El secreto de los licuados
"Caserito qué se va a servir” “Pase joven siéntese acá” “Qué cosita quiere señorita, pase”, son algunas de las frases mágicas con las que las caseras del sector de jugos del Mercado Central atrapan a los comensales cada día. En una jornada laboral de 12 horas, perder el carisma es crucial y lo saben bien.
Las sillas están dispuestas irregularmente a lo largo de dos pasillos que se conectan en un vértice innombrable del Mercado Central, donde aproximadamente una veintena de angostas casetas se erigen exuberantes al mostrar una gran variedad de colores, texturas y sabores traducidos en frutas y verduras listas para ser preparadas como el cliente lo prefiera.
El lugar es conocido por todos quienes viven en la Capital y obviamente un paraje inevitable en el recorrido de turistas del interior y exterior del país, porque si uno quiere un desayuno ligero y bastante económico, sin duda acudir por un jugo al mercado céntrico de Sucre, es una buena opción y así se evidencia a diario.
Desde las 7:00 de la mañana, muchas de las caseras comienzan a armar sus puestos, con frutas cuidadosamente amontonadas para mostrar su menú. En este lugar, los sabores suntuosos pasan desapercibidos, la gente prefiere lo más barato, así que los más pedidos son los jugos de papaya y de plátano.
Así lo cuentan las comerciantes del sector, conformado en su totalidad por mujeres. “Lo que más se vende es (jugo) de papaya y plátano porque es más barato, también se venden las ensaladitas”, comenta Benigna Villavicencio, que trabaja ya siete años en su puesto ubicado en la sección B.
Pero no sólo se venden jugos con leche, en el lugar también se ofrecen zumos, jugos de fruta, los denominados “vitamínicos” que no son más que la combinación de varios alimentos saludables y fortalecedores, y ensaladas de frutas.
Los jugos “puros” de fruta, sin agua ni ningún otro elemento, son los preferidos de los extranjeros, dice Mariela Albino, aunque discrepa Verónica Soliz, quien dice que más bien les gusta tomar “una mescolanza”, pero “hay que complacerles”, afirma, al comentar que siempre piden sugerencias y les ofrecen chirimoya o maracuyá, “la chirimoya porque es muy rica con leche y la maracuyá porque les gustan los cítricos”.
Soliz trabaja en el Mercado por una década y dice que lo importante en su rubro es atender a los caseros.
Y con 12 horas laborales de lunes a sábado y siete en domingo, la convicción debe ser grande.
Desde que llegan, sentarse es un pecado, y es que nadie las vería detrás de sus surreales pirámides de frutas. Ellas deben acercarse a sus clientes. Los miran, los llaman, les hablan bonito y les invitan a sentarse en una de sus sillas.
De acuerdo con la opinión de algunos turistas consultados, las vendedoras son amables, pero tampoco los presionan demasiado, así que les parece bien la manera en que los tratan. “Me llama la atención que todo esté en un mismo sitio, me pregunto cómo llegan a vender con tanta competencia”, comenta Matilde Hangoux, una ciudadana belga.
Por su parte, Malanie Lescano, una joven sucrense, dice que le parece que la mayor parte de las comerciantes atienden bien y son ordenadas, aunque reclama por mayor cordialidad y comenta que algunas veces le vendieron ensaladas de frutas con yogurt pasado mezclado con uno fresco, por lo que pidió mayor control sobre el tema.
CERCA DE LAS BODAS DE PLATA
Con cuatro hijos a los que sustenta y casi 25 años de venta de jugos, Reyna Espada es una de las más antiguas del sector.
“No queda otra que sostener a la familia”, dice Espada, al acomodarse para continuar con el trabajo, es que es una hora crítica, a media mañana, muchos buscan un jugo para saciar el hambre y ella está presta a atender a todos los que pueda y llevarse la ganancia del día a su hogar.
A LA CONQUISTA
“Los caseros siempre tienen la razón, hay que sobrellevar los problemas que uno tiene, tener paciencia. Hace mucho la comunicación, a veces parecen más de la familia porque nos escuchan, les damos consejos, son como nuestros hijos”, dice Dolly Rojas, del puesto 22 del sector, quien trabaja codo a codo con su madre.
“La gente viene por los periódicos”, sentencia con firmeza otra de las comerciantes y es que en sus puestos nunca falta un ejemplar de CORREO DEL SUR para atraer a los consumidores.
“Tenemos el periódico a diario, incluso cuando no venimos a trabajar”, continúa Rosario Dávalos, al contar que los jugadores de Universitario son sus caseros. “Ellos toman vitamínicos, banana con avena, así, de todo”, explica Dávalos, madre de dos hijos, uno de un año que a diario lo lleva consigo a su trabajo, pero lo deja en la guardería para poder atender a sus clientes.
Dice que durante su embarazo fue a su puesto “hasta el último día”. Dávalos trabaja en el Mercado desde sus 12 años, primero le ayudaba a su madrina y desde hace cuatro años consiguió su propio puesto.
Conseguir un puesto en el Mercado no es cosa fácil, tienen que esperar a que alguien se vaya.
A lado suyo, Jhanethe Cruz, del puesto 7, dice que lo que más le gusta de los comensales es que sean “fieles” y a ellos les gusta que les hablen bien, por ello no duda en llamar a todo el que ve pasar por ahí.
“Les invitamos a servirse las ensaladas, un juguito, vitamínicos, de todo”, concluye Cruz en un llamado cordial a todos los lectores.
LAS VENDEDORAS
Reina Espada
“Estoy trabajando ya 25 años; tengo cuatro hijos, dos grandes y dos pequeños, hay que sostener a la familia".
Rosario Dávalos
“Para tener un puesto no es fácil, tenemos que esperar que alguien se vaya. Ahora tengo varios caseros".
Verónica Soliz
“En invierno baja un poco la venta, en primavera y en verano es más por el calor, ahora toman pocos".
Dolly Rojas
“La mayor parte son estudiantes, si no serían ellos, que sería de nosotros, aunque también les ayudamos".
Jhanethe Cruz
“Hay caseritos que son fieles, eso es lo que más gusta. Ahora también les invitamos a servirse un juguito".