La vida de Alicia -

La vida de Alicia en manos del juez del desierto

La liberación de la cooperante se debe en buena medida a la decisión de un iluminado: Abú Hannas

JOSÉ MARÍA IRUJO - Madrid - 10/03/2010





La liberación de la cooperante española Alicia Gámez, secuestrada por uno de los batallones de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), se debe en buena medida a la decisión de un iluminado: Abderramán, Abú Hannas, el denominado juez del desierto, un dirigente religioso del que sólo existe una fotografía, la que aparece en los vídeos, oculto bajo su turbante mientras lanza soflamas incendiarias sobre la necesidad de crear un nuevo califato y un Gobierno islámico en el Magreb. Sus discursos terminan siempre con la coletilla: "Pido a Alá morir por la yihad".


"Mi felicidad sólo será completa cuando regresen Albert y Roque"

Aún quedan dos rehenes españoles por liberar



Abu Hannas, de unos 30 años, ha tenido un papel trascendental en la decisión de liberar a Alicia Gómez, según señalan a EL PAÍS fuentes próximas a la negociación. El grupo que retiene a los cooperantes españoles consultó a Hannas que hacer con la española y éste recomendó su liberación por el hecho de ser una mujer.

Un manual clandestino sobre secuestros redactado supuestamente por Hannas y encontrado en 2008 en un piso del popular barrio Takrkzaina, de Nuakchot, la capital de Mauritania, titulado La ley de los prisioneros extranjeros, explica qué hacer y cómo tratar a los secuestrados. El documento establece que si hay una mujer entre los secuestrados se la puede tomar como esposa o liberarla, finalmente Hannas ha impuesto la puesta en libertad de Alicia Gómez por el hecho de ser mujer, según señalan fuentes cercanas a la negociación.

El manual, intervenido a uno de los salafistas más sanguinarios de AQMI, señala que si los secuestrados son enemigos (militares, policías o agentes secretos) hay autorización para matarlos; si no lo son, se debe negociar un rescate económico o un intercambio de prisioneros. Este es el caso de los otros dos secuestrados españoles Roque Pascual y Albert Vilalta por los que se pide, además de dinero, la puesta en libertad de varios presos de AQMI recluidos en el fortín de Lahsar en Nuakchot.

El manual, un puñado de folios escritos en árabe, se encontró en la casa donde se refugió Jahen Olsaman, un islamista sospechoso de participar en el asesinato de cuatro franceses, una familia con dos menores que disfrutaba sus vacaciones de Navidad a 250 kilómetros de la capital mauritana. Olsalam purga hoy su pena en la cárcel de Lahsar junto con otros 60 miembros de AQMI, y, según algunas fuentes, es uno de los presos cuya liberación exigen los secuestradores para soltar a los españoles.

El dirigente religioso Abu Hannas, jugaba en el Bohdid, un equipo de fútbol local de un barrio en Nuakchot, tenía novia y trabajo, pero su obsesión por los estudios coránicos le condujeron por el camino vidrioso y oscuro que lleva a la yihad. Era imán en una pequeña mezquita y su verbo fácil le convirtió en un referente para un ejército de fieles que escuchaba ensimismado sus discursos cada vez más extremistas. Nadie sabe quién lo captó para la nueva base de Al Qaeda en África, pero desde hace varios años se ha convertido en la voz religiosa del grupo salafista que atenta y secuestra en el desierto del Sahel.

El joven mauritano es el "aliento espiritual" de un grupo terrorista que necesitaba un referente religioso propio y cercano y es quien marca los límites de lo que se debe o no hacer, según aseguran fuentes próximas a los salafistas. La fuerte expansión de AQMI ha obligado a sus dirigentes a tener un juez del desierto que explique sus acciones y decisiones y las bendiga para sentirse respaldados. Por ese motivo se cree que la posición de Abú Hannas será determinante en el futuro de los secuestrados españoles. "Están en sus manos porque él tendrá que autorizar y explicar la decisión que se adopte", aseguran varias fuentes consultadas.

Las condiciones para formar parte de este ejército de terroristas escondido en los desiertos fueron redactadas por Abú Hannas, según la policía mauritana. Se les pide tener conocimientos técnicos o informáticos, estar dispuestos a convertirse en suicidas y un documento de idoneidad firmado por el jefe de reclutadores de la región.

AQMI, según fuentes de la inteligencia francesa y mauritana, cuenta hoy con cuatro brigadas diferentes repartidas por el inmenso desierto del Sahel, una extensa región que va desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo, un territorio de nadie donde Gobiernos débiles y fallidos no tienen medios para combatir el terrorismo. Agrupan a unos 300 hombres, en su mayoría argelinos, y sus nombres son: Tarek Ibn Ziyad, que en febrero de 2008 secuestró a varios turistas austriacos en Túnez; la Brigada de los turbantes, compuesta por algunos tuaregs, aliados de AQMI en Malí; Ansar, cuyo símbolo explica sin rodeos que su misión es secuestrar a cristianos; y Farkan. El dirigente religioso de todos ellos es este ex futbolista y recitador del Corán.

Abú Hannas tuvo problemas para ser aceptado por algunos argelinos y en sus primeros discursos llegó a confesar que se sentía más cerca de éstos que de sus paisanos mauritanos. Las dificultades terminaron cuando Abú Musad Abde I Wadud, el emir del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) argelino, le dio su bendición, le nombró juez del desierto y miembro del Consejo de AQMI. Wadud fue quien anunció en 2006 la alianza de los salafistas argelinos con Osama Bin Laden y es el auténtico impulsor de la expansión de AQMI, un grupo que ha logrado agrupar a yihadistas de, al menos, siete nacionalidades bajo la misma bandera.

El dirigente religioso mauritano no ha sido nunca detenido, su vida y andanzas por el desierto están llenas de leyendas que corren de boca en boca por las mezquitas más radicales de Mauritania. "Es muy inteligente y sabe cómo llegar a la gente. Sus discursos son muy agresivos y buscan despertar las conciencias y captar nuevos militantes", señala un joven próximo a los presos mauritanos de Al Qaeda. El pasado mes de junio, Abú Hannas lanzó un llamamiento a los mauritanos para que no acudieran a las urnas. "Todo es mentira. La democracia es una farsa. No vayáis a votar", reclamó.

¿Cómo se ha extendido el salafismo en Mauritania?, se preguntan muchos en este país de 3,3 millones de habitantes donde hace años era imposible ver a una mujer con burka. Muchas miradas se dirigen a las ruinas de la universidad Mohamed Ibn Saud, financiada por el Gobierno de Arabia Saudí, cerrada en 2003 y derribada hasta convertirse hoy en una escombrera en el centro de la ciudad. "Ahí empezó a cocerse todo", asegura Ahmed, un joven profesional mauritano. En 2004, el Gobierno secuestró los 2.000 ejemplares del periódico Al Khabar. El diario informaba de que Ayman Al Zawahiri, el escudero egipcio de Bin Laden, hacía un llamamiento a Mauritania para que se uniera a la yihad. "Nos llamaron mentirosos y manipuladores. Intentaron ocultar lo que ya estaba ocurriendo", explica Mohamed Lamil, hoy residente en España.

Escuchar los discursos claros y contundentes de Abú Hannas produce escalofríos. En su última grabación, con el preludio de una música de fondo que anima a la lucha, el juez del desierto mauritano, el tipo que puede decidir sobre el futuro de Alicia Gómez, Roque Pascual y Albert Vilalta, decía frases como éstas: "No hay un Gobierno islámico de verdad. Todos son teatros y cristianos... Estamos aquí para construir el mundo islámico de nuevo... Nuestra alianza es una pesadilla para nuestros enemigos. Vamos a ganar esta guerra contra el ejército de Satán". Y terminaba con su remate final: "Pido a Alá morir por la yihad".


Información actualizada del reportaje publicado el 20/12/2009 'El juez del desierto'

La Paradoja de Banach-Tarski (Cap. 6)

(Para ver los sucesivos capítulos de esta saga haga clic sobre la etiqueta Banach-Tarski.)

La duplicación del cubo

Vamos a comenzar este capítulo recordando, y ampliando, algunos conceptos que ya vimos en el capítulo 2. Lo haremos a través de la solución del siguiente problema.

Problema: Cortar, en una cantidad finita de partes, una franja de longitud infinita de modo tal que las partes resultantes permitan armar la misma franja y además un cuadrado. (Por una franja de longitud infinita entendemos la región del plano comprendida entre dos rectas paralelas, incluidas las dos rectas).

Para resolver el problema, fijamos un cuadrado cualquiera dentro la franja. A la derecha de este cuadrado fijamos un segundo cuadrado. A la derecha de este último, a la misma distancia, fijamos un tercer cuadrado. Y así sucesivamente. De este modo, habremos fijado una sucesión infinita de cuadrados, cada uno equidistante con sus dos vecinos (excepto el primero, por supuesto, que no tiene vecino a la izquierda).
Dividimos la franja de la siguiente manera:

1. Una parte está formada por el primer cuadrado.
2. Otra parte está formada por todos los demás cuadrados de la sucesión.
3. Una tercera parte está formada por todos los demás puntos de la franja.

La figura siguinete nos muestra cómo reorganizar estas partes de modo de obtener la franja más un cuadrado.


El primer cuadrado es desplazado fuera de la franja. Todos los demás son desplazados una misma distancia hacia la izquierda. De este modo, obtenemos la misma franja más un cuadrado-

Como vimos en el segundo capítulo, un conjunto de puntos forma una "parte" si a todos los puntos en cuestión se les aplica simultáneamnete los mismos movimientos (rotaciones, traslaciones, simetrías). Por lo tanto, es válido considerar a todos los cuadrados (excepto el primero) conjuntamente como una sola parte.

Como he dicho unos párrafos más arriba, esta idea ya la vimos en el capítulo 2. Me interesa destacar aquí que el hecho de que la cantidad de partes sea finita o infinita depende, en algunos casos, de nuestro ingenio a la hora de definir esas partes. Por ejemplo, en el caso de la franja, si los cuadrados hubieran sido elegidos a distancias crecientes (así como en el problema del cap. 2, los "segmentos rojos" estaban colocados a distancias decrecientes) entonces cada cuadrado habría sido una parte diferente y la cantidad total de partes habría sido infinita.

Hay casos, sin embargo, en los que, no importa cuánto ingenio depleguemos, la cantidad de partes no puede ser finita, veremos algún ejemplo más adelante.

Con esta idea en mente, revisemos otra vez al problema del capítulo anterior:

Problema: Cortar un cuadrado en partes de modo de obtener dos cuadrados iguales al original.

En el capítulo anterior, para dividir el cuadrado elegimos un lado cualquiera de él y lo cortamos en segmentos perpendiculares a ese lado. Ahora bien ¿cada segmento constituye una parte diferente? En realidad, según la idea que acabamos de ver, no tenemos suficiente información como para responder esa pregunta. Necesitamos saber exactamente qué movimientos se les aplica a los segmentos.

Por ejemplo, si hubiera todo un grupo de segmentos a los que se les aplicaran simultáneamente los mismos movimientos, entonces en conjunto, esos segmentos formarían una sola parte. En principio al menos, es concebible que, inclusive, la cantidad total de partes pudiera llegar a ser finita (tal como en el ejemplo de la franja).

Para saber si, en el problema del cuadrado, la cantidad de partes es finita, o no, debemos volver a resolver el problema, pero ahora indicando de manera explícita los movimientos involucrados.

Recordemos que la solución se basó en el hecho de que hay tantos puntos en un segmento como en dos segmentos de la misma longitud que él. Esto significa que es posible emparejar los puntos de un segmento con los puntos de dos segmentos de la misma longitud. Mostrmos explícitamente cómo se puede hacer este emparejamiento. Lo haremos en cuatro pasos sucesivos.

Paso 1: Hay tantos puntos en un segmento como en en un segmento del doble de longitud que él.

Queremos ver cómo es posible emparejar cada punto de un segmento A con un punto de un segmento B (del doble de longitud que A) de modo que ningún punto quede sin pareja, ni que haya dos o más puntos que queden emparejados con un mismo punto (ni solteros, ni polígamos, como decíamos en el capítulo anterior). El siguiente dibujo muestra cómo emparejar los puntos de un segmento con otro del doble de longitud:

De paso, este dibujo resuelve el siguiente problema: cortar un segmento en partes que, reordenadas, nos den un segmento del doble de longitud. Cada parte, en este caso, es un punto y las líneas azules nos dicen cómo debemos desplazarlos (cada punto sufre un desplazamiento diferente, por lo que debe ser considerado una parte diferente).

Paso 2: Hay tantos puntos en un segmento como en un segmento de la misma longitud al que le hemos quitado uno de los extremos. (La falta del extremo se indica con un "circulito blanco". Como ya dijimos en otras ocasiones, se trata solamente de una convención gráfica para indicar una situación matemática irreproducible en la realidad física.)

Es obvio que hay un emparejamiento uno-a-uno entre dos segmentos de la misma longitud: cada punto de un segmento lo emparejamos con el punto correspondiente del otro. ¿Pero qué pasa si a uno de los segmentos le falta uno de los extremos? El dibujo siguiente nos muestra qué podemos hacer en ese caso (en el fondo, es la misma idea que la empleada más arriba para la franja infinita o, en el cap. 2 para los "segmentos rojos").

Tomamos uno de los extremos del segmento que está "completo" y lo emparejamos con el punto medio del otro segmento. Al punto medio del primer segmento lo emparejamos con el punto que marca un cuarto de la longitud. Al que marca un cuarto de la longitud con el de un octavo, y así sucesivamente. Todos los demás puntos se asocian con su pareja "natural" (la que le correspondería si no hubiera faltado ningún punto).

Paso 3: Veamos este dibujo.

En la figura, tomamos un segmento y lo partimos en dos. Una de las partes contiene el punto medio del segmento original, la otra no lo contiene. La parte que no contiene el punto medio es emparejada con una de la misma longitud que sí tiene los mismos extremos.

Paso 4: A cada uno de los dos segmentos obtenimos en el paso anterior le aplicamos el procedimiento indicado en el paso 1. La combinación de todos estos emparejamientos (la "composición" de los movimientos, se diría en leguaje matemático) nos da como resultado una manera de emparejar los puntos de un segmento con los de dos segmentos de la misma longitud que él.

Para duplicar el cuadrado, tal como ya dijimos en el capítulo anterior, aplicamos estos cuatro pasos a uno de los lados de la figura y hacemos que cada punto "arrastre" al segmento contenido en el cuadrado y que es perpendicular al lado elegido.


De este modo, una vez más, hemos logrado la duplicación del cuadrado. Una observación cuidadosa de los movimientos empleados nos permite concluir (ahora sí) que la cantidad de partes usadas es infinita, ya que, en efecto, cada segmento es una parte diferente (dado que a cada segmento se le aplica una traslación diferente).

Ahora bien, los cuatro pasos que vimos antes nos permiten duplicar el segmento. La duplicación del cuadrado puede verse como la "consecuencia plana" de esa duplicación lineal. Podemos ir un paso más allá y usar la duplicación del cuadrado para duplicar el cubo.

En efecto, pensemos al cuadrado superior del dibujo anterior como la base de un cubo. Cada segmento de los que antes usamos para duplicar ese cuadrado nos servirá ahora como "guía" para hacer un corte perpendicular en el cubo. El cubo queda así cortado en lonjas cuadradas unidimensionales. Si hacemos que cada segmento arrastre la lonja correspondiente, las lonjas formarán dos cubos iguales al original.

Es decir, hemos resuelto el siguiente problema: cortar un cubo en partes que permitan armar dos cubos iguales al original.

La duplicación del cubo se basa, en definitiva, en el hecho de que hay una correspondiencia uno-a-uno entre los puntos de un segmento y los putnos de dos segmentos de la misma longitud que él. Pero este hecho ya era conocido por Georg Cantor hacia 1875. Es decir, Cantor, aunque (que yo sepa) nunca lo publicó, ya sabía que era posible duplicar un cubo. El Teorema de Banach-Tarski se publicó en 1926, casi 50 años después ¿cuál es, entonces, el mérito de Banach y Tarski?

La posibilidad de duplicar un volumen era ya conocida en 1875, el mérito de Banach y Tarski (1) es haber tenido la habilidad suficiente como lograr esa duplicación en una cantidad finita de partes. Volveremos a esta cuestión en el próximo capítulo.

Nota: (1) Aclaremos que Alfred Tarski y Stephan Banach fueron dos grandes matemáticos que estarían, por mérito propio, en la historia de esa ciencia, aun cuando nunca hubieran duplicado la esfera.

(Continuara...)

El miedo (Mario Benedetti)

EL MIEDO:



No se juega con el miedo porque el miedo puede ser un arma de defensa propia, una forma inocente o culpable del coraje. El miedo nos abre los ojos y nos cierra los puños y nos mete en el riesgo desaprensivamente. Andamos por el mundo con el miedo a cuestas como si fuera un pudor obligatorio o en su defecto una variable del fracaso. Tal vez sea el mandamiento, o tal vez el mandamiento de alguna desconocida ley, de un dios cualquiera. Por las dudas, una buena fórmula contra el miedo puede ser la que dejó escrita el bueno de Pessoa: "espera lo mejor y prepárate para lo peor".






Del libro Vivir adrede

Publicado por Pedro Javier en el blog azuldelmar jueves, febrero 25, 2010.

Otro problema de probabilidades

(Esta entrada es la participación de El Topo Lógico en la edición de marzo del Carnaval de Matemáticas. La idea de los organizadores es que haya una edición cada mes ¿será una expectativa demasiado optimista?)

Abel, Bruno, Carlos, Diego, Esteban y Federico (para abreviar, A, B, C, D, E y F) llegan tarde a la clase de Matemáticas. El Prof. Zacarías (Z, para los amigos) les pregunta el motivo del retraso y ellos contestan que se debe a que el automóvil en el que viajaban (los seis juntos) ha sufrido una pinchadura en una rueda y que han perdido tiempo cambiando la goma (o , si se quiere, el neumático) correspondiente.

El Prof. Z duda de la veracidad del relato y, a modo de comprobación, les pide inmediatamente que se sienten en pupitres separados y que cada uno anote en un papel cuál fue la rueda averiada (puede ser la delantera derecha, la delantera izquierda, la trasera derecha o la trasera izquierda). El razonamiento de Z es que si los seis no indican exactamente la misma rueda, entonces podrá afirmar que los alumnos están mintiendo.

Hasta aquí el relato plagia prolijamente un problemita publicado por Martin Gardner en uno de sus libros. Démosle ahora una pequeña vuelta de tuerca. Supongamos que, en efecto, los alumnos hayan mentido, que no hubo ninguna rueda averiada y que llegaron tarde por cualquier otro motivo (inconfesable).

Demos por supuesto, además, que los alumnos elegirán al azar qué rueda van a escribir. Zacarías se pregunta...

1. ¿Cuál es la probabilidad de que los seis anoten la misma rueda?

Gastón, que es otro alumno, ha visto que A y B lograron intercambiar, sin que Z lo notara, unas señas. Gracias a ellas, se han puesto de acuerddo en anotar ambos una rueda delantera, pero no llegaron acordar si anotarán la derecha o la izquierda (cada uno elegirá al azar una de ambas). En base a esta información, Gastón se pregunta...

2. ¿Cuál es la probabilidad de que los seis anoten la misma rueda?

Horacio ha visto lo mismo que Gastón, y ha visto además que C y D también lograron ponerse de acuerdo en escribir ambos una rueda delantera, aunque no pudieron acordar si la derecha o la izquierda. En base a esta información, Horacio se pregunta...

3. ¿Cuál es la probabilidad de que los seis anoten la misma rueda?

Inés, finalmente, ha visto lo mismo que Gastón y Horacio, pero además ha visto que E y F se han puesto de acuerdo... aunque no entendió bien si se pusieron de acuerdo en escribir ambos una rueda delantera o ambos una rueda trasera. Sí es seguro que, como en los dos casos anteriores, no lograron acordar si sería la rueda derecha o la izquierda. En base a esta información, Inés se pregunta...

4. ¿Cuál es la probabilidad de que los seis anoten la misma rueda?

Finalmente...

5. ¿Cuál es la probabilidad "real" de que los seis anoten la misma rueda?

Tomás Eloy por Juan Cruz.

ENTREVISTA: MAESTROS DEL PERIODISMO Tomás Eloy Martínez Periodista y escritor argentino


"El anonimato digital potencia el periodismo amarillo"
JUAN CRUZ 08/02/2009


Tomás Eloy Martínez (Tucumán, Argentina, 1934) sufrió una operación delicada, se sometió a curas prolongadas, y mientras tanto escribió artículos, terminó una novela, Purgatorio, salió a cenar, viajó a México a cumplimentar a su amigo Carlos Fuentes por su cumpleaños, y además tuvo tiempo de salir a cenar con amigos, para discutir con ellos sobre todo lo que se mueve y para seguir siendo un miembro muy activo de la Fundación Nuevo Periodismo que preside otro amigo suyo, Gabriel García Márquez. Es su carácter. Fue periodista de chico, siempre quiso contar historias, y el día en que no cuente historias (verdaderas o de ficción) dejará de ser Tomás Eloy Martínez, el periodista. Nosotros le entrevistamos en su casa de Buenos Aires (tiene otra en New Jersey, en cuya universidad de Rutgers es profesor) en medio de uno de esos vaivenes de salud, que afrontó y afronta como un jabato en la hora más alta de la fabricación de un periódico, o de una novela. Si tú preguntas en Argentina, en cualquier sitio, por el periodista que definiría hoy la pasión por este oficio, quién sería hoy un maestro, y una mayoría te dice este nombre.

Aunque ha sido alentado por los premios que ha recibido por sus novelas a abandonar el oficio, esta es su pasión; la ejerció en la revista Primera plana, en el diario La Nación; en el exilio, que le salvó de las garras de la dictadura militar argentina, trabajó como periodista en Venezuela y en México; en este último país, en Guadalajara, puso en marcha en un diario. Aunque ha dirigido redacciones, su pasión ha sido el reportaje, y de esa dedicación es un ejemplo múltiple su recopilación Lugar común la muerte. Su enfermedad no le ha disminuido el énfasis tranquilo con el que se enfrenta a la vida, y en este caso al porvenir del periodismo. Después de hablar con él en Buenos Aires le dijo a unos periodistas argentinos sobre la esencia de sus dos oficios solapados, el escritor de ficciones y el periodista: "La literatura si no es desobediencia no es. La literatura, como el periodismo, son centralmente actos de transgresión, maneras de mirar un poco más allá de tus límites, de tus narices. Todo lo que he escrito en la vida son actos de búsqueda de libertad. Nada me daba más placer -cuando publicaba mis primeros artículos en La Gaceta de Tucumán- que mi madre le dijera a mis hermanas: "Tenemos que ir a misa a rezar por el alma de Tomás, que está totalmente perdida". Con esta alma totalmente perdida tratamos de juntar los pedazos del periodismo de ayer y de hoy.


El periodista que no cesó de narrar
Fallece Tomás Eloy Martínez
Tomás Eloy Martínez

A FONDO
Nacimiento: 1934 Lugar: Tucumán





"Sólo lo escrito permanece. Aquello que no ha sido narrado, no existe; y lo que ha sido escrito se convierte en verdad"


"Con el periodismo, tú le sirves a un lector; le presentas una realidad con la mayor honestidad posible"



Pregunta. ¿De qué viene esta pasión?

Respuesta. Desde que tengo memoria he querido contar historias. Como no me pagan por hacerlo, me desvié hacia el periodismo, donde eso era posible. Escribí crónicas y, como tuve un éxito modesto en esos ejercicios, cuando me propuse escribir novelas no quise dejarme llevar por la facilidad del oficio que había adquirido. Quise componer novelas puras, de espaldas a toda brizna de realidad, y no existen las novelas puras. Yo quería negar todo lo que era (el periodista, el crítico de cine, el investigador de las crónicas de Indias) y de hecho lo negué en mi primera novela, que data de 1967 y no he querido volver a publicar.

P. ¿Y el periodista cómo ve ahora este oficio?

R. Ante el periodismo, ante lo que vendrá, siento una cierta perplejidad; las formas de lectura están cambiando vertiginosamente y el periodismo de papel se está convirtiendo en un vehículo incómodo para la lectura. Mucha gente prefiere las versiones on-line de los periódicos, y yo les encuentro un riesgo, sobre todo en los comentarios a las noticias o a las opiniones. Por un lado, hay una libertad necesaria para escribir y para expresarse con soltura. Por el otro, el anonimato de los posteos abre el camino a una peligrosidad impunidad. No me preocupan tanto los descuidos y malos tratos a que se somete el lenguaje, que es nuestra herramienta esencial. Me preocupa más que se lea mal y que esa ligereza en la lectura derive en una ligereza en la acusación. El anonimato encubre una cierta infamia, encubre a veces sentimientos deleznables. Esto no es el periodismo, por supuesto; es una perversión del periodismo, pero es algo para lo cual el periodismo es un vehículo en este momento.

P. Pero ya había periodismo amarillo.

R. Lo había y lo hay. Lo que pasa es que esto potencia, multiplica, la fuerza del periodista amarillo. Todos los días vemos señales de este tipo de periodismo que se manifiesta en forma de acusación. Escribí una columna sobre la carnicería que se hizo con Ingrid Betancourt y con Clara Rojas cuando fueron liberadas por las FARC. Periodistas muy serios, con una larga trayectoria, añadieron leña al fuego de los chismes sobre la intimidad de las ex rehenes.

P. ¿Cómo tendrían que establecerse los límites?

R. Este es un trabajo básico de los editores. Cuando se fundó la Fundación Nuevo Periodismo la intención era proporcionar a los jóvenes periodistas, a través de los talleres, el tipo de educación sobre la edición de textos que habíamos tenido la gente de mi edad durante los tiempos de nuestra formación profesional. Esa educación ha sido arrasada ahora por la rapidez de vértigo con la que se trabaja.

P. ¿Cómo fue esa educación suya?

R. Empecé en el periodismo por necesidad, porque mis padres y yo mismo desconfiábamos de que el trabajo universitario y la literatura fueran a permitirme vivir: Así que empecé trabajando en La Gaceta de Tucumán, como correctoR. Fue una escuela formidable, porque allí estaban todos los profesores desaprobados por el peronismo. Había un gran filósofo francés, Roger Labrousse, una extraordinaria profesora de Historia, María Elena Vela, otra profesora de Filosofía, Selma Agüero... Teníamos conversaciones muy ricas mientras discutíamos los problemas de la gramática o de las separaciones de sílabas. Esa fue mi primera forma de educación periodística. Si cuidas el lenguaje, la ética viene en consonancia, porque la responsabilidad empieza por la herramienta que manejas. Desde el principio yo supe que no había una sola verdad; sé que no hay una sola verdad y que si tú y yo narramos lo que estamos viendo en este momento lo contaríamos de forma diferente.

P. Muchas verdades, y muchas mentiras. Recuerda cuando en Internet se anunció la muerte del Nobel Le Clèzio un minuto después de que le dieran el Nobel...

R. Bueno, eso pasó con Le Clèzio y eso pasa cientos de veces, con muertes, con divorcios, con separaciones, con amoríos... Y no sólo sucede en Internet, sucede también en el periodismo de papel. Hay ejemplos memorables. Recuerda lo que pasó en The Washington Post con Janet Cooke, la periodista que se inventó la historia de un niño que se inyectaba heroína con el permiso de su madre..., y que era una historia falsa. Y la de aquel periodista mitómano que hizo caer a toda la cúpula de editores del New York Times porque no advirtieron que, por pereza, estaba creando una realidad completamente falsa. A ese tipo de tropiezos está expuesto también el periodismo que ahora consideramos verdadero.

Pero yo a ese respecto tengo una anécdota personal.

P. Adelante.

R. En mi primer día en La Nación me encargaron el obituario de Sacha Guitry. La necrológica era un género muy cuidado en el diario; escribí esa con los datos del archivo y con lo que yo recordaba. Me solté el lenguaje, no me fié sólo de los datos, y don Bartolomé Mitre, el director, vino a felicitarme. Sentí entonces que ese eco de un periodismo diferente podía tener una cierta repercusión en los lectores. Después me nombraron crítico de cine, y empecé a escribir críticas iconoclastas, disconformes. Un día nos quitaron la publicidad las grandes productoras; el periódico quiso que reformara mis criterios, y yo retiré mi firma. Me mandaron a ver muertos, a una sección que se llamaba Movimiento marítimo, sobre los ahogados en el Río de la Plata. Era un castigo. Me fui. Y malviví hasta que apareció Primera plana, la revista de Jacobo Timerman. Allí unos jóvenes dimos rienda suelta a nuestro apetito por narrar, y descubrimos otro país. Timerman se fue al año y medio. Nos quedamos al frente de la Redacción tres jóvenes rebeldes.

P. ¿Qué se siente al poner un periódico nuevo en marcha?

R. Un delirio. Con Timerman la revista era más conservadora; en 1963 se preguntó cuál era el hecho cultural del año, y yo dije: "Los Beatles". No salieron, pero pusimos en la portada a Borges, a Cortázar, a García Márquez, a Cabrera Infante. Antes de eso habían tratado muy mal en Primera plana los cuentos de Cortázar y La ciudad y los perros de Vargas Llosa. Descubrimos que había una literatura latinoamericana y gracias a eso fuimos abriendo paso a la literatura y nos alimentamos de ella...


P. Entonces se estaba inventando el nuevo periodismo en Estados Unidos, pero ustedes ya lo hacían en América Latina.


R. Y creo que además entre nosotros nació por instinto, por pura necesidad de narrar, por el vicio de leer novelas y por estar disconformes con el modo que se tenía de narrar la realidad. ¿Por qué no podemos narrar en periodismo como en las novelas? En dos de mis primeras novelas trabajo el nuevo periodismo: en La novela de Perón narro de modo novelesco una investigación muy seria, y en Santa Evita decido invertir los términos del nuevo periodismo. Si en la primera había contado, con los recursos de la novela, lo que me parecía periodísticamente cierto, en Santa Evita narro con los recursos del periodismo una ficción absoluta, y la gente se la creyó.

P. Se mezclan las aguas.

R. Y eso te obliga a tener un cuidado ético muy severo. El lector no se debe sentir confundido: la ficción es ficción y el periodismo es periodismo, porque corres el riesgo de pervertir ambos géneros.

P. Y el periodismo es una materia delicada.

R. Yo parto del hecho de que el periodismo es ante todo un acto de servicio, un servicio al lector. Con el periodismo tú le sirves a un lector; le presentas una realidad con la mayor honestidad posible, con los mejores recursos narrativos y verbales de que dispones. Pero en todo momento tienes que dejar bien claro que esa es la realidad que tú has visto, en cuya veracidad confías... En la ficción, en cambio, tienes que dejar en evidencia que esos datos que das no son confiables. Por eso puso debajo del título de Santa Evita la palabra novela.

P. El periodismo es una materia omnipresente. ¡Hasta en Borges!

R. Borges empieza siendo un periodista; dirige un suplemento cultural en el diario Crítica, ¡imagínate, el diario más popular de Buenos Aires! Ahí él arranca haciendo un periodismo de imaginación. De hecho, su Historia universal de la infamia está basada en hechos reales que él transforma en ficciones.

P. Y la obsesión de Gabriel García Márquez por el dato es equivalente a la que siente Truman Capote porque no se le escapen detalles en A sangre fría...

R. En el caso de García Márquez es porque a él le importa mucho la creación de un universo verosímil, aun en las novelas. El lector se identifica más con lo que narras si esto le parece verdadero... García Márquez es un obsesivo de la información; yo lo he visto trabajar en Noticia de un secuestro con una obsesión por la información precisa que va más allá de todo cálculo. Ya era en ese momento un escritor de primera línea, había ganado el premio Nobel y estaba trabajando en ese libro-reportaje como en cualquiera de sus novelas de otro registro. No hay que descreer de un solo dato. En cambio, no le creas ni un solo dato de El general en su laberinto: es todo invención e imaginación.

P. Se retroalimentan el periodismo y la ficción, y juntos constituyen el llamado nuevo periodismo. ¿Qué le dio el uno a la otra?

R. En primer lugar, un mayor y mejor acercamiento del lector al hecho tal como es. Porque proporciona una identificación entre el lector y los personajes a los cuales estás aludiendo. El viejo periodismo decía: "En el tsunami habido ayer en el sureste asiático murieron equis personas; una gran ola avanzó kilómetros y alcanzó aldeas y ciudades...", mientras que el nuevo periodismo empezaría así una noticia como esa: "La señora Tapa Raspatundra estaba en la orilla de su pueblo en Java cuando un enorme nubarrón en el horizonte le hizo prever la catástrofe, tomó a sus niños en brazos y escapó de una tragedia que causó equis muertos". Cuentas el horror de la ola e identificas al lector con un personaje que vive en primer plano la tragedia. El relato introduce al lector en la historia.

P. ¿Y el periodismo de siempre se está alejando del periodismo deseable?


R. Siento que en el periodismo tradicional se trata al lector como si tuviera doce o catorce años; en vez de alzar a los lectores hacia la inteligencia de su medio rebaja su lenguaje. Se trata de masificar el periodismo, y esta es una de las enfermedades de esta época.

P. Otra enfermedad es la conversión de la información en espectáculo.

R. Pensando que esa frivolización atrae lectores... Para eso es mejor publicar en los faldones del diario trozos de novelas, como se hacía en el siglo XIX...

P. Los políticos también son presentados ahora como parte del espectáculo, y ellos mismos se comportan a menudo como si fueran actores, ávidos de la cámara...

R. No dudo que el efectismo sea más entretenido, pero la misión del periodismo es no obedecer. El periodismo es un acto de servicio, pero no es un acto de servilismo, y por lo tanto los periodistas tienen que hacer aquello que su conciencia le dicta... El poder o amordaza o trata de comprar al periodista; pero primero trata de halagarlo, y hay formas muy sutiles de halago; programas en las televisiones del Estado, una forma nueva del sobre a fin de mes.

P. Usted pasó una experiencia central en su vida, la dictadura militar. En épocas así el periodismo no se reconoce a sí mismo.

R. La dictadura tuvo un efecto muy nocivo, muy venenoso en mi país, y cercenó muchas de las dignidades periodísticas de ese tiempo, no sólo en Argentina, también en Chile... Y yo pasé ese tiempo en Venezuela, en el exilio. En aquella época no existía la posibilidad de acceder a la lectura diaria del periodismo en otro país. En la distancia se veía que aquel proceso que se vivía en Argentina era dictatorial, y atrozmente dictatorial. Recuerdo que a los pocos días de estar en El Nacional de Caracas, donde me acogieron, me pidieron una crónica sobre Argentina. La titulé Una larga marcha entre los escombros; recogía ahí los nueve puntos de la Junta Militar, que condenaba a la ciudadanía a la obediencia ciega. Me decían: "Te equivocas, Videla es el bueno; ha triunfado la línea más civilizada del Ejército, hay una línea más perversa..." La había, pero Videla había preparado arteramente la matanza completa de toda conciencia de la sociedad.

P. Brecht decía que había que cantar también en tiempos sombríos. ¿Y hacer periodismo?

R. En Brasil hubo momentos memorables bajo la dictadura; cuando la censura oficial prohibía la publicación de ciertas noticias los periódicos salían con espacios en blanco allí hubieran sido impresas tales informaciones. En Argentina eso no sucedió. Aquí o eras cómplice o no sabías a qué te exponías. La complicidad fue una exigencia para poder trabajar en el periodismo. Los periodistas chilenos han pedido disculpas por su obediencia a la dictadura de Pinochet. Los periodistas de mi país no han pedido disculpas. Muchos de ellos se enorgullecen de lo que hicieron: creen que hicieron lo correcto y estaban de acuerdo con lo que se hacía.

P. Cuando García Márquez le entregó a Iñaki Gabilondo el premio de la Fundación Nuevo Periodismo le dijo en alto que ahora leía la prensa y se ponía a rabiar como un perro. ¿A usted le pasa?

R. Lo que pasa es que a Gabo le molestan ciertas carencias de calidad en la prensa, ciertos errores en la calidad. Más de una vez se ha ofrecido a corregir gratis El tiempo de Bogotá. Él se levanta rabioso cuando lee títulos mal puestos o equivocados, copetes [entradillas] que repiten la noticia del título...

P. ¿A usted le pasa?

R. No, no me comprometo tanto con lo que leo, soy un lector más pasivo... Me irrita, por ejemplo, la confusión de nombres, porque creo que la identidad de una persona es también un nombre. Si tú confundes a una persona y la llamas de otra manera, disminuyes a esa persona. Y me molestan erratas torpes. Ves una errata y ya no te crees el resto. Y ves un error, y el resto te parece garrafal.

P. Con todo lo que hay sobre la mesa sobre lo que es el periodismo hoy, ¿cuál sería su diagnóstico sobre el porvenir del oficio?

R. Periodistas habrá siempre, como narradores. Defoe es anterior al periodismo, como Homero o Herodoto; eran todos narradores de hechos que daban como ciertos, y la historia sigue en pie gracias a que el hombre siempre tuvo vocación de narrar sus hechos. No narraba las ausencias: narraba aquello que le parecía narrable o contable.
Sólo lo escrito permanece; aquello que no ha sido narrado no existe, y lo que ha sido escrito se convierte en verdad
. Y eso seguirá siendo así. ¿El periodismo? Las transformaciones son muy vertiginosas. Cuando yo era un niño no había televisión, había radio y era una radio mucho más precaria que la de ahora: En mi primer trabajo en el periódico las grabaciones de las noticias se hacían en cilindros de cera. La primera vez que fui a Madrid a entrevistar a Perón, en 1966, las noticias se transmitían por télex, o por telegrama. Y ahora mira los adelantos que hay. A este ritmo, ¿cómo quieres que prediga el futuro?

P. ¿Y el pasado? ¿Qué le ha dado este oficio?

R. Un buen modo de ganarme el pan. Un modo decoroso, esforzado y muy laborioso. El periodismo generalmente no está bien pagado, pero sea cual fuese el salario yo he procurado dar lo mejor de mi, porque lo que siempre me pareció es que estaba en juego mi persona, mi ser, mi naturaleza humana, y no lo que recibiese a cambio. Eso es lo que me ha dado el oficio.

John Doe beach

February 6, 2010

Se está preparando ya la segunda cruzada* y acabamos de empezar el siglo. Una guerra contra el anonimato* en el momento de la historia en que menos anónimos somos. Cuando se monitoriza, registra y almacena todo lo que hacemos, decimos y pensamos en la red, ¿la gran amenaza para la paz y la seguridad consiste en no saber quiénes somos? ¿Quién no lo sabe? ¿La amenaza no es que no sepamos en absoluto quién recopila toda esa información sobre nosotros y para quién lo hace?

Pues aunque parezca mentira, son muchos los necios* que se unen a la nueva cruzada contra el “peligroso infiel” que llevamos dentro, mientras siguen ejerciendo de cruzados en la lucha contra el infiel que salió del photoshop*. Se apresuran a dar un paso al frente, siempre dispuestos a humillarse un poco más, a encontrar un motivo más para no rebelarse: no tienen nada que ocultar y para demostrarlo dejarán que además los fotografíen desnudos*, a ellos, a sus hermanos y hermanas, a sus padres y madres, a sus hijos e hijas, cada vez que vayan a subirse a un avión. Para ellos, el anonimato de quien posee y utiliza unas tecnologías que son el sueño húmedo de cualquier cotilla o mirón no es un peligro, el nuestro sí. Ni es un insulto que invadan su intimidad, pero que nosotros critiquemos su pasividad ante ello sí. Por eso no se rebelarán contra ellos, pero sí contra quienes protestemos, nos neguemos a obedecer y nos rebelemos. Nos denunciarán y pedirán que nos eliminen para siempre. Porque ponemos en evidencia el estado de sumisión total en el que viven, su cobardía sin límites.

Estos entes sin dignidad ni conciencia son el más terrible de los instrumentos de represión, la más poderosa de las armas de destrucción masiva. Son los cimientos sobre los que se alza el templo de la mentira desde el que se gobierna el mundo. Un templo que sin ellos se desmoronaría. Son el ejército colaboracionista que hace imposible la revolución pacífica. Son, por tanto, quienes harán inevitable la revolución violenta.

Un rico de los de antes, de los listos, de los que sabían que la supervivencia del rico depende de controlar su avaricia para que el pobre tenga, o al menos crea que tiene, algo que perder si se rebela, fue quien pronunció la frase sobre la revolución* a la que me refiero al final del párrafo anterior y que figura al principio del videoclip* que os dejo a continuación. Rise Against* interpreta Re-Education (Through Labor)*. Los ricos de hoy no parecen tan listos o son demasiado avariciosos, afortunadamente quizás para los pobres.

MENÚ CUARESMAL Recetas al alcance de todas y todos.

MENÚ CUARESMAL
Recetas al alcance de todas y todos.


1. TENER A MANO:
Abrelatas, para abrir corazón endurecido.
Cuchillo, para cortar vicios.
Destapador, para destapar lo atorado en las relaciones familiares.
Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones.
Mandil, para el servicio.

2. ABSTENERSE:
Abstenerse de comer prójimo (chismes, murmuraciones y calumnias).
Quitarle al condimento los desquites.
Evitar consumir altas grasas de egoísmo.
No tomar vinagre, que pone de mal humor.
Lavar bien el corazón para que no se infecte de la cólera.
Evitar el consumo excesivo de picantes, para no "picarse" y decir maldiciones.
Evitar el camarón, porque adormece la conciencia, y "camarón que se duerme, se lo lleva la corriente".
No tomar postres helados que congelen el afecto.
Evitar comer pan de muertos -de envidia.

3. MENÚ RECOMENDADO:

Como plato fuerte: exquisita caridad para con el prójimo.
Caldo de atención a los desamparados y enfermos.
Ensalada de detalles de afecto para los suyos.
Pan abundante para compartir con el hambriento.
Vino de alegría para convidar a los tristes y desanimados.
Sopa de letras para escribir más seguido a familiares y amigos.
Sopa de zanahoria para ver con buenos ojos a los demás.
Pan bendito para los afligidos, ya que "las penas con pan son menos".

DE POSTRE, SE RECOMIENDA:

Perita en dulce, para ser buena persona.
Yogurt de guayaba... para repetir gestos de perdón.
Naranja dulce y limón partido "dame un abrazo que yo te pido"(abrazar a los seres queridos, y darles muestras de aprecio verdadero, no de chocolate).
Y no olvides:
"DONDE COME UNO, COMEN DOS" Y "ÉCHALE SIEMPRE MÁS AGUA A LA SOPITA".
Comparte tu vida con OTRAS PERSONAS. Finalmente, el Chef celestial recomienda sobre todo el alimento espiritual:
"EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE, TIENE VIDA ETERNA"