Nunca nadie se me acercó y me dijo:
"Eres una tonta. Dios no existe. Alguien te ha estado engañando".
Creo que no fue asesinado. Dios simplemente murió de viejo.
Cuando me di cuenta de que ya no estaba, no me sorprendió. Me parecía natural y correcto. Tal vez porque nunca me impresionó apropiadamente la religión. Me gustaban las historias sobre Cristo y la estrella de Navidad. Eran hermosas pero no creía en ellas.
La religión era muy vaga, pero Dios era otra cosa. Era algo real, algo que podía sentir. Aunque sólo podía sentirlo algunas veces.
Solía recostarme entre sábanas limpias y frías por las noches, después de darme un baño, después de fregar mis nudillos, uñas, dientes y hablar con Dios. Estoy limpia, ahora. Nunca había estado tan limpia y nunca estaré más limpia. De alguna forma, era Dios, no estaba segura de que lo fuera, pero había algo frío, oscuro y limpio.
Pero eso no era la religión. Tenia mucho una sensación física, después de un tiempo, aún por las noches. Pero la sensación de Dios no duró.
Comencé a preguntarme qué quería decir el pastor cuando decía:
"Dios, Padre, ve hasta lo más pequeño. Protege a todos sus hijos".
Lo confundió todo para mi.
Si Dios era un padre con hijos, entonces, esa limpieza que había estado sintiendo no era Dios.
Entonces, por las noches, cuando me iba a acostar pensaba:
"Estoy limpia, tengo sueño".
Y luego me dormía.
Y nada me impedía disfrutar de esa sensación de limpieza. Simplemente sabia que Dios no estaba allí. A veces me parece inútil recordar, especialmente cuando había perdido cosas que eran importantes. Después de andar por la casa sin aliento y aterrorizada de buscar, podía detenerme en medio de la habitación y cerrar los ojos:
"Dios ayúdame a encontrar mi sombrero rojo con arreglos azules".
Generalmente funcionaba. Eso me satisfacía hasta que comencé a preguntarme: si Dios amaba a todos sus hijos, por igual...
¿Por qué se molestaba por mi sombrero rojo y dejaba que otros perdieran a sus madres y padres para siempre?
Comencé a entender que él no tenia mucho que ver con la muerte de las personas ni con los sombreros. Todo sucedía lo quisiera él o no. Y él se quedaba en el cielo y fingía no notarlo. Me preguntaba por qué Dios era algo tan inútil. Tenerlo parecía una pérdida de tiempo. Me sentía muy orgullosa por haber descubierto la verdad. Sola. Sin ayuda de nadie.
Me asombraba que los demás no lo hubiesen descubierto también.
Dios ya no estaba.
¿Por qué no podían verlo?
Aún me asombra.
"Eres una tonta. Dios no existe. Alguien te ha estado engañando".
Creo que no fue asesinado. Dios simplemente murió de viejo.
Cuando me di cuenta de que ya no estaba, no me sorprendió. Me parecía natural y correcto. Tal vez porque nunca me impresionó apropiadamente la religión. Me gustaban las historias sobre Cristo y la estrella de Navidad. Eran hermosas pero no creía en ellas.
La religión era muy vaga, pero Dios era otra cosa. Era algo real, algo que podía sentir. Aunque sólo podía sentirlo algunas veces.
Solía recostarme entre sábanas limpias y frías por las noches, después de darme un baño, después de fregar mis nudillos, uñas, dientes y hablar con Dios. Estoy limpia, ahora. Nunca había estado tan limpia y nunca estaré más limpia. De alguna forma, era Dios, no estaba segura de que lo fuera, pero había algo frío, oscuro y limpio.
Pero eso no era la religión. Tenia mucho una sensación física, después de un tiempo, aún por las noches. Pero la sensación de Dios no duró.
Comencé a preguntarme qué quería decir el pastor cuando decía:
"Dios, Padre, ve hasta lo más pequeño. Protege a todos sus hijos".
Lo confundió todo para mi.
Si Dios era un padre con hijos, entonces, esa limpieza que había estado sintiendo no era Dios.
Entonces, por las noches, cuando me iba a acostar pensaba:
"Estoy limpia, tengo sueño".
Y luego me dormía.
Y nada me impedía disfrutar de esa sensación de limpieza. Simplemente sabia que Dios no estaba allí. A veces me parece inútil recordar, especialmente cuando había perdido cosas que eran importantes. Después de andar por la casa sin aliento y aterrorizada de buscar, podía detenerme en medio de la habitación y cerrar los ojos:
"Dios ayúdame a encontrar mi sombrero rojo con arreglos azules".
Generalmente funcionaba. Eso me satisfacía hasta que comencé a preguntarme: si Dios amaba a todos sus hijos, por igual...
¿Por qué se molestaba por mi sombrero rojo y dejaba que otros perdieran a sus madres y padres para siempre?
Comencé a entender que él no tenia mucho que ver con la muerte de las personas ni con los sombreros. Todo sucedía lo quisiera él o no. Y él se quedaba en el cielo y fingía no notarlo. Me preguntaba por qué Dios era algo tan inútil. Tenerlo parecía una pérdida de tiempo. Me sentía muy orgullosa por haber descubierto la verdad. Sola. Sin ayuda de nadie.
Me asombraba que los demás no lo hubiesen descubierto también.
Dios ya no estaba.
¿Por qué no podían verlo?
Aún me asombra.
Yobailopogo!
-Frances Farmer, "God Dies," The Scholastic, May 2, 1931, p. 14; “Frances Farmer Gets First Award In Essay Contest,” West Seattle Chinook, April 14, 1931, p. 1; William Arnold, Shadowland (New York: McGraw-Hill Book Company, 1978); Kyle Crichton, “I Dress as I Like,” Collier's, May 8, 1937, p.31.-