico de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, según la recomendación de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947. Por esta razón, los estados árabes de la zona apostaron por la destrucción del novel Estado judío, desencadenando una guerra que se saldó con el exilio de cientos de miles de árabes palestinos, la ampliación de Israel más allá de los límites previstos en el plan de partición de la ONU y la ocupación por parte de Egipto y Transjordania de la parte asignada al Estado árabe. Este conflicto se conoce como Guerra de Independencia de Israel en la historiografía israelí y como Nakba (desastre) en la árabe. El conflicto se hizo sentir más allá de las fronteras palestinas, ya que las comunidades judías que habitaban en países árabes (muchas desde antes de ser arabizados e islamizados), se vieron obligadas a emigrar en las décadas siguientes, víctimas potenciales del «antisionismo». El fenómeno tuvo características diferentes según los países, aunque en general liquidó prácticamente las comunidades hebreas en países árabes.
Gran Bretaña, a pesar de haber dado el primer paso hacia la creación de un Estado judío con la Declaración Balfour, dificultó por todos los medios la inmigración de judíos al Mandato Británico de Palestina, incluso durante la Segunda Guerra Mundial (véase Libro Blanco de 1939) y vaciló en el momento de facilitar su aplicación. Incluso llegó a plantearse su derogación para no perjudicar sus intereses geoestratégicos en Oriente Medio ni dañar sus alianzas con los países árabes. Los graves conflictos que los planes sionistas generaban entre la población árabe de Palestina también aconsejaban a los británicos mantener el statu quo previo a la guerra (que se concretaba en el llamado Libro Blanco de 1939) y esperar a que la ONU redefiniese el Mandato de la extinta Sociedad de Naciones.
Aunque cada vez más minoritarios, en el seno del judaísmo sigue habiendo antisionistas por razones religiosas y con diversos grados de oposición, como los jaredíes o algunos grupos ultraortodoxos y relativamente minoritarios como Neturei Karta, estos últimos contrarios al actual Estado de Israel. 

La Resolución 3379

En 1975, en plena Guerra Fría, la Asamblea General de la ONU adoptó, por impulso de los países árabes, y con el apoyo del bloque soviético y del no alineado, la resolución 3379, de carácter declarativo y no vinculante, que asociaba al sionismo con el racismo (72 votos a favor, 35 en contra y 32 abstenciones). El entonces embajador israelí y futuro Presidente de Israel, Jaim Herzog, rompió el documento en pedazos delante de la Asamblea. En 1991 Israel puso la anulación de la resolución 3379 como condición para su participación en la Conferencia de Madrid, lo que llevó a que fuera derogada al aprobarse la resolución 4686 (111 a favor, 25 en contra y 11 abstenciones).

Reconocimiento de Israel en el mundo árabe e islámico

Egipto fue el primer Estado árabe que reconoció al Estado de Israel, y los demás lo harían después de que la propia OLP reconociera el Estado judío en 1988. En la actualidad hay organizaciones palestinas que reconocen el derecho a la existencia de Israel, aunque los dos partidos mayoritarios, Hamás y Al-Fatah, niegan a Israel ese derecho. Entre quienes siguen sosteniendo posiciones antisionistas están las autoridades de Irán.

Particularidades del sionismo 

El sionismo fue establecido sobre la base de la asociación entre el pueblo judío y la Tierra de Israel. La aliyá a la Tierra de Israel es un tema recurrente en las oraciones judías. Los sionistas consideran a los judíos que viven fuera de Israel como exiliados. El rechazo a la vida en la diáspora es central en el sionismo. Subrayando esta actitud se encuentra el sentimiento de que la Diáspora restringe el crecimiento total de la vida individual y nacional judía. Los sionistas generalmente prefieren hablar en hebreo, una lengua semítica que se desarrolló en condiciones de libertad en la antigua Judá, modernizada y adaptada a la vida cotidiana. A veces rechazan hablar en yídis, una lengua que consideran afectada por la persecución cristiana. Una vez que emigran a Israel, muchos sionistas rechazan hablar su lengua materna y toman nombres hebreos. Los principales aspectos de la idea sionista se ven representados en la Declaración de Independencia de Israel:
La Tierra de Israel fue la cuna del pueblo judío. Aquí se forjó su identidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí logró por primera vez su soberanía, creando valores culturales de significado nacional y universal, y legó al mundo el eterno Libro de los Libros.
Luego de haber sido exiliado por la fuerza de su tierra, el pueblo le guardó fidelidad durante toda su Dispersión y jamás cesó de orar y esperar su retorno a ella para la restauración de su libertad política.
Impulsados por este histórico y tradicional vínculo, los judíos procuraron en cada generación restablecerse en su patria ancestral. En los últimos decenios retornaron en masa.
El sionismo combate el antisemitismo. Algunos sionistas creen que el antisemitismo nunca desaparecerá (y que los judíos deben vivir con esto en mente) mientras que otros perciben el sionismo como un vehículo para acabar con el antisemitismo.

Negación de la diáspora 

Según Eliezer Shweid la negación de la vida en la diáspora es idea en todas las corrientes del sionismo. Subrayando esta actitud estaba el sentimiento de que la Diáspora restringía el crecimiento completo de la vida nacional judía.

Adopción del hebreo 

Los sionistas prefieren hablar hebreo, una lengua semítica que se desarrolló bajo condiciones de libertad en la antigua Judá y que dejó de hablarse alrededor del siglo I a. C, modernizándolo y adaptándolo a la vida diaria. El responsable principal de la resurrección del hebreo como lengua hablada a partir de su estado previo de lengua litúrgica fue precisamente un sionista, Eliezer Ben-Yehuda. Los sionistas a veces rechazan hablar yiddish, una lengua derivada del alto alemán medio que consideran afectada por la persecución cristiana. Una vez que emigran a Israel, muchos sionistas rechazan hablar su lengua materna en la diáspora y se ponen nuevos nombres hebreos.

Reacción al antisemitismo 

En este tema, el historiador Zeev Sternhell distingue dos escuelas de pensamiento en el sionismo. Una es la escuela liberal o utilitaria de Herzl y Nordau. Especialmente después del Caso Dreyfus dicen que el antisemitismo nunca desaparecerá, y ven el sionismo como una solución racional para los judíos. La otra es la escuela nacionalista racional. Prevalece entre los judíos de Palestina, y ve el sionismo como un proyecto para rescatar a la nación judía y no como un proyecto para rescatar a los judíos. El sionismo fue un problema en el "Renacimiento de la Nación". Fuente: wikipedia