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Galletita del Saber #3: Los actuales desafíos de la parroquia (y su párroco) Parte II

--Hoy por hoy, los párrocos, ¿qué criterios vale la pena que tengan en cuenta para administrar una parroquia eficientemente y procurando al mismo tiempo la salvación de las almas?

--Fray Nikolaus Schöch: En cuanto partícipe de la acción directiva de Cristo Cabeza y Pastor sobre su Cuerpo, el sacerdote está específicamente capacitado para ser, en el plano pastoral, el "hombre de la comunión": "Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo" (Novo millenio ineunte, n. 43).

En un tiempo que abundan los consejos, hay que recordar la responsabilidad personal del párroco en la moderación de la parroquia. De otro lado, esa función de gobierno exige que sea un hombre de la comunión, es decir un hombre que una toda la parroquia y no sea --aisladamente-- amigo de algunos fieles o grupos. Tiene que ser un hombre que una a ricos y pobres, intelectuales y gente sencilla, jóvenes y ancianos, madres de familia y solteras, religiosos y seglares, conservadores y progresistas, etc.

Ningún párroco puede cumplir cabalmente su misión aislada o individualmente, sino tan sólo uniendo sus fuerzas con otros presbíteros, bajo la dirección de quienes están al frente de la Iglesia. En el futuro será siempre más importante la colaboración:

--entre los párrocos de varias parroquias;

--entre los párrocos y sus vicarios;

--entre el clero diocesano y los miembros de los Institutos de vida consagrada;

--entre los clérigos y los laicos.

Es de desear y se debe favorecer un especial esfuerzo de comprensión mutua y de ayuda recíproca, incluso las relaciones entre los presbíteros de más edad y los más jóvenes: unos y otros son igualmente necesarios para la comunidad cristiana y son apreciados por los obispos y el Papa.

El Concilio Vaticano II recomienda a los de más edad que tengan comprensión y simpatía con respecto a las iniciativas de los jóvenes; y a los jóvenes, que respeten la experiencia de los mayores y confíen en ellos; a unos y a otros recomienda que se traten con afecto sincero, según el ejemplo que han dado tantos sacerdotes de ayer y de hoy; el párroco y los demás sacerdotes, incluso los religiosos son llamados a testificar en la vida cotidiana la comunión.

--En una parroquia, los laicos, ¿cómo pueden ayudar a contribuir al desarrollo pastoral de una parroquia?

--Fray Nikolaus Schöch: El párroco no está obligado a realizar personalmente todas actividades en la parroquia, sino a procurar que se realicen de manera oportuna, conforme a la recta doctrina y a la disciplina eclesial, en el seno de la parroquia, según las circunstancias y siempre bajo su propia responsabilidad.

El ideal no es la parroquia donde el sacerdote hace todo. El sacerdote debe ayudar a los laicos a descubrir y a realizar su vocación específica en comunión con los demás fieles. El realizador de esta comunión y de esta pertenencia de comunión del presbítero al pueblo de Dios es el Espíritu Santo. Dado que él impregna y motiva todas las áreas de la existencia, entonces también penetra y configura la vocación específica de cada uno. Así se forma y desarrolla la espiritualidad propia de presbíteros, de religiosos y religiosas, de padres de familia, de empresarios, de catequistas, etc. Cada una de las vocaciones tiene un modo concreto y distintivo de vivir la espiritualidad, que da profundidad y entusiasmo al ejercicio de sus tareas.

El apostolado de los laicos se desarrolla en buena parte en las asociaciones y movimientos que actúan en plena sintonía eclesial y en obediencia a las directrices de los pastores. Hay que promover y sostener las asociaciones de fieles.

Sin embargo, debe evitarse en el tejido parroquial cualquier género de exclusivismo o de aislamiento por parte de grupos individuales. Sin embargo, no faltan, también desde dentro de la parroquia y de las asociaciones, peligros como la burocratización, el funcionalismo, el democratismo, la planificación que atiende más a la gestión que a la pastoral.

--¿Cuál es el principal desafío de un párroco en la sociedad contemporánea?

--Fray Nikolaus Schöch: Falta considerar a cada parroquia desde la perspectiva global de la diócesis y no al revés; y falta tener en cuenta en su justa medida al fiel laico, al religioso y otros consagrados en la vida de la Iglesia, tanto en el interior de la misma comunidad cristiana, como en lo que atañe a su presencia en el mundo.

Crece la conciencia de que, además de los problemas de la cultura post-moderna, se presentan, ya sea el problema del alto porcentaje de católicos que viven lejanos de la práctica religiosa, el problema de la disminución drástica, por distintas causas, del número de quienes se declaran católicos; existe, mientras tanto, el problema del crecimiento extraordinario de las llamadas "sectas evangélicas pentecostales" y de otras sectas.

Frente a esta realidad, apremia acoger con generosidad la invitación hecha por el Santo Padre Benedicto XVI en Brasil a una verdadera "misión", dirigida a los que, incluso habiendo sido bautizados, por distintas circunstancias históricas, no han sido suficientemente evangelizados por nosotros.

En esta tarea hay que aprovechar de los medios de comunicación para evitar la expansión de una cultura que trata de rechazar a Dios y está profundamente marcada por el secularismo, el relativismo, el cientificismo, el indiferentismo religioso, el agnosticismo y por un laicismo, a menudo militante y anti-religioso.

--La pastoral que se lleva a cabo en una parroquia --no pocas veces-- es muy amplia y diversa, de acuerdo a la realidad concreta de cada una, como por ejemplo la pastoral familiar, de la salud, entre otras. ¿A qué aspectos de la pastoral hay que darle prioridad en el mundo de hoy y de cara al futuro de la Iglesia?

--Fray Nikolaus Schöch: Pienso que las siete prioridades pastorales que el Siervo de Dios Juan Pablo II ha individuado en la Novo millenio ineunte son todavía actuales:

--la santidad

--la oración

--la santísima Eucaristía dominical

--el sacramento de la Reconciliación

--el primado de la gracia

--la escucha de la Palabra y el anuncio de la Palabra.

Según el ejemplo ofrecido por el santo párroco de Ars y otros sacerdotes ejemplares que ejercitaron su ministerio pastoral está al centro de la actividad de la cura pastoral del párroco la administración de los sacramentos, en particular modo, de la eucaristía y de la penitencia.

Entre las numerosas actividades que desarrolla una parroquia ninguna es tan vital o formativa para la comunidad como la celebración dominical del día del Señor y de su Eucaristía. Cada parroquia, en definitiva, está fundada sobre una realidad teológica, porque ella es una comunidad eucarística.

Por esta razón, el Concilio Vaticano II recomienda que "los párrocos han de procurar que la celebración de la Eucaristía sea el centro y la cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana" (Christus Dominus, n. 30). Esto significa que la parroquia es una comunidad idónea para celebrar la Eucaristía, en la que se encuentran la raíz viva de su edificación y el vínculo sacramental de su existir en plena comunión con toda la Iglesia.

Una atención particular deberán reservar los párrocos a las confesiones individuales, en el espíritu y en la forma establecida por la Iglesia y a la dirección espiritual a quienes la piden. No se puede evangelizar a largo plazo sin dar el primado a Dios y sin vida interior. Se podría decir que la crisis moral y social de nuestro tiempo, con los problemas que plantea tanto a las personas como a las familias, hace sentir con más fuerza esta necesidad de ayuda sacerdotal en la vida espiritual. Hay que recomendar vivamente a los presbíteros un nuevo reconocimiento y una nueva entrega al ministerio del confesionario y de la dirección espiritual, también a causa de las nuevas exigencias de los laicos, que tienen más deseos de seguir el camino de la perfección cristiana que presenta el Evangelio.

En el contexto del Año sacerdotal, recién iniciado, la atención a las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada constituye una de las prioridades pastorales.