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La leyenda de la espada en la roca

Hace poco escuchaba a un colega decir que: "Arturo sacó a Excalibur de la roca". Y me salió el "Wikipedio" que llevo dentro. Arturo sacó la espada de Uther de Pendragón de la roca para demostrar sus derechos hereditarios gracias a la magia de Merlín, pero esta no era mas que una espada normal. Posteriormente en un enfrentamiento durante su primer encuentro con Lancelot esta espada se quiebra, y Merlín opta por conducirle hasta la Dama del Lago (un ser feérico) para que le provea de una espada élfica digna de un rey. Así es como consigue a Excalibur, la cual deberá ser devuelta en su muerte, como todos sabemos que acaba ocurriendo. No hay que confundir estas dos espadas. Pero la leyenda de la espada en la roca va mas allá, y tiene su origen en una historia real.

Espada de San Gálgano en la Toscana (Italia)
Cuenta la leyenda que Galgano Guidotti, nacido en 1148, se dedicó a la vida licenciosa y libertina durante su juventud. Hasta que un día recibió la visita del arcángel San Miguel reprendiéndole su molicie. Dió un giro radical a su vida comenzando a predicar la buena nueva por Siena y otros pueblos italianos. Acabó cansándose incluso de esto y decide convertirse en un eremita retirándose al monte Siepi, con las consecuentes renuencias de todas sus anteriores amantes, que el mozo era de muy buen ver. Azotado por sus sentimientos cabalga su caballo al galope hasta que este se encabrita y lo tira al suelo, donde vuelve a tener otra epifanía, en que otra vez el arcángel San Miguel le insta a construir una abadía en el monte Siepi.

Ante el escaso apoyo que encuentra y las burlas de sus coetáneos, y necesitado de calmar sus ánimos realiza el único milagro que se le conoce. Buscando un altar ante el que postrarse y orar, saca su espada y la clava en una roca donde queda encajada hasta hoy en día, corría el año 1180. Tal muestra logra conseguir el apoyo que no había recibido con anterioridad y los habitantes circundantes acaban construyendo una capilla donde la espada está hendida. Con el tiempo la figura de San Gálgano sería canonizada y reverenciada por los cistercienses y los agustinos que transformarían aquella pequeña capilla en la Abadía de San Gálgano.

Hoy en día se puede visitar la espada hendida, aunque se encuentra protegida por una vitrina para protegerla de todos aquellos turistas que se crean con el derecho (o la diversión) de tratar de desencajarla.

A lo largo de los años este tipo de leyendas ha sido utilizado de maneras diversas, aunque siempre con una intención de distinguir al que logra la proeza como digno de un puesto o posición superior al de sus compañeros. Este es el caso de Atila el Huno:
"Cuando un pastor vio una determinada vaca de su rebaño que cojeaba y no podía encontrar motivo para esa herida, ansiosamente siguió el rastro de sangre y al final llegó hasta una espada que había pisado inconsientemente mientras mordisqueaba la hierba. La clavó en el suelo y se la regaló a Atila. Él se alegró de este regalo y, siendo ambicioso, pensó que había sido nombrado gobernador de todo el mundo y que a través de la espada de Marte tenía asegurada la supremacía en todas las guerras."
Incluso la leyenda de la espada en la roca es utilizada en el conocido anime Dragon Ball Z cuando Gohan, en el reino de los dioses, con el fin de aumentar su fuerza, logra liberar la espada Z del lugar en el que se encontraba encallada.


Al fin y al cabo una buena historia que emplear en una partida. La búsqueda de un arma legendaria que exige una prueba de pureza y valía al héroe que trate de obtenerla, haciéndose digno de empuñarla y del poder que conlleva.

El judío al que Hitler protegió


Fueron compañeros de trinchera en la Primera Guerra Mundial. Entonces Hitler era un joven introvertido, casi invisible para su unidad, excepto para él: Ernst Hess. Cuando ese joven se convirtió en el Führer de la Alemania nazi, autorizó un salvoconducto para proteger a aquel camarada judío.
La historia la descubrió el periódico Jewish Voice from Germany en los archivos de la Gestapo en Düsseldorf. Allí descansaba una carta de 1940 firmada por la mano derecha de Hitler, Heinrich Himmler, en la que otorgaba protección a Hess, entonces juez de la localidad de Amtsgerichtsrat, "según los deseos del Führer".
En aquellos años la situación de los judíos en Alemania se estaba volviendo cada vez más dramática.
"Lo llamativo de esta historia es que Hitler podía en ocasiones otorgar su protección personal. Hasta el momento se conocía el caso de Eduard Bloch, conocido como el judío noble de Linz. Era el médico de la madre del Führer y gozaba de su protección. ¿Pero hubo otros casos?", se pregunta Susanne Maus, editora del diario alemán.
Condecorado con la Cruz de Hierro y la Orden del Mérito Militar de Baviera, Ernst Moritz Hess comenzó como oficial en el mismo batallón de infantería de Hitler. En el otoño de 1914 ambos fueron desplegados al frente de Flandes donde Hess fue herido de gravedad.
Maus, quien entrevistó a la hija de Hess, Ursula, una octogenaria que todavía vive en Alemania, le dijo que su padre le contaba cómo "los antiguos camaradas de Hitler se referían a él con sorpresa al enterarse de que había estado entre sus filas. ¿Quién era?, preguntaban. Ni siquiera se fijaron en él. Hitler no tenía amigos en el regimiento, nunca dijo una palabra y siempre fue un misterio".
Hitler autorizó una protección especial para su antiguo camarada de la Primera Guerra Mundial.
Después de la guerra Hess se dedicó a los tribunales, convirtiéndose en juez en Düsseldorf. Allí vivía con su esposa cuando un grupo de la SS nazi le propinó una paliza frente a su casa. Era 1936 y el juez decidió abandonar su cargo y mudarse con su familia a Italia. Desde allí le escribió al líder del Nazismo, al joven silencioso que conoció en las trincheras.
Hess, que tocaba el violín y la viola, le hizo llegar una carta en la que le pedía protección para él y su familia. En ella evocaba su educación cristiana, su visión política y su servicio en la Primera Guerra Mundial.
"Para nosotros era una especie de muerte espiritual que te marcaran como judío y que te expusieran ante el desprecio general", le contó Hess a su hija Ursula.
Hitler rechazó la solicitud pero autorizó una pensión para la familia de Hess. En 1940 el líder nazi autorizaría una protección especial firmada por Himmler. No obstante, sólo sería por un tiempo.

Confiado en su salvoconducto Hess se instaló nuevamente en Alemania, a una remota aldea de bavaria. Un año después el exjuez judío fue citado a la Oficina de arianización de Munich. Cuando presentó su carta a la SS le dijeron que la orden había sido revocada y que ahora era "un judío como cualquier otro". El hilo protector de Hitler se había roto.
Hess fue deportado a Milbertshofen, un campo de concentración cerca de Munich. Lo único que le salvó de morir fue el estar casado con una mujer protestante.
Su hermana Bertha no corrió la misma suerte. Murió en Auschwitz después de intentar explicar que el Führer protegía a su familia.
"Bertha pensaba que gozaba de la protección nazi. Sin embargo en la Oficina de Seguridad del Reich en Berlín firmaron la orden de deportación para ella y su madre, Elisabeth, que lograría escapar en un tren", detalla Maus.
Hess, por su parte, no volvió a ejercer como juez. Comenzó una nueva carrera en los ferrocarriles de su país, allí fue presidente de la Autoridad Federal Alemana de Frankfurt, ciudad en la que moriría en 1983. Entonces tenía 93 años y una historia de supervivencia que pocos le creían.

Fuente
www.bbc.co.uk

El transporte de niños hacia Gran Bretaña desde Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial


Los acontecimientos de la Kristallnacht afectaron a muchas personas fuera de Alemania. La resistencia previa por parte del gobierno británico al ingreso de refugiados judíos se modificó sensiblemente permitiendo el ingreso de niños siempre y cuando un tutor puediera encargarse de ellos. El gobierno, entonces autorizó el programa ‘Transporte de Niños’, que permitió la entrada de niños judíos refugiados en Gran Bretaña, como un destino seguro. 

Aproximadamente 10.000 niños y adolescentes ‘sin acompañamiento” de Alemania, Austria y la antigua Checoslovaquia atravesaron Europa para llegar a Inglaterra. Muchos hermanos y hermanas llevaron a bebés en brazos. No se les otorgaba residencia permanente en el Reino Unido y no se les permitía que sus padres los acompañaran. La iniciativa de los transporte de niños se originó en varios grupos de fe. Los judíos, cuáqueros y cristianos tuvieron un rol de liderazgo. El primer transporte se realizó un mes después de la Kristallnacht y llegó a Inglaterra el 2 de Diciembre de 1938. El último transcurrió dos días después del estallido de la guerra (3 de Septiembre de 1939), que supuso el fin del programa Los niños que ingresaron en Inglaterra como parte del proyecto dejaron a familias y amigos y muchas lágrimas fueron vertidas. La experiencia de abandonar a sus familiares e instalarse en un nuevo hogar fue extremadamente traumática. A esto se le sumaba vivir en un país con un lenguaje y una religión diferente, además de la incapacidad de hablar con familiares una vez que la guerra comenzó. Con todo, debemos considerar a estos niños como privilegiados en un tiempo donde sobrevivir era una tarea casi imposible.

Pétain endureció por iniciativa propia las leyes antijudías


El hallazgo del texto original del estatuto de los judíos aplicado durante la Ocupación prueba la responsabilidad del jefe del régimen de Vichy en la ampliación de las medidas discriminatorias contra los israelitas de Francia. El documento, autenticado, demuestra además que el Estado francés fue en su política antijudía más allá de los que pedían los nazis.
 
El mariscal Philippe Pétain, jefe del gobierno colaboracionista de Vichy, no sólo no fue “un defensor de los judíos”, como lo pintaban algunos, sino que fue más allá de lo que le pedía la Alemania nazi al Estado francés en la política antisemita. Es lo que se desprende de la divulgación, este domingo, del documento original del estatuto de los judíos, establecido en octubre de 1940.

El texto fue entregado recientemente por un donante anónimo al Memorial del Holocausto en París y ha sido autenticado, anunció el domingo Serge Klarsfeld, célebre cazador de nazis y fundador de la Asociación de Hijos e Hijas de Deportados judíos de Francia.
 
“Se trata de un documento que establece el papel decisivo de Pétain en la redacción de ese estatuto y en el sentido más agresivo, revelando de esa manera el profundo antisemitismo" de Pétain, aseguró Klarsfeld.
 
Las anotaciones hechas con un lápiz por el “héroe de Verdún”, como se conocía a Pétain por su desempeño en durante la Primea Guerra, ponen de manifiesto la voluntad personal de ampliar y endurecer la política discriminatoria hacia los judíos que estaba prevista en el borrador.
 
Pétain decide por ejemplo que el estatuto se aplique a todos los judíos, franceses o extranjeros, mientras el texto original salvaba de esta política a “los descendientes de judíos nacidos franceses o naturalizados antes de 1860”. Con una tachadura, el mariscal excluyó a los judíos de la justicia y la docencia, privándolos además de la posibilidad de ejercer cargos electorales. Para que no quedaran dudas del sentido de su iniciativa, pidió que se añadieran en el Diario Oficial las razones de las medidas antijudías.
 
"El principal argumento de los defensores de Pétain era decir que él había protegido a los judíos franceses. Ese argumento cae", sostuvo Klarsfeld.
 
"El estatuto de los judíos es una medida específicamente francesa, espontánea. Los alemanes no pidieron a la Francia de Vichy que adoptase ese estatuto", añadió el abogado.
 
Hasta hoy, los historiadores contaban únicamente con un testimonio que daba cuenta de la responsabilidad de Pétain en el estatuto de los judíos, se trataba del ex canciller de Vichy, Paul Baudoin. El entonces funcionario escribió en un libro publicado en 1946 que en la reunión de dos horas en la que el consejo de ministros discutió la suerte de los israelitas, fue “el mariscal quien se mostró más severo. Insiste en particular para que la justicia y la docencia no contengan ningún judío”.
 
“El testimonio de Baudoin era contundente, pero se lo podía cuestionar. Ahora, tenemos la prueba definitiva de que el estatuto de los judíos es una medida francesa, espontánea. Los alemanes no habían pedido a la Francia de Vichy que adoptara este estatuto. Pero hubo una competencia entre el antisemitismo francés y el antisemitismo alemán”, declaró Klarsfeld.
 
Fuente


El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl, fragmentos


Monólogo al amanecer 

"En otra ocasión estábamos cavando una trinchera. Amanecía en nuestro derredor, un amanecer gris. Gris era el cielo y gris la nieve a la pálida luz del alba, grises los harapos que mal cubrían los cuerpos de los prisioneros y grises sus rostros. Mientras trabajaba, hablaba quedamente a mi esposa o, quizás, estuviera debatiéndome por encontrar la razón de mis sufrimientos, de mi lenta agonía. En una última y violenta protesta contra lo inexorable de mi muerte inminente, sentí como si mi espíritu traspasara la melancolía que nos envolvía, me sentí trascender aquel mundo desesperado, insensato, y desde alguna parte escuché un victorioso "sí" como contestación a mi pregunta sobre la existencia de una intencionalidad última. En aquel momento en una franja lejana encendieron una luz, que se quedó allí fija en el horizonte como si alguien la hubiera pintado, en medio del gris miserable de aquel amanecer en Baviera. "Et lux in tenebris lucet, y la luz rilló en medio de la oscuridad." Estuve muchas horas tajando el terreno helado. El guardián pasó junto a mí, insultándome y una vez más yo volvía a conversar con mi amada. La sentía presente a mi lado, cada vez con más fuerza y tuve la sensación de que sería capaz de tocarla, de que si extendía mi mano cogería la suya. La sensación era terriblemetne fuerte; ella estaba allí realmente. Y, entonces, en aquel mismo momento, un pájaro bajó volando y se posó justo frente a mí, sobre la tierra que había extraído de la zanja, y se me quedó mirando fijamente. 

Psicología de los guardias del campamento 

Llegamos ya a la tercera fase de las reacciones espirituales del prisionero: su psicología tras la liberación. Pero antes de entrar en ella consideremos una pregunta que suele hacérsele al psicólogo, sobre todo cuando conoce el tema por propia experiencia: ¿Qué opina del carácter psicológico de los guardias del campo? ¿Cómo es posible que hombres de carne y hueso como los demás pudieran tratar a sus semejantes en la forma que los prisioneros aseguran que los trataron? Si tras haber oído una y otra vez los relatos de las atrocidades cometidas se llega al convencimiento de que, por increíbles que parezcan, sucedieron de verdad, lo inmediato es preguntar cómo pudieron ocurrir desde un punto de vista psicológico. Para contestar a esta pregunta, aunque sin entrar en muchos detalles, es preciso puntualizar algunas cosas. En primer lugar, había entre los guardias algunos sádicos, sádicos en el sentido clínico más estricto. En segundo lugar, se elegía especialmente a los sádicos siempre que se necesitaba un destacamento de guardias muy severos. A esa selección negativa de la que ya hemos hablado en otro lugar, como la que se realizaba entre la masa de los propios prisioneros para elegir a aquellos que debían ejercer la función de "capos" y en la que es fácil comprender que, a menudo, fueran los individuos más brutales y egoístas los que tenían más probabilidades de sobrevivir, a esta selección negativa, pues, se añadía en el campo la selección positiva de los sádicos. Se armaba un gran revuelo de alegría cuando, tras dos horas de' duro bregar bajo la cruda helada, nos permitían calentarnos unos pocos minutos allí mismo, al pie del trabajo, frente a una pequeña estufa que se cargaba con ramitas y virutas de madera. Pero siempre había algún capataz que sentía gran placer en privarnos de esta pequeña comodidad. Su rostro expresaba bien a las claras la satisfacción que sentía no ya sólo al prohibirnos estar allí, sino volcando la estufa y hundiendo su amoroso fuego en la nieve. Cuando a las SS les molestaba determinada persona, siempre había en sus filas alguien especialmente dotado y altamente especializado en la tortura sádica a quien se enviaba al desdichado prisionero. En tercer lugar, los sentimientos de la mayoría de los guardias se hallaban embotados por todos aquellos años en que, a ritmo siempre creciente, habían sido testigos de los brutales métodos del campo. Los que estaban endurecidos moral y mentalmente rehusaban, al menos, tomar parte activa en acciones de carácter sádico, pero no impedían que otros las realizaran. En cuarto lugar, es preciso afirmar que aun entre los guardias había algunos que sentían lástima de nosotros. Mencionaré únicamente al comandante del campo del que fui liberado. Después de la liberación —y sólo el médico del campo, que también era prisionero, tenía conocimiento de ello antes de esa fecha— me enteré de que dicho comandante había comprado en la localidad más próxima medicinas destinadas a los prisioneros y había pagado de su propio bolsillo cantidades nada despreciables. Por lo que se refiere a este comandante de las SS, ocurrió un incidente interesante relativo a la actitud que tomaron hacia él algunos de los prisioneros judíos. Al acabar la guerra y ser liberados por las tropas norteamericanas, tres jóvenes judíos húngaros escondieron al comandante en los bosques bávaros. A continuación se presentaron ante el comandante de las fuerzas americanas, quien estaba ansioso por capturar a aquel oficial de las SS, para decirle que le revelarían donde se encontraba únicamente bajo determinadas condiciones: el comandante norteamericano tenía que prometer que no se haría ningún daño a aquel hombre. Tras pensarlo un rato, el comandante prometió a los jóvenes judíos que cuando capturara al prisionero se ocuparía de que no le causaran la más mínima lesión y no sólo cumplió su promesa, sino que, como prueba de ello, el antiguo comandante del campo de concentración fue, de algún modo, repuesto en su cargo, encargándose de supervisar la recogida de ropas entre las aldeas bávaras más próximas y de distribuirlas entre nosotros. El prisionero más antiguo del campo era, sin embargo, mucho peor que todos los guardias de las SS juntos. Golpeaba a los demás prisioneros a la más mínima falta, mientras que el comandante alemán, hasta donde yo sé, no levantó nunca la mano contra ninguno de nosotros. Es evidente que el mero hecho de saber que un hombre fue guardia del campo o prisionero nada nos dice. La bondad humana se encuentra en todos los grupos, incluso en aquellos que, en términos generales, merecen que se les condene. Los límites entre estos grupos se superponen muchas veces y no debemos inclinarnos a simplificar las cosas asegurando que unos hombres eran unos ángeles y otros unos demonios. Lo cierto es que, tratándose de un capataz, el hecho de ser amable con los prisioneros a pesar de todas las perniciosas influencias del campo es un gran logro, mientras que la vileza del prisionero que maltrata a sus propios compañeros merece condenación y desprecio en grado sumo. Obviamente, los prisioneros veían en estos hombres una falta de carácter que les desconcertaba especialmente, mientras que se sentían profundamente conmovidos por la más mínima muestra de bondad recibida de alguno de los guardias. Recuerdo que un día un capataz me dio en secreto un trozo de pan que debió haber guardado de su propia ración del desayuno. Pero me dio algo más, un "algo" humano que hizo que se me saltaran las lágrimas: la palabra y la mirada con que aquel hombre acompañó el regalo. De todo lo expuesto debemos sacar la consecuencia de que hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: la "raza" de los hombres decentes y la raza de los indecentes. Ambas se encuentran en todas partes y en todas las capas sociales. Ningún grupo se compone de hombres decentes o de hombres indecentes, así sin más ni más. En este sentido, ningún grupo es de "pura raza" y, por ello, a veces se podía encontrar, entre los guardias, a alguna persona decente. La vida en un campo de concentración abría de par en par el alma humana y sacaba a la luz sus abismos. ¿Puede sorprender que en estas profundidades encontremos, una vez más, únicamente cualidades humanas que, en su naturaleza más íntima, eran una mezcla del bien y del mal? La escisión que separa el bien del mal, que atraviesa imaginariamente a todo ser humano, alcanza a las profundidades más hondas y se hizo manifiesta en el fondo del abismo que se abrió en los campos de concentración. Nosotros hemos tenido la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Qué es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración." _________________________________________ ** Viktor Frankl nació en Viena en el año 1905 y falleció allí mismo en el 1997. Fue psiquiatra y neurólogo y fundador de la logoterapia. Desde el año 1942 al 1945 estuvo en campos de concentración nazis, experiencia a partir de la cual escribió este libro y varios más sobre la psicología del ser humano en situaciones extremas.

Testimonio de los torturados del franquismo


Varios torturados durante el franquismo narran las torturas a las que fueron sometidos por la policía española en Asturias.

La Justicia española ha devuelto recientemente el pasaporte a "Billy, El Niño", policía español acusado por torturas por la Justicia argentina, que pide su extradición para ser juzgado allí por sus crímenes ante la falta de procesos judiciales en España. Continúa leyendo...

Las guerras yugoeslavas: la disolución de Yugoeslvaia


Las Guerras de Yugoslavia fueron una serie de conflictos en el territorio de la antigua Yugoslavia, que se sucedieron entre 1991 y 2001. Comprendieron dos grupos de guerras sucesivas que afectaron a las seis ex repúblicas yugoslavas. Se han empleado términos alternativos como la Guerra de la ex Yugoslavia , Guerra de los Balcanes o Guerras Yugoslavas de Secesión. Las guerras se caracterizaron por los conflictos étnicos entre los pueblos de la ex Yugoslavia, principalmente entre los serbios por un lado y los croatas, bosnios y albaneses por el otro; aunque también en un principio entre bosnios y croatas en Bosnia-Herzegovina. El conflicto obedeció a causas políticas, económicas y culturales, así como a la tensión religiosa y étnica. Las Guerras Yugoslavas terminaron con gran parte de la ex Yugoslavia reducida a la pobreza, con desorganización económica masiva e inestabilidad persistente en los territorios donde ocurrían las peores luchas. Las guerras fueron los conflictos más sangrientos en suelo europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, resultando en unas 130.000 a 200.000 muertes y millones más sacados de sus hogares. Fueron también los primeros conflictos desde la Segunda Guerra en haber sido formalmente juzgados los genocidas y muchos de los individuos claves participantes fueron consecuentemente acusados por crímenes de guerra.

Trasfondo

Las tensiones provinieron de la composición multiétnica del primer Reino de Yugoslavia y la relativa supremacía política y demográfica de los serbios. Estas tensiones fueron aprovechadas por el Eje Roma-Berlín-Tokio en la Segunda Guerra Mundial, que establecieron un estado títere que abarcaba la mayor parte de las actuales Croacia y Bosnia-Herzegovina. Se puso a cargo de este Estado Independiente de Croacia a una organización fascista, la Ustashe, que llevó a cabo una política genocida contra los civiles serbios del territorio. La milicia serbia Chetnik contraatacó contra los croatas. Ambos se enfrentaron y fueron finalmente derrotados por el movimiento de tendencia comunista y antifascista partisanos, compuesto por miembros de todos los grupos de la zona, lo que desembocó en la formación de República Federal Socialista de Yugoslavia. En el caso de las zonas pobladas por albanos, la causa principal fue el crecimiento de la población albana en áreas en las que anteriormente eran minoría. En el caso de Kosovo, algunos serbios interpretaron este crecimiento de la influencia albanesa como la pérdida de sus territorios ancestrales.

Los primeros conflictos (1991-1995)

Las Guerras Yugoslavas se iniciaron con la secesión de las dos regiones del norte de la antigua Yugoslavia — Eslovenia y Croacia — a causa de un amplio abanico de motivos. El primero de estos conflictos, conocido como la Guerra de los Diez Días o la Guerra de Eslovenia fue iniciado por la secesión de Eslovenia de la Federación el 25 de junio de 1991. El gobierno federal ordenó al Ejército Popular Yugoslavo asegurar los pasos fronterizos de Eslovenia. La policía eslovena y la Defensa Territorial bloquearon los cuarteles y las carreteras, lo cual limitó las escaramuzas alrededor de la república. Tras días de enfrentamientos, se puso fin al conflicto mediante la negociación en Brioni, el 9 de julio de 1991, cuando Eslovenia y Croacia, acordaron una moratoria de tres meses sobre la secesión. El ejército yugoslavo se retiró por completo de Eslovenia el 26 de octubre de 1991. El segundo conflicto, la Guerra Croata de Independencia, también se llevó a cabo con la misma motivación pero devino abiertamente en un choque nacionalista, entre los nacionalismos serbio y croata, personificados en Serbia por el Presidente Slobodan Milošević y en Croacia por el Presidente Franjo Tuđman. La minoría serbia de Croacia no aceptó la independencia croata de Yugoslavia y proclamó la República Serbia de Krajina. Belgrado, por su parte, mandó al Ejército Popular Yugoslavo a enfrentarse a las recién creadas fuerzas armadas croatas. En enero de 1992 el Plan de Paz Vance-Owen determinó que la ONU tomaría el control de algunas zonas y acabó con los conflictos militares, aunque hasta 1995 no se detendrían definitivamente los ataques esporádicos de artillería sobre ciudades croatas y las incursiones ocasionales de fuerzas croatas en zonas bajo el control de la ONU. En 1992 el conflicto llegó a Bosnia-Herzegovina, donde lucharían tres facciones: los serbios de Bosnia-Herzegovina, los croatas de Bosnia-Herzegovina y los bosnios de Bosnia-Herzegovina, que diferían principalmente en sus religiones tradicionales: ortodoxos, católicos y musulmanes, respectivamente. Fue por mucho el conflicto más sangriento de las Guerras de Yugoslavia. Las Guerras Yugoslavas en el oeste terminaron con la retirada militar en Eslovenia y la derrota de los rebeldes serbios en Croacia y la firma de los Acuerdos de Dayton en 1995 por Bosnia seguido de la intervención militar contra el lado serbio por la OTAN. Los combates en Croacia acabaron en 1995, tras dos operaciones rápidas del Ejército Croata, de nombre en clave Operación Flash y Operación Tormenta,4 en las que consiguieron recuperar todo su territorio excepto la zona bajo control de la ONU (UNPA) del Sector Este. Todos los serbios de estas zonas pasaron a ser refugiados. El Sector Este se controló por la administración de la ONU (UNTAES) y fue reintegrado pacíficamente en Croacia en 1998. En 1994 Estados Unidos gestionó la paz entre Croacia y el Ejército de la República Bosnia-Herzegovina. La masacre de Srebrenica y la ofensiva de las tropas croatas en zonas bajo control serbio tras la Operación Tormenta provocó que los bosnios perdieran zonas bajo su control, y se presionó a todos los bandos para dejar las armas y negociar un final a la Guerra de Bosnia. La guerra acabó tras la firma de los Acuerdos de Dayton el 14 de diciembre de 1995.

Conflictos en el este y el sur

En Kosovo, República de Macedonia, y en la propia Serbia, los conflictos se caracterizaron por la tensión política y racial entre los gobiernos eslavos y las minorías albanesas que buscaban autonomía, o independencia, como fue el caso de Kosovo. El conflicto en Kosovo estalló en una guerra a gran escala en 1999, mientras que los conflictos entre macedonios y serbios sureños se caracterizó por choques armados entre las fuerzas estatales de seguridad y las guerrillas de etnia albanesa. La guerra en Kosovo terminó con los bombardeos de la OTAN contra las República Federal de Yugoslavia,5 aunque posteriores desórdenes generalizados en Kosovo estallaron en 2004. Los conflictos en el sur de Serbia y en la república de Macedonia terminaron con tratados de paz internacionalmente fiscalizados entre los insurgentes y el gobierno, pero la situación en ambas regiones sigue siendo frágil. Fuente: wikipedia

Tropas musulmanas que combatieron junto con los rusos en la Segunda Guerra Mundial


A comienzos de mayo, en todas las mezquitas de Rusia se dedican solemnes prédicas al 60 aniversario de la Victoria sobre el nazismo. «Todos nosotros conmemoramos a nuestros seres queridos que peleaban en los frentes de la Gran Guerra Patria o trabajaban en la retaguardia», dice Radik Amirov, jefe de la oficina de prensa de la Dirección de los Musulmanes de la Parte Europea de Rusia.

La Gran Guerra Patria ( 22 de junio de 1941 - 9 de mayo de 1945) formó parte de la Segunda Guerra Mundial. El abuelo de Radik, Abdullah Amirov, desapareció en esa guerra en otoño de 1941. Quedaron sin padre cuatro hijos, el menor de los cuales tenía un año de edad. «El abuelo no quiso evadir el servicio militar, porque la defensa de la Patria es un deber sagrado de todo hombre musulmán», dice Radik Amirov.

Durante un largo tiempo la familia sólo sabía de un paisano - quien lo vio con sus propios ojos, pero no pudo ayudar en nada - que Amirov fue gravemente herido. Las tropas soviéticas retrocedían hacia el interior del país bajo atroces ataques de la artillería enemiga.

Los datos sobre quienes habían perecido en aquel combate fueron entregados solamente hace poco a Rusia de un archivo alemán. Sólo en vísperas del 60 aniversario de la Victoria, los Amirov supieron dónde está enterrado su pariente, y el 9 de mayo irán a visitar su tumba.

Los nazis agredieron a la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, asestando uno de sus primeros golpes contra la fortaleza de Brest, que se encontraba cerca de la frontera y opuso una eficaz resistencia. Allí combatieron representantes de 30 nacionalidades de la URSS, que supieron mantenerse durante casi un mes. En ese tiempo los alemanes ya se apoderaron de una considerable parte del territorio soviético.

A uno de los defensores de la fortaleza, el tártaro Piotr Gavrilov, le fue otorgado el título de Héroe de la Unión Soviética, la más alta distinción militar. Junto con él combatían muchos inguches y chechenos. Poco antes de comenzar la guerra, a Brest fue enviado un batallón integrado por jóvenes procedentes del Cáucaso del Norte. Muchos de ellos perecieron, algunos cayeron prisioneros.

Pasados 40 años después del fin de la guerra, el checheno Eki Uzuev se dirigió a Brest para aclarar el destino de sus hermanos mayores. El director del museo "La fortaleza de Brest" le dijo: «Su hermano Magomed Uzuev murió como un héroe, su nombre está grabado en la estela conmemorativa del 333 regimiento de fusileros. De su segundo hermano, Visait, no disponemos de ninguna información, lamentablemente». Eki llevó esa noticia a su poblado, donde a Magomed lo estuvo esperando durante 40 años su novia.

Con la defensa de la fortaleza están relacionadas muchas leyendas. Una trata del último de sus defensores. Su nombre se ignoraba durante mucho tiempo. Hace poco, en Ingushia fueron publicadas las memorias de Stankus Antanas, un lituano que era oficial de la SS. En julio de 1941, su regimiento recibió la orden de liquidar a los pocos soldados del Ejército Rojo que quedaban en la fortaleza.

Cuando se creó que ya ninguno de ellos estaba con vida, y un general de la SS hizo formarse en la plaza a los soldados para entregarles condecoraciones por la toma de la fortaleza, de una de las casamatas subterráneas salió un oficial del Ejército Rojo, alto y gallardo.

«Estaba ciego a causa de una herida y caminaba con el brazo izquierdo extendido y puesto el derecho sobre la pistolera. Su uniforme estaba roto, pero él avanzaba por la plaza con aire de orgullo. 

Los alemanes lo contemplaban petrificados. Al llegar al borde de un embudo dejado por proyectil, él se paró y se volvió de cara al Oeste. El general de repente dirigió saludo militar a este último defensor de la fortaleza de Brest, e inmediatamente lo siguieron los demás oficiales de la división. El ruso sacó la pistola y se pegó un tiro contra la sien, cayendo de cara a Alemania. Un suspiro recorrió la plaza. Lo contemplábamos pasmados, admirando la valentía de aquel hombre», escribe Antanas.

En sus documentos figura el apellido de Barjanoev. Pasados decenios se pudo averiguar que se trataba de Umatguirey Barjanoev, oriundo del poblado checheno de Yandare.

Las causas por las que los nombres de muchos héroes se llegan a conocer sólo actualmente consisten en que en 1944 los pueblos checheno, inguche y otros fueron sometidos a represiones y deportados a Siberia o Asia Central. Durante largos años no se mencionaba lo que hicieron por la Victoria representantes de esas nacionalidades. Es de señalar que hubo traidores entre muchos pueblos, incluido el ruso. El tema de quién y por qué razones aceptaba combatir del lado de los nazis después de haber caído prisionero no está estudiado cabalmente hasta hoy día. Pero todo ello no justifica la deportación ni la humillación de aquellos hombres que lucharon heroicamente contra el nazismo.

La mayoría de los representantes de los pueblos sometidos a represiones fueron revocados de los frentes y privados de las condecoraciones y los grados militares recibidos. En total, dentro de los desplazados se vieron 5943 oficiales, 20209 sargentos y 130691 soldados rasos.

Para seguir permaneciendo en las filas, muchos indicaban otra nacionalidad en los documentos. Sabiendo que a los inguches y los chechenos no les daban condecoraciones, algunos de los jefes militares también les indicaban otra nacionalidad al nominarlos. Por ejemplo, 46 inguches fueron nominados al título de Héroe de la Unión Soviética. Pero lo recibieron sólo tres de ellos, además al cabo de 50 años solamente.El checheno Movlid Visaitov recorrió los caminos de guerra del Terek al Elba, tuvo bajo su mando el 255 regimiento especial de caballería checheno-inguche y el 28 regimiento de guardia. Fue el primero entre los oficiales soviéticos en apretar la mano en el Elba al general Bolling, comandante de las unidades de vanguardia estadounidenses. Figuró entre un reducido número de los oficiales soviéticos que recibieron una de las más altas condecoraciones estadounidenses: la Orden de la Legión del Honor.

Cuando en un local entraba un caballero de esa orden, tenían que levantarse y saludarlo de pie todos los estadounidenses, incluido el presidente de EE UU. Al final de la guerra, Visaitov fue nominado a recibir el título de Héroe de la Unión Soviética, pero a causa de su nacionalidad éste no le fue otorgado. La justicia se impuso sólo en 1990, cuando él ya no estaba entre los vivos.
Durante la guerra, a la gente sencilla no le importaba la nacionalidad de las personas que la rodeaban. Una mujer ucraniana, Galia, cuidó de Visaitov después de haber quedado él gravemente herido cerca de Taganrog. Él la halló después de terminada la guerra, y las dos familias -la chechena y la ucraniana - mantenían amistad hasta la muerte de Movlid.

Musulmanes soviéticos salvaban durante la guerra a sus compatriotas judíos y gitanos, los que, según las órdenes nazis tenían que ser exterminados. «Al caer prisioneros junto con unos judíos y gitanos, los oficiales musulmanes los hacían pasar por los "suyos": tártaros, azerbaiyanos, chechenos, etc. También en las zonas ocupadas salvaban a los judíos. En un poblado bielorruso, una tártara escondió a dos judíos que se habían fugado de los alemanes. Ella no los entregó ni cuando los nazis entraron en su casa, y al irse éstos, les indicó un camino seguro entre la ciénaga, para que ellos pudiesen llegar allá donde se encontraban unidades soviéticas", refiere Radik Amirov. "Tales historias nos unen a todos en las épocas difíciles para el país», dice él.

Es imposible saber hoy día cuántos musulmanes en total pelearon en los frentes de la Gran Guerra Patria. Nadie se dedicaba a reunir tales datos estadísticos. Eran centenares de miles. Sólo en Rusia viven cerca de 40 etnias que profesan el Islamismo. Hay que añadir a ello a los musulmanes de las ex repúblicas soviéticas. Y cuando hoy día los pueblos intentan calcular a sus héroes, no resulta fácil reunir los datos. La única institución que sería capaz de hacerlo son las Direcciones Religiosas de los Musulmanes. Pero éstas dicen: No queremos dedicarnos a la repartición de la Victoria, ésta fue una para todos los pueblos de la Unión Soviética. Y tienen razón al afirmarlo.

Pero pese a ello conviene aducir ciertos datos. Solamente por la liberación de Bielorrusia, fue concedido el alto título de Héroe de la Unión Soviética a unos 130 musulmanes, entre los que también hubo tártaros. En total, durante la guerra lo recibieron unos 170 tártaros, ocupando el cuarto lugar, después de los rusos, los ucranios y los bielorrusos. Los aviadores Musa Gareev y Talgat Biguildinov (éste último era hijo de los pueblos tártaro y kazajo) llegaron a ser dos veces Héroes de la Unión Soviética.

Este título fue otorgado póstumamente a Alexander Matrosov. El 23 de febrero de 1943, en el momento decisivo de un combate, él topó con su cuerpo un punto de fuego del adversario. Al sacrificar su vida, Alexander, de 19 años de edad, salvó las de decenas de sus compañeros. Todo el mundo en la URSS conocía el apellido de él. Pero hace poco se averiguó que Matrosov no era su apellido verdadero. En realidad él se llamaba Shakir Muhametjanov, nació en Bashkiria, en una familia tártara. Siendo pequeño, perdió a los padres, y cuando lo mandaron a un hogar infantil, se inscribió con otro nombre y apellido, para no distinguirse entre otros chicos.

El checheno Khanpashi Nuradilov pereció en la batalla de Stalingrado en 1942. He aquí lo que decía una octavilla sobre la proeza realizada por él: 
«Un hércules, un águila, un paladín: es así como se debe llamar al ametrallador Khanpashi Nuradilov, nuestro heroico sargento. De su ametralladora él mató a 920 nazis, se apoderó de 7 ametralladoras del adversario, tomó prisioneros a 12 alemanes. El héroe pereció como un paladín de su entrañable Patria. El Gobierno distinguió con las órdenes de la Bandera Roja y la Estrella Roja los méritos combativos del héroe».


La batalla de Stalingrado llegó a ser momento crucial en la historia de la Gran Guerra Patria y la Segunda Guerra Mundial, duró 200 días: desde julio de 1942 hasta febrero de 1943. Los nazis perdieron durante esa batalla cerca de 1,5 millones de soldados y oficiales, o el 25 por ciento de todos sus efectivos que actuaban en el frente soviético-alemán. Las bajas del Ejército Rojo sumaron 1 millón 130 mil soldados y oficiales, incluidos 480 mil muertos. Entre quienes quedaron por siempre en la tierra de Stalingrado se encuentra también el abuelo del presidente de la Dirección Religiosa de los Musulmanes de la Parte Europea de Rusia, el mufti jeque Ravil Gainutdin.

Muchos musulmanes perecieron en los combates por liberación de Leningrado. El sitio a la ciudad duró 900 días. Centenares de miles de sus habitantes murieron de hambre y bombardeos. Pero hasta el final procuraban conservar la presencia de ánimo. En la ciudad, que a diario sufría ataques de artillería, se daban espectáculos y conciertos. En 1941, allí fueron organizadas unas conferencias con motivo del natalicio del poeta azerbaiyano Nizami, que vivió en el siglo XII.
Los musulmanes combatían en todos los frentes de la Gran Guerra Patria, los hubo también entre grupos de reconocimiento y destacamentos guerrilleros. En 1942 fue formado uno de caballería inguche al mando de Tousi Shadiev. Más tarde, en 1943, ese destacamento guerrillero llegó a formar parte de la división especial checheno-inguche.

Musa Jalil, presidente de la Unión de Escritores de Tartaria, dio una muestra de valentía, al caer prisionero siendo herido en 1942. Él supo organizar un grupo clandestino que desplegó la labor propagandística en las legiones que se formaban de prisioneros de guerra para combatir contra el Ejército Rojo. Como resultado de su actividad, ya la primera legión enviada al frente se puso del lado de las tropas soviéticas.

El grupo de Jalil empezó a preparar una sublevación general de prisioneros de guerra. Pero los nazis dieron con la pista del grupo clandestino y arrestaron a todos sus miembros. En la cárcel de Moabit Musa Jalil escribió sus últimas poesías. Él y los miembros de su grupo, incluido el famoso escritor tártaro Abdullah Alish, fueron ejecutados. Los cuadernos de Moabit fueron conservados por otros reclusos que quedaron con vida. En 1968, en la URSS fue rodada una película sobre la hazaña de Musa Jalil.

Quienes permanecían en la retaguardia también hacían un sustancial aporte a la Victoria. Durante la guerra, en todas las mezquitas se recolectaban dinero, ropa y víveres para mandarlos al frente y prestar ayuda a las familias de los combatientes. En 1943, el entonces mufti de la Dirección Religiosa de los Musulmanes de la Parte Europea de la URSS y Siberia, Gabdurahman Rasulev, le dirigió a Stalin una carta con aseveraciones del apoyo al Ejército Rojo y los recursos reunidos por los musulmanes para la construcción de una columna de carros blindados.

Sucedió que una parte considerable del territorio soviético donde por tradición viven los musulmanes no fue ocupado. Precisamente allá se evacuaba la gente de todo el país, allí fueron concentradas las más importantes empresas industriales que fabricaban armas para el frente, allí se recolectaba la cosecha. En las fábricas y el campo trabajan fundamentalmente mujeres.

En el frente también había mujeres musulmanas, muchas eran médicas o enfermeras, sacaban a heridos de la línea delantera bajo lluvia del fuego. Algunas combatían al lado de los hombres. La inguche Lala Ujahova se fue a la guerra como una voluntaria. Durante cuatro años sirvió de apuntadora y más tarde de comandante de una pieza de artillería. La tártara Marguba Sirtlanova realizó más de 780 vuelos de combate en un bombardero nocturno.

Es infinita la lista de los héroes que combatieron en los frentes o trabajaron en la retaguardia. Muchos de ellos no recibieron condecoraciones, pero todos los ciudadanos de Rusia y de otros países de la CEI los recuerdan a todos hoy día, indistintamente de la nacionalidad o la creencia religiosa de ellos.

Marianna Belenkaya

Tropas musulmanas en la Segunda Guerra Mundial junto a la Alemania nazi

El líder palestino Amin al-Husaynipasando revista a las tropas bosnias de lasSS.
La 13ª División de Montaña SS Handschar o 13te Waffen-Gebirgs-Division der SS Handschar (1ª Croata y Bosnia) fue una División de las Waffen-SSformada el año 1943 por voluntarios musulmanes de Croacia y Bosnia-Herzegovina que combatió durante la Segunda Guerra Mundial junto a laAlemania nazi, participando especialmente en las luchas contra las guerrillas yugoslavas de Josip Broz Tito.

Historial 

Formación

La 13. Waffen-Gebirgs-Division der SS "Handschar" (1.ª Croata y Bosnia) quedó constituida el 10 de febrero de 1943, formada por voluntarios musulmanes procedentes de Croacia y Bosnia-Herzegovina. El sobrenombre de la unidad, "Handschar" (Handzar en croata), deriva de la cimitarra, la típica espada de origen turco, que aparece como símbolo de la División.
Desde el otoño de 1942 Heinrich Himmler y Gottlob Berger ya habían estudiado la posibilidad de enrolar en las SS a voluntarios musulmanes procedentes de los Balcanes. Tras la aprobación por parte de Hitler, el SS-Obergruppenführer Artur Phleps y Amin al-Husayni, dirigente nacionalista árabe palestino y líder religioso musulmán, dieron inicio a las operaciones de reclutamiento para la formación de la unidad.
De este modo, a principios de 1943 ya habían sido reclutados 21.065 hombres, mayoritariamente de confesión musulmana, y además, como caso extraño en las unidades de las SS, la División había igualmente reclutado un imán por cada batallón y un mulá por cada uno de sus regimientos; otra de las peculiaridades de la División, referida a su uniforme, era su característico fez de color verde.

Revuelta de Villefranche-de-Rouergue

El 17 de septiembre de 1943, un grupo de soldados bosníacos al mando de Ferid Dzanic protagonizaron el motín de Villefranche-de-Rouergue, localidad del sur de Francia. Fue el único motín registrado en las unidades de las SS en toda su historia. Los amotinados capturaron a la mayoría de los alemanes y ejecutaron a cinco oficiales. Aparentemente, los amotinados creyeron que la mayoría de los soldados de la unidad iban a unirse a su causa y que de esa forma iban a llegar a las posiciones de los Aliados.
La revuelta fue sofocada gracias a la mediación engañosa del imán Halim Malkoc y de un tal doctor Schweiger. Unos 20 rebeldes resultaron muertos o ejecutados por un proceso sumarísimo después de sofocarse la revuelta.
Los alemanes estaban convencidos de que la revuelta de Villefranche-de-Rouergue fue obra de "comunistas infiltrados" en sus filas. Inmediatamente después de terminar con la rebelión, "purgaron" la unidad. Cerca de 1.000 soldados fueron declarados "inadecuados" o "políticamente inadecuados" para la unidad y enviados a Alemania para "servicios de trabajo". Unos 265 rechazaron "trabajar" y fueron trasladados al campo de concentración deNeuengamme, donde la mayoría murieron. Irónicamente, cuando Villefranche-de-Rouergue fue liberada de la ocupación nazi en 1944, la ciudad nombró una de sus calles como la "Avenida de los Croatas", en memoria de los rebeldes que protagonizaron el motín. Según Louis Erignac, Villefranche-de-Rouergue fue la primera ciudad liberada de la Francia ocupada por los nazis.

Retorno a los Balcanes

Tras este período de entrenamiento, a partir de febrero de 1944, la 13ª División, junto con otras dos divisiones de las SS, la 23ª División de Montaña SS Kama y la 21ª Waffen División de Montaña SS Skanderbeg, es destinada a la lucha contra guerrillas, concretamente a diversas operaciones contra lospartisanos comunistas yugoslavos liderados por Josip Broz, alias Tito. Durante todo este período los hombres de la División serán protagonistas de numerosísimos episodios de violencia contra la población civil de las zonas rurales, a la cual acusaban de auxiliar a los partisanos (lo cual se traducía en matanzas de todo tipo); por este motivo, con el avance del Ejército Rojo sobre los Balcanes, se inicia un constante reguero de deserciones por parte de miembros de la División, con el objetivo de proteger su familia y propiedades de posibles venganzas por los partisanos comunistas.

Retirada y final

La retirada alemana de los Balcanes, producida a lo largo de octubre y noviembre de 1944, acelera la descomposición de la División Handschar al hacerse evidente el resultado final de la guerra y desaparecer el apoyo de la Wehrmacht, crucial para enfrentarse con éxito a los partisanos y al Ejército Rojo. Así, en noviembre de 1944 la División SS Handschar estaba prácticamente en desbandada, aunque un pequeño número de miembros de la unidad siguieron combatiendo como unidad articulada hasta el 8 de mayo de 1945, momento en que se rinden en Austria a las tropas británicas, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial en Europa y con Adolf Hitler ya muerto.

Condecorados


En total, cuatro componentes de la unidad recibieron la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro. Fuente: wikipedia

Imágenes: Alemania tras la Primera Guerra Mundial






Jabones de grasa humana, mito o realidad


Tras la II GM, los hombres de Hitler fueron acusados de hervir cadáveres humanos para extraerles el sebo y usarlo en la industria de la limpieza. Son decenas las leyendas que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hablan de las sanguinarias prácticas realizadas por los nazis con los presos de los campos de concentración. Desde fabricar lámparas con piel humana hasta llevar a cabo crueles ensayos con seres humanos, es imposible desligar a los hombres de Hitler de la brutalidad y la barbarie. Sin embargo, hay un mito especialmente recurrente por su capacidad para poner los pelos de punta: el que afirma que, en 1943, los científicos alemanes comercializaron una pastilla de jabón elaborada con grasa de prisioneros judíos previamente asesinados y hervidos. ¿Realidad o ficción? Ni una cosa ni la otra ya que, aunque es falso que se vendiera, este experimento sí vio la luz a pequeña escala.
Corría por entonces el año 1943 en una Alemania inmersa hasta la ingle en la Segunda Guerra Mundial y abrumada por la ingente cantidad de prisioneros que copaban los campos de concentración. En aquella época, los hornos crematorios de los nazis funcionaban a pleno rendimiento con un único objetivo: evitar la acumulación de cadáveres judíos que generaba la denominada «Solución final» (o exterminio) ordenado por Hitler. La única premisa era la muerte indiscriminada de hombres, mujeres, niños y ancianos para orgullo del Führer.
No obstante, siempre es posible generar más maldad de la ya existente y, en ese contexto de muerte sin razón, alguien tuvo una idea: ¿Por qué no usar los restos de los cadáveres en provecho de Hitler? Increíble pero cierto. Así pues, se generó una gran industria en torno a los cadáveres de los prisioneros judíos. Entre los diferentes «productos» vendidos por los líderes nacionalsocialistas de entonces se destacó, por ejemplo, el pelo humano, el cual era usado para elaborar pelucas femeninas. Había comenzado, en definitiva, la época más cruel del Tercer Reich. Un tiempo que haría correr ríos de sangre y que motivaría la extensión de la leyenda más macabra de la época, la del jabón que se fabricaba con grasa humana.

La leyenda

Esta leyenda no brotó, curiosamente, con la llegada del nazismo, sino que fue creada por los británicos en 1917 durante los años de la Primera Guerra Mundial. Por entonces, el diario «The Times» difundió en un reportaje que los alemanes elaboraban jabón con la grasa de los prisiones ingleses tras hervirlos. Aquella mentira causó tanto revuelo que, ocho años después, tuvo que ser desmentida por el mismo Austen Chamberlain –el secretario de asuntos exteriores del Reino Unido-. Pero ya era tarde, pues la semilla de la desconfianza había sido sembrada y había provocado una leyenda que resistiría el paso de los tiempos.

La llegada de la Segunda Guerra Mundial -en 1939- hizo que este mito volviera a salir a la luz acompañado, a su vez, por una nueva mentira: la que decía que los nazis no sólo estaban fabricando jabón a partir de prisioneros, sino que lo habían comercializado a gran escala. «La acusación (…) fue creída por muchos hasta hoy. Al parecer, el único sustento real de esta creencia era que la principal marca de jabones a la venta en la época se llamaba RIF, palabra que era interpretada como las siglas de “Reines Jüdisches Fett” (“Grasa pura de judío”), cuando en realidad lo era de “Reichsstelle für industrielle Fettversorgung” (“Centro Nacional para la Provisión Industrial de Grasa”)», señala Justino Balboa en su libro «Los grandes enigmas de la Segunda Guerra Mundial».

Una dura realidad

Sin embargo, la desgracia quiso que, años después, esta falacia se convirtiera en realidad por obra y (des)gracia de un científico nazi llamado Rudolf Spanner, director del Instituto Anatómico de Danzig. Todo comenzó cuando este investigador alemán solicitó al Reich que le enviara decenas de prisioneros del hospital psiquiátrico de Konradstein y del campo de concentración de Struthof-Natzweiler para que le «ayudaran» en un nuevo experimento. Dicho y hecho, pues era 1943 y Hitler andaba sobrado de reos. Una vez en el laboratorio, el doctor ordenó asesinarlos y hervirlos para que su grasa se desprendiera del cuerpo y pudiera usarse para fabricar jabón.

Así recordaba Sigmund Mazur, asistente de Spanner, aquellos crueles asesinatos en el juicio que se llevó a cabo en Núremberg contra los líderes nazis tras la contienda: «Los cadáveres llegaban en un promedio de siete y ocho por día. Todos habían sido decapitados y estaban desnudos. A veces llegaban en un carro de la Cruz Roja y otras en un camión que podía contener hasta cuatro cuerpos (…) Luego se cocían de 3 a 7 días y se recogía su grasa (…). Esto se hacía desde 1943, cuando Spanner nos dijo que recolectáramos toda la grasa que pudiéramos».
Mediante esta repulsiva técnica, el doctor consiguió elaborar entre 10 y 100 kilos de jabón que utilizó de manera personal y regaló a sus más allegados. «De acuerdo con los testimonios de Spanner tras la guerra, el jabón fue usado terapéuticamente inyectándolo en ligamentos de articulaciones. Salvo en este caso aislado, no existen pruebas de que se haya usado grasa humana, judía o no, de forma continua o no, durante el período nazi. De hecho, los experimentos de Spanner se interrumpieron inmediatamente en cuanto el jefe de las SS escuchó el rumor», finaliza el autor español en su obra. Fuente: ABC

Las batallas de las enfermeras en la Primera Guerra Mundial


Durante la Primera Guerra Mundial la enfermería fue un trabajo agotador, muchas veces peligroso, y las voluntarias que lo llevaron a cabo enfrentaron de forma directa el horror de los combates. Algunas de ellas pagaron un precio muy alto.
Pero su historia está rodeada de mitos y por lo general no se ha reconocido la enorme contribución que hicieron, como explica a la BBC la baronesa Shirley Williams, académica y miembro vitalicia de la Cámara de los Lores del parlamento británico.
En su muy admirado libro, publicado en 1975, The Great War and Modern Memory ("La Gran Guerra y la Memoria Moderna"), el crítico literario e historiador Paul Fussell escribió sobre los perpetuos mitos y leyendas de la Primera Guerra que tuvieron tanta fuerza que, en muchas mentes, se volvieron indistinguibles de los hechos. Pero sorprende que Fussell casi no menciona a las enfermeras. No hay referencia a Edith Cavell, ni mucho menos a Florence Nightingale.
Sin embargo el mito de la enfermera gentil y joven, que a menudo era voluntaria y miembro no entrenada del VAD (Destacamento de Voluntarias de Ayuda), vestida con su uniforme blanco e inmaculado, era universalmente admirado. El mito repetía historias que durante siglos se habían escuchado, desde el Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda hasta Enrique V de Shakesperare, sobre los bruscos pero valientes guerreros que encontraban jóvenes gráciles que se encargaban de cuidarlos.
Mi madre, Vera Brittain, autora de una crónica conmovedora y cándida sobre su experiencia durante la guerra, Testament of Youth("Testamento de Juventud"), fue parte de ese mito. En el curso de la guerra peridió a todos los jóvenes a los que había amado: su novio Roland, su hermano Edward, sus queridos amigos Victor y Geoffrey.
Se enfrascó en la enfermería en algunos de los campos de batalla más terribles en un intento por aliviar el dolor de su duelo. También se decidió a recrear los personajes y las vidas de aquellos que había perdido para que las generaciones de lectores no los olvidaran y para que vivieran en la memoria de muchos.
Su experiencia personal, combinada con su talento para escribir, lograron pasajes atrapantes. Pero debido a que hubo muy pocas mujeres escritoras que también fueron enfermeras de guerra como ella, la leyenda de las VAD dominó la historia de la enfermería. A pesar de sus recuentos, a menudo lo que se escribió no era ni preciso ni justo.
El reconocimiento de la contribución de las enfermeras, tan importante como la de los médicos en el frente de batalla, todavía no se ha logrado.
Las mujeres de la Gran Guerra
En 1914, los jóvenes, hombres y mujeres, al igual que sus padres esperaban que la guerra fuera corta. Las canciones en los salones de baile eran patrióticas y optimistas. Se esperaba que las mujeres aguardaran en su casa pacientemente o, si pertenecían a la clase trabajadora, se unieran a las fábricas de municiones. "Mantén el fuego ardiendo", se les repetía. "Aunque sus hombres están lejos, pronto volverán a casa". Pero si los hombres resultaban heridos había muy pocas enfermeras que se hicieran cargo de cuidarlos.
El principal cuerpo de enfermeras entrenadas era el Servicio de Enfermería Militar Imperial de la Reina Alexandra (QAIMNS). Había sido fundado en 1902, en la época de la guerra de los Bóeres, y en 1914 tenía menos de 300 miembros. Al fin de la guerra, cuatro años después, contaba con 10.000 enfermeras. Además, otras organizaciones formadas anteriormente tenían como propósito principal el cuidado de los miembros de las fuerzas armadas, como por ejemplo el Cuerpo de Caballería de Enfermería de Primeros Auxilios creado en 1907.
Asimismo, había miles de mujeres no entrenadas trabajando como parteras o enfermeras en la vida civil, pero tenían poca o ninguna experiencia de trabajo con soldados heridos y su estatus en la sociedad era poco más alto que el de las empleadas domésticas.
Debido a que el ejército británico se oponía resueltamente a las enfermeras militares, con excepción de las de QAIMNS, las primeras voluntarias británicas estaban obligadas a servir con las fuerzas francesas y belgas. Muchas de ellas pertenecían a familias de la aristocracia o eran sus sirvientas. Las mujeres poderosas que dirigían grandes familias y grandes propiedades estaban bien entrenadas en administración y no tuvieron problemas en hacerse cargo de un hospital militar. Su confianza en sus propias capacidades era impactante.
La más famosa de estas mujeres era la duquesa de Sutherland, apodada Meddlesome Millie (la entrometida Millie). Poco después de que se declaró la guerra, junto con otras grandes damas como ella, llevó a médicos y enfermeras a Francia y Bélgica, organizando el transporte y equipo para establecer hospitales y estaciones de asistencia a víctimas.
Superando todos los obstáculos burocráticos que se les pusieron en el camino, para la primavera de 1915 la enorme y sangrienta ola de víctimas simplemente las sobrepasó. Incluso los más altos oficiales del ejército británico se rindieron ante ellas, dada la presión del momento y el firme compromiso que habían demostrado.
En esa etapa de la guerra se comenzó a invitar a las mujeres a servir en una variedad de funciones, entre las que se contaba la enfermería. Miles de jóvenes de hogares de clase media con poca experiencia en empleo doméstico, sin mucha educación relevante y en total ignorancia del cuerpo masculino, se ofrecieron como voluntarias y pronto fueron colocadas en funciones en hospitales militares.
En muchos casos, no fueron recibidas con amabilidad. Las enfermeras profesionales, que luchaban por algún tipo de reconocimiento y entrenamiento apropiado, temían que esa enorme invasión de voluntarias no calificadas socavara sus esfuerzos. Las integrantes del VAD, que estaban muy mal remuneradas, tenían principalmente la función del aseo doméstico, la limpieza de pisos, el cambio de sábanas y el vaciado de bacinillas, pero sólo en etapas posteriores de la guerra se les permitió que cambiaran vendajes o administraran medicamentos.
La imagen y los uniformes conspicuos de la Cruz Roja eran románticos, pero el trabajo en sí mismo era agotador, no tenía descanso y en ocasiones resultaba repugnante. Las relaciones entre las enfermeras profesionales y las asistentes voluntarias se reducía a una rígida e inquebrantable disciplina. Los contratos de las VAD podían modificarse incluso por romper las regulaciones más leves.
El clima de la vida hospitalaria era severo y muchas VAD, incluida mi madre, también tuvieron que enfrentar tensión en las relaciones con sus padres y otros familiares. La retaguardia durante la Gran Guerra estaba muy lejos de los frentes donde las batallas se peleaban.


Cambió la medicina

No había televisión ni radio y los informes de la prensa tardaban mucho. La gente se enteraba de fragmentos de lo ocurrido por medio de listas de víctimas o cartas de sus parientes soldados.
En una carta de su padre en la primavera de 1918, mi madre -que en ese momento cuidaba a soldados que habían sufrido un ataque con gas, como enfermera en un hospital escaso de personal y ubicado dentro del radio de los bombardeos en la línea del frente alemán- recibió la orden de regresar a casa. Era "su deber", escribía su padre, ayudar a sus parientes con la difícil tarea del manejo de su cómodo hogar.
La guerra produjo problemas médicos que difícilmente se conocían en la vida civil y que los médicos y enfermeras no habían experimentado antes. El más común fue la infección de las heridas, cuando los hombres acribillados con balas de metralletas quedaban con trozos de uniforme y barro contaminado de las trincheras que se propagaban hacia su abdomen y sus órganos internos. No había antibióticos, por supuesto, y los desinfectantes que se utilizaban eran rudimentarios e insuficientes.
Según Christine Hallett en su amplio y bien investigado libro sobre la enfermería en la Primera Guerra Mundial, Veiled Warriors ("Guerreras Veladas"), en el frente ruso se usaron medidas más radicales con mayor frecuencia. Se cubría las heridas con yodo o sal, se vendaba con firmeza el cuerpo y la víctima era transportada muchos kilómetros hacia los hospitales de guerra.
En Reino Unido se hicieron muchos esfuerzos para tratar las heridas infectadas, pero miles murieron a causa de tétanos o gangrena antes de que fuera descubierto un antídoto efectivo. Hacia el fin de la guerra comenzaron a surgir algunas soluciones radicales. Una de ellas fue la trasfusión sanguínea, que se llevaba a cabo conectando una sonda entre el paciente y el donante: una transferencia directa.
Cuando terminó la guerra, la mayoría de las VAD dejaron el servicio pero algunas de las más aventuradas viajaron hacia otras guerras.
Las que regresaron llegaron a sitios donde quedaban pocos hombres. Fue esa pérdida enorme de cientos de miles de jóvenes varones en Francia, Bélgica, Reino Unido, además de Rusia y, por supuesto, Alemania, lo que avanzó la causa de la igualdad y la extensión del sufragio a las mujeres.
La falta de hombres, especialmente en los campos administrativo y comercial, condujo a que los empleadores contrataran a mujeres y ellas, a su vez, buscaron empleo pago y formas de ganarse la vida. Pero las profesiones se mostraron renuentes al cambio. Las enfermeras profesionales, la columna vertebral del servicio en la guerra, no obtuvieron reconocimiento legal ni certificación de registro hasta 1943. Algunas se reorientaron hacia la salud pública o la partería, pero la enfermería siguió siendo una especie de "servicio cenicienta".

Mucho ha mejorado en los últimos 60 años, pero la total aceptación del conocimiento y la experiencia de las enfermeras como contribuyentes tan importantes como los médicos para el bienestar de los pacientes sigue siendo un trabajo en curso. Pertenecer a una profesional principalmente femenina continúa siendo una injusta desventaja. Fuente: BBC

Los últimos días antes de la entrada del Franquismo en Madrid


En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.

El Generalísimo Franco
Burgos 1º abril 1939
Este fue el parte de guerra que el 1 de abril daba por concluida la contienda, emitido por radio con la voz de Fernando Fernández de Córdoba. Se cerraban casi tres años de combates desde que el 18 de julio de 1936 un grupo de militares perpetrara un golpe de Estado contra la República. Tres años de Guerra donde los vencedores dieron todas las muestras de lo que iba a ser el régimen que forjaban. El objetivo era claro: aplastamiento definitivo de sus enemigos. Porque como Fernando Fernán Gómez dice al final de su obraLas bicicletas son para el verano, cuando finalizó la contienda no hubo paz, comenzó la victoria. Y frente a ella, los derrotados.
No habían pasado ni ocho años desde que el 14 de abril de 1931 se proclamase la República. Las ilusiones que entonces se forjaron quedaron aniquiladas ese 1 de abril de 1939. No solo por la derrotada de la República democrática. También porque fueron aplastados manu militari proyectos de transformación social que se venía desarrollando en España desde el siglo XIX. El movimiento obrero fue el gran derrotado de la Guerra Civil. Sus aspiraciones de una sociedad nueva y socialista quedaron aplastados. Los proyectos socialistas y anarquistas, muchos de los cuales se pusieron en práctica durante la Guerra Civil iniciando una verdadera y profunda revolución, fueron exterminados.
Pero la gran derrota de 1939 no solo se ejemplificó por una durísima represión iniciada por el gobierno de Franco. También por la imposición del terror. El terror político, el terror social y el terror psicológico. Algo que las generaciones posteriores siguieron sufriendo y que, actualmente, sigue siendo una de las grandes herencias del franquismo, merced a unas políticas de las memoria intencionadamente erróneas y fundamentadas en los principios de los vencedores de la Guerra Civil. Y es que mucho son los puntos del franquismo que aun se mantienen vigentes. Desde estructuras políticas pasando por instituciones no depuradas hasta llegar a una verdadera impunidad para las víctimas de una guerra y del franquismo que se debate entre el genocidio o las prácticas genocidas contra ellas. Algo que ha llamado la atención de las propias instituciones internacionales que han comprobado como en España no se ha hecho nada por restablecer la Verdad, la Justicia y la Reparación de las víctimas. Y, como dice el historiador Paul Preston, la corrupción también es otra de las grandes herencias actuales del franquismo.

Casado y el final de la Guerra Civil. Donde todos y ninguno tenían razón

El final de la Guerra Civil fue dramático. Mientras la maquinaria de exterminio de los rebeldes se puso en marcha desde el propio inicio de la Guerra (no hay más que recordar las palabras de Emilio Mola seguidas al pie de la letra) en el campo leal a la República se generó una serie de debates, muchos de ellos enriquecedores, que vinieron acompañados por disputas internas que poco favor hicieron.
El final de la Guerra Civil fue el fiel reflejo de esas disputas. Desde mayo de 1937 ostentaba la presidencia del gobierno de la República el socialista Juan Negrín. En su primero gobierno había eliminado la participación de los sindicalistas tanto de la UGT (producto de los problemas internos del movimiento socialista) como de la CNT. A pesar de ello se sucedieron distintos problemas en el seno del gobierno que no dejaban de ser problemas de los propios organismos que representaban. Los reveses militares llevaron a Negrín a promover una reforma de gobierno en 1938 donde caía un ministro comunista (Jesús Hernández) y entraban nuevamente los libertarios (Segundo Blanco). A pesar de ello el gobierno de Negrín se enfrentaba a varios problemas. El primero, el retroceso de la República en el campo de batalla. La toma de Teruel y su rápida pérdida era un motivo de preocupación para el gobierno de la República. El segundo una desigual lucha a nivel internacional. Mientras los golpistas habían encontrado rápidamente apoyos en sus aliados fascistas europeos (Portugal, Alemania e Italia) la República quedó completamente aislada. Ni Francia ni Reino Unido apoyaron a la República, promoviendo una Comité de No Intervención. La URSS apoyó con material bélico y asesores, pero esta ayuda siempre fue motivo de enconados debates al no ser desinteresada. México dio una ayuda sincera pero testimonial. A la altura de 1938 y con un mapa europeo muy distinto al de 1936, la República estaba seriamente erosionada a nivel internacional. Las Brigadas Internacionales se retiraban de la España leal haciendo entrever un cambio de política internacional en la URSS. Las potencias democráticas daban un nuevo ejemplo de debilidad frente al fascismo cuando cedieron ante Hitler por la invasión de los Sudetes. Los Acuerdos de Munich de septiembre de 1938 no dejaban de ser un duro golpe para la República española.
La Paz Honrosa era una completa utopía e ingenuidad teniendo en cuenta cual era la política de exterminio que Franco estaba llevando a cabo
Los problemas internos que se generaron tras la crisis de Mayo de 1937 quedaron larvados en muchas organizaciones. Los socialistas caballeristas (seguidores de Largo Caballero) se vieron fuera del poder y comenzaron a estrechar lazos con la CNT a nivel sindical, si bien otros sectores socialistas y comunistas dentro de la UGT les comenzaban a disputar la dirección del sindicato. La CNT también se vio fuera del gobierno, pero era una organización lo suficientemente poderosa como para mantener muchas cuotas de poder tanto a nivel municipal, militar o en el comisariado. Aun así las disputas llevadas en Barcelona en Mayo de 1937 fue algo que se guardaron los anarquistas. Igualmente la alianza circunstancial para poder controlar el gobierno que Negrín, Prieto y los comunistas formaron se fue erosionando poco a poco por las propias disputas internas hasta llevar a la crisis de febrero de 1939. El presidente de la República, Manuel Azaña, era criticado por todos, que lo acusaban de derrotista por sus reflexiones y escritos.
Cuando el 5 de marzo de 1939 el coronel Segismundo Casado constituyó un Consejo Nacional de Defensa (CND) desautorizando al gobierno de Juan Negrín, todas estas querellas internas estaban encima de la mesa. El problema que la historiografía ha planteado es que ha mezclado todas las cuestiones haciendo una historia unívoca. Pero repasando las fuentes nos damos cuentas que ese CND que surgió en Madrid no era tan cohesionado como se creía. Porque una cosa era los intereses de Casado y otra muy distinta la de los casadistas. Casado llevaba tiempo en contacto con agentes británicos para poder liquidar la Guerra. Era consciente de que en su entorno tenía agentes de la Quinta Columna, como el teniente coronel José Centaño de la Paz. Que estos estaban llevando conversaciones con los quitacolumnistas en Madrid que pasaban la información al gobierno militar rebelde de Burgos. Pero los casadistas, que eran una suerte socialistas caballeristas, libertarios, algunos republicanos y figuras simbólicas como el socialista Julián Besteiro o el militar José Miaja, tenían otras pretensiones y, sobre todo, demasiadas querellas con los comunistas por todo lo acontecido en el pasado, ya que estos les habían marginado en una política de intento de control del movimiento obrero. La gran diferencia, y fundamental, entre Casado y los casadistas era que mientras Casado quería negociar una paz honrosa a cualquier precio los casadistas no estaban dispuesto a ello, tal como demostraron a partir de la segunda quincena de marzo. Pero ya era demasiado tarde.
Por contra, el gobierno de Negrín era legal pero débil y estaba profundamente erosionado. Cuando se constituyó el CND casi ningún ministro del gabinete de Negrín estaba en España. Igualmente, mientras Negrín anunciaba (como hizo en numerosas ocasiones con anterioridad) una ayuda militar de las potencias democráticas, éstas reconocían a finales de febrero al gobierno rebelde de Franco en Burgos. La política de Negrín quedaba desactivada y fuertemente erosionada. Además tampoco se escapaba que el propio gobierno de Negrín hablaba en algún momento de paz honrosa frente a los enemigos. Todas estas cuestiones se tomaron como un vacío de poder cuando se constituyó el CND.
Por su parte los comunistas habían ido perdiendo peso paulatino desde 1938. Desde 1936 el PCE había llevado a cabo una política que le llevó a llenar un vacío que dejaron los partidos republicanos, convirtiéndose en un partido de orden. Esto le llevó también a una disputa con el PSOE, la UGT y la CNT por el control el movimiento obrero. En este último punto el PCE fracasó. Los comunistas hicieron un llamamiento a la resistencia numantina para que los rebeldes no tomasen Madrid. Pero estaban a merced de la política internacional. No podemos olvidar que el PCE era la Sección Española de la Internacional Comunista y que estaban a disposición de lo que las directrices internacionales marcasen. Y a nivel internacional Stalin estaba cambiando de política. Esa posición de debilidad también fue detectada por su rivales políticos cuando se constituyo el CND en marzo de 1939. Cabe una pregunta en este punto. ¿Qué hubiese sucedido si la guerra se hubiese aguantado hasta septiembre de 1939, con la invasión alemana a Polonia, con el pacto Molotov-Von Ribbentropp de por medio? ¿Cual hubiese sido la posición del PCE ante la Guerra Civil española cuando está hubiese entrado en el conflicto general europeo? No es nuestra misión hacer ni historia factual ni ucronías, pero la pregunta no es baladí.
Los anarquistas siguieron siendo durante la Guerra referencia y ganaron en influencia en muchos sectores. Su posición fue de colaboración con el resto de fuerzas antifascistas y se puede decir que fue el movimiento que más cedió en el periodo bélico. Siendo antiestatista cedió ministros y cargos políticos. Siendo antimilitaristas dieron militares. Pero en la labor de control del movimiento obrero y en la forma de entender la Guerra Civil chocaron con sus rivales históricos, los comunistas. Aun así al acabar la guerra la importancia que anarquistas y comunistas tuvieron se hizo evidente al ser los únicos movimientos que articularon desde muy temprano una resistencia clandestina al franquismo.
Los combates que se entablaron en Madrid y alrededores (Guadalajara, Alcalá de Henares y Torrejón de Ardoz) entre las fuerzas del CND y las fuerzas comunistas leales a Negrín fueron el triste epílogo de la Guerra Civil. Sin hacer juicios de valor hay dos conclusiones claras en este triste final de la República:
1. A la altura de marzo de 1939 el gobierno de Negrín estaba completamente aislado a nivel nacional e internacional. Su posición era de completa debilidad.
2. El CND quiso llenar un vacío de poder sobre unas bases muy débiles, pues lo integrantes del mismo no coincidían en objetivos. La Paz Honrosa era una completa utopía e ingenuidad teniendo en cuenta cual era la política de exterminio que Franco estaba llevando a cabo.
Aun así una cosa es clara. La derrota de 1939 no vino determinada por las disputas internas en el campo republicano. Esa conclusión esta muy alejada de la realidad. Hay dos factores fundamentales que determinaron la derrota de la República y de los proyectos que en ella anidaban:
1. El primero y fundamental el golpe de Estado de 1936. La Guerra Civil se inició por dicho golpe de Estado. Y en él estaban los enemigos eternos del progresismo. El golpe lo apoyó la derecha política, una parte del Ejército, los terratenientes, la clase capitalista, la amplia mayoría de la Iglesia católica, etc.
2. La soledad de la República fue manifiesta. En el momento crucial de su existencia, cuando fue atacada, se quedó sola. Las potencias democráticas le dieron la espalda.
Por eso la gesta del pueblo español fue resistir durante tres años las embestidas de Franco, de los fascistas y de los nazis. Y que incluso esas fuerzas lograron derrotar por primera vez al fascismo en el campo de batalla en Guadalajara en 1937. Madrid nunca fue tomada por los rebeldes. Madrid cayó extenuada el 28 de marzo de 1939. Franco fracasó siempre que quiso tomar Madrid.

Las consecuencias de la victoria y la derrotada

El 1 de abril de 1939 comenzó el calvario para los que no pudieron salir de España. Las cárceles se llenaron de militantes antifascistas. Las organizaciones obreras y de izquierda fueron proscritas y perseguidas. Pensar distinto al régimen dictatorial era un delito que se pagaba con la propia vida. Miles de personas fueron juzgadas en juicios de guerra sumarísimos sin ninguna garantía jurídica. Frente a la presunción de inocencia se reglamentó la presunción de culpabilidad. Miles de personas fueron ejecutadas de forma extrajudicial y sus cuerpos arrojados a fosas comunes y cunetas que hoy todavía permanecen en el anonimato. Otros tantos dieron con sus huesos en las prisiones del franquismo, en los batallones de trabajadores donde fueron mano de obra esclava,internados en campos de concentración con condiciones inhumanas que acababan con su vida. Otros muchos partieron al exilio y ya nunca más volvieron a España. Algunos resistieron al fascismo tanto en Europa como en España. No cejaron en su empeño de derribar a Franco cuando nuevamente se les dio la espalda en 1945, tras contribuir a la derrota de nazis y fascistas. Los vencedores se regodearon en su victoria, marcaron los tiempos y determinaron las interpretaciones. Los derrotados fueron siempre condenados al ostracismo. Y de esos polvos estos lodos.
Pero hubo algo que los derrotados nunca perdieron Y fue su dignidad. La dignidad de haber estado luchando por los ideales que querían. Quien mejor que el novelista y dramaturgo Max Aub en una de sus obras sobre el universo concentracionario (Campo de los Almendros) para definir quienes eran eso que lucharon en España y salieron derrotados:
"Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides, hijo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides." Fuente: www.diagonalperiodico.net