Sobre libros...

    Libros

      Ninguno de los libros de este mundo
      Te aportará la felicidad,
      Pero secretamente te devuelven
      A ti mismo.
      Allí está todo lo que necesitas,
      Sol, luna y estrellas,
      Pues la luz que reclamas
      Habita en tu interior.

      Ese saber que tú tanto buscaste
      Por bibliotecas resplandece
      Desde todas las lágrimas,
      Puesto que ese libro es tuyo ahora.

Creer en ti, en la realización de tus sueños...

    Demian (fragmento) de Herman Hesse

      Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.

      (...) Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino que elige la mayoría.

¿Qué es el BurnOut? ¿Has sentido que no puedes más con el trabajo?


En estos días hemos estado tocando temas relacionados con el entorno laboral. Ciertas situaciones que se dan en estos ambientes no siempre tienen un solo lado, malo o bueno. Normalmente como las monedas todo tiene dos caras. Por un lado ya citamos en caso de mobbing o acoso laboral en el trabajo. Ahora les presentamos la otra cara... ¿Imagina lo que sucede cuando ambas cosas pudieran juntarse en un sólo ambiente? Quizás te parezca conocido... pero no te preocupes reconocerlo es el primer paso para su solución. Nada es eterno, y siempre podemos escoger una opción para mejorar esas situaciones, la voluntad, el tiempo, el perdón y la solidaridad entre otras.

La exposición de los trabajadores a los estresores laborales está estrechamente relacionada con el deterioro de su salud. Las consecuencias negativas del estrés sobre la persona pueden ser agrupadas en varias categorías: diversas enfermedades y patologías físicas, problemas psicosomáticos, alteraciones psicológicas y comportamentales, y problemas organizativos.

Las alteraciones psicológicas más comunes relacionadas con el estrés son la ansiedad, descenso de la autoestima, incremento de la irritabilidad, falta de motivación y depresión. Entre los problemas comportamentales destacan las alteraciones en los hábitos alimenticios y de sueño, alcoholismo, drogadicción y tabaquismo. Dentro de las consecuencias que podríamos denominar de carácter organizativo destacan la disminución del rendimiento, incremento de la accidentalidad, rotación y absentismo.

Una consecuencia del estrés laboral que está recibiendo mucha atención en los últimos años es el burnout. A mediados de la década de los setenta se presentó el término burnout , cuya traducción literal es estar agotado o quemado, como característico de aquellas profesiones que consisten en ofrecer servicios humanos directos y de gran relevancia para el usuario.

Según esto, en principio, son profesiones de alto riesgo las relacionadas con la salud ,
la enseñanza y la seguridad pública. Aunque el acuerdo sobre estas profesiones de riesgo es mayoritario, apuntaron que el burnout podría padecerse en otras muchas profesiones que también implican trato directo con personas (vendedores, personal de "ventanilla", profesionales de la abogacía, etc.); en definitiva, de todas aquellas que requieren "trabajar con personas".
Encontramos dos grupos principales de autores que centran sus esfuerzos tanto en definir como en medir el burnout.

Pines y Aronson (1988) definen el burnout como un estado de agotamiento psíquico, emocional y mental causado por la implicación durante largo tiempo en situaciones que requieren demandas emocionales. Estas demandas pueden ser provocadas por la combinación de expectativas altas y una situación de estrés crónico. Según estos autores, el burnout se asocia a
numerosos síntomas donde se incluyen agotamiento físico, sentimientos de desesperanza, incapacidad, y falta de entusiasmo hacia el trabajo y la vida en general.

Las personas "con burnout" desarrollan actitudes negativas hacia su trabajo y hacia otras personas, principalmente deshumanizando a los demás. Asimismo, el burnout aparece como el principal factor asociado a una satisfacción laboral baja, al absentismo, los retrasos y la rotación. Son propensos a padecer burnout aquellos que tienen un fuerte deseo o vocación social, que están altamente motivados y son idealistas, y quienes tienen la expectativa de que su trabajo puede dar un sentido o significado a sus vidas. En suma, el burnout es el resultado de una constante y repetida presión emocional asociada con una implicación intensa con las
personas en el entorno laboral.

Por otro lado, se ha definido el burnout como un síndrome compuesto por agotamiento emocional, despersonalización y reducción de los logros personales. El agotamiento emocional (emotional exhaustion) se refiere a los sentimientos de estar emocionalmente agotado y consumido debido a las relaciones interpersonales. Un indicio frecuente de agotamiento es el miedo ante la perspectiva de tener que volver al trabajo al día siguiente.

La despersonalización se define como una respuesta insensible y cruel del profesional hacia los usuarios de los servicios que presta. Los indicios característicos son el uso de un lenguaje deshumanizado y despectivo (por ejemplo, "hay un problema con la úlcera de la habitación 18") y la estricta diferenciación entre la vida profesional y personal. El tercer síntoma, la reducción del logro personal, hace referencia al descenso de los propios sentimientos de competencia y de logro de éxitos en el trabajo.

Algunas de las principales características son la tendencia a autoevaluarse negativamente, y la percepción de falta de promoción o, incluso, el sentimiento de haber perdido competencia en el ámbito profesional.

Material de clase. (2008, September 02). Retrieved March 07, 2011, from Portal Web site: http://ocw.um.es/cc.-sociales/psicologia-del-trabajo/material-de-clase.

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La conexión El Cairo - Wisconsin

La conexión El Cairo-Wisconsin


El 20 de febrero, Kamal Abbas, líder sindical egipcio y figura prominente del Movimiento 25 de Enero, envió un mensaje a los “trabajadores de Wisconsin”: “Estamos con ustedes, así como ustedes estuvieron con nosotros”.

Los trabajadores egipcios han luchado mucho tiempo por los derechos fundamentales que les denegaba el régimen de Hosni Mubarak respaldado por EEUU. Kamal tiene razón en invocar la solidaridad, que ha sido durante mucho tiempo la fuerza orientadora del movimiento de los trabajadores en el mundo, y en equiparar sus luchas por los derechos laborales y por la democracia.

Las dos están estrechamente interrelacionadas. Los movimientos de trabajadores han estado en la vanguardia de la protección de la democracia y los derechos humanos y en la expansión de sus dominios, razón elemental que explica por qué son venenosos para los sistemas de poder, sean públicos o privados.

Las trayectorias de los movimientos en Egipto y EEUU están tomando direcciones opuestas: hacia la conquista de derechos, en Egipto, y hacia la defensa de derechos existentes, pero sometidos a duros ataques, en EEUU.
Los dos casos merecen una mirada más cercana.

La sublevación del 25 de enero fue encendida por los jóvenes usuarios de Facebook del Movimiento 6 de Abril, que se levantaron en Egipto en la primavera de 2008 en “solidaridad con los trabajadores textiles en huelga en Mahalla”, según señala el analista laboral Nada Matta. El Estado reventó la huelga y las acciones de solidaridad, pero Mahalla quedó como “un símbolo de revuelta y desafío al régimen”, añade Matta. La huelga se volvió particularmente amenazante para la dictadura cuando las demandas de los trabajadores se extendieron más allá de sus preocupaciones locales y reclamaron un salario mínimo para todos los egipcios.

Las observaciones de Matta son confirmadas por Joel Beinin, una autoridad estadounidense en materia laboral egipcia. Durante muchos años de lucha, informa Beinin, los trabajadores han establecido nexos y se pueden movilizar con presteza.

Cuando los trabajadores se sumaron al Movimiento 25 de Enero, el impacto fue decisivo y el comando militar se deshizo de Mubarak. Fue una gran victoria para el movimiento por la democracia egipcia, aunque permanecen muchas barreras, internas y externas.
Las barreras internas son claras. EEUU y sus aliados no pueden tolerar fácilmente democracias que funcionen en el mundo árabe.
Las encuestas de opinión pública en Egipto y a lo largo y ancho de Oriente Próximo son elocuentes: por aplastantes mayorías, la gente considera a EEUU e Israel, y no a Irán, las mayores amenazas. Más aún, la mayoría piensa que la región estaría mejor si Irán tuviese armas nucleares.

Podemos anticipar que Washington mantendrá su política tradicional, bien confirmada por los expertos: la democracia es tolerable sólo si se ajusta a objetivos estratégico-económicos. La fábula del “anhelo por la democracia” de EEUU está reservada para ideólogos y propaganda.

La democracia en EEUU ha tomado una dirección diferente. Después de la II Guerra Mundial, el país disfrutó de un crecimiento sin precedentes, ampliamente igualitario y acompañado de una legislación que beneficiaba a la mayoría de la gente. La tendencia continuó durante los años de Richard Nixon, hasta que llegó la era liberal.

La reacción contra el impacto democratizador del activismo de los sesenta y la traición de clase de Nixon no tardó en llegar mediante un gran incremento en las prácticas lobistas para diseñar las leyes, el establecimiento de think-tanks de derechas para capturar el espectro ideológico, y otros muchos medios.

La economía también cambió de curso hacia la financiarización y la exportación de la producción. La de-
sigualdad se disparó, primordialmente por la creciente riqueza del 1% de la población, o incluso una fracción menor, limitada fundamentalmente a presidentes de corporaciones, gestores de fondos de alto riesgo, etc.

Para la mayoría, los ingresos reales se estancaron. Volvieron los horarios laborales más amplios, la deuda, la inflación. Vino entonces la burbuja inmobiliaria de ocho billones de dólares, que la Reserva Federal y casi todos los economistas, embebidos en los dogmas de los mercados eficientes, no lograron prever. Cuando la burbuja estalló, la economía se colapsó a niveles cercanos a los de la Depresión para los trabajadores de la industria y muchos otros.

La concentración del ingreso confiere poder político, que a su vez deriva en leyes que refuerzan más aún el privilegio de los superricos: políticas tributarias, normas de gobernanza corporativa y mucho más. Junto a este círculo vicioso, los costes de campañas electorales han aumentado drásticamente, llevando a los dos partidos mayoritarios a nutrirse en el sector de las corporaciones: los republicanos de manera natural y los demócratas (ahora muy equivalentes a los republicanos moderados de años anteriores) siguiéndoles no muy atrás.

En 1978, mientras este proceso se desarrollaba, el entonces presidente de los Trabajadores Autónomos Unidos, Doug Fraser, condenó a los líderes empresariales por haber “elegido sumarse a una guerra unilateral de clases en este país: una guerra contra el pueblo trabajador, los pobres, las minorías, los muy jóvenes y muy viejos, e incluso muchos de la clase media de nuestra sociedad”, y haber “roto y deshecho el frágil pacto no escrito que existió previamente durante un periodo de crecimiento y progreso”.

Cuando los trabajadores ganaron derechos básicos en los años treinta, dirigentes empresariales advirtieron sobre “el peligro que afrontaban los industriales por el creciente poder político de las masas”, y reclamaron medidas urgentes para conjurar la amenaza, de acuerdo con el académico Alex Carey en Taking the risk out of democracy. Esos hombres de negocios entendían, al igual que lo hizo Mubarak, que los sindicatos constituyen una fuerza directriz en el avance de los derechos y la democracia. En EEUU, los sindicatos son el contrapoder primario a la tiranía corporativa.

De momento, los sindicatos del sector privado de EEUU han sido severamente debilitados. Los sindicatos del sector público se encuentran últimamente sometidos a un ataque implacable desde la oposición de derechas, que explota cínicamente la crisis económica causada básicamente por la industria financiera y sus aliados en el Gobierno.

La ira popular debe ser desviada de los agentes de la crisis financiera, que se están beneficiando de ella; por ejemplo, Goldman Sachs, que está “en vías de pagar 17.500 millones de dólares en compensación por el ejercicio pasado”, según informa la prensa económica. El presidente de la compañía, Lloyd Blankfein, recibirá un bonus de 12,6 millones de dólares mientras su sueldo se triplica hasta los dos millones.

En su lugar, la propaganda debe demonizar a los profesores y otros empleados públicos por sus grandes salarios y exorbitantes pensiones, todo ello un montaje que sigue un modelo que ya resulta demasiado familiar. Para el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, para la mayoría de los republicanos y muchos demócratas, el eslogan es que la austeridad debe ser compartida (con algunas excepciones notables).

La propaganda ha sido bastante eficaz. Walker puede contar con al menos una amplia minoría para apoyar su enorme esfuerzo para destruir los sindicatos. La invocación del déficit como excusa es pura farsa.

En sentidos diferentes, el destino de la democracia está en juego en Madison, Wisconsin, no menos de lo que está en la plaza Tahrir.

La autorreferencia en la demostración de Gödel (Parte 5)

(A la parte 4 - A la parte 6)

La codificación de Gödel

Vamos a comenzar la demostración del Primer Teorema de Incompletitud de Gödel. Imaginemos que van a darnos un sistema de axiomas para la Aritmética que es recursivo y consistente, y que además permite demostrar todos los enunciados finitistas verdaderos. Tendremos que demostrar que existe un enunciado P tal que tanto él como su negación no son demostrables a partir de esos axiomas. [Por razones didácticas no vamos a suponer que trabajamos con un sistema de axiomas general, sino que nos han dado un sistema específico y que vamos a reproducir en él la demostración de Gödel.]

Hablo en futuro y digo "van a darnos un sistema de axiomas" porque el primer paso de la demostración de Gödel (y esto es importante destacarlo) no depende del sistema de axiomas que vayan a darnos.

Este primer paso consiste en asignarle a cada enunciado y a cada sucesión finita de enunciados un número natural, al que llamaremos el código de ese enunciado o de esa sucesión finita de enunciados. Hay muchas formas de definir esta asignación, pero, no importa el modo que elijamos para hacerlo, se deben cumplir siempre las siguientes condiciones:

1. A cada objeto (ya sea un enunciado, ya sea una sucesión de enunciados) le debe corresponder un número natural diferente.
2. Debe existir un algoritmo que, dado un enunciado o una sucesión de enunciados, nos permita calcular qué número le corresponde.
3. Debe existir un algoritmo que, dado un número natural, nos permita determinar si este número es. o no es, el código de un enunciado o de una sucesión, y que, en caso de que sí lo sea, determine exactamente a qué objeto corresponde. (1)

Cuando hablamos de "algoritmo" estamos hablando de un procedimiento sintáctico, por lo tanto los códigos se asignan a los enunciados o a las sucesiones de enunciados siempre que estos objetos estén escritos en el lenguaje formal.

Como decía antes, hay muchas maneras de asignar los códigos. Raymond Smullyan, en su libro Gödel's Incompleteness Theorems, trabaja con un lenguaje de 13 símbolos (incluyendo un símbolo especial para separar los enunciados que forman parte de una sucesión) y, traduciendo cada símbolo a un "dígito", convierte a cada enunciado (o sucesión de enunciados) en un número natural escrito en base 13. En Gödel para Todos se procede de manera similar, pero usando secuencias de dígitos binarios. El propio Gödel en su demostración original usa productos de potencias de primos (2). Aquí evitaremos dar detalles de cómo se hace la asignación, asumiremos simplemente que la asignación ha sido definida.

En algunas charlas (y tal vez también en alguna entrada de este mismo blog) he dicho que, por ejemplo, al enunciado "2 es par" se le asigna un número natural. Sin embargo, esta forma de hablar, que tiene la virtud de la simplicidad, encierra el germen de un error: el de confundir los conceptos sintácticos con los conceptos semánticos.

Como dije antes, la asignación de códigos es un procedimiento puramente sintáctico. ¿Cómo traducimos "2 es par" al lenguaje formal? En realidad hay muchas formas diferentes de hacerlo, por ejemplo (en lo que sigue usamos la "E" para inidcar "existe"):

Ex((1 + 1) = (1 + 1).x)
Ex((1 + 1).x = (1 + 1))
Ey((1 + 1) = (1 + 1).y)
Ex((1 + 1).y = (1 + 1))

...y muchos más.

Sintácticamente los cuatro enunciados escritos más arriba son diferentes y, por lo tanto, a cada uno de ellos le corresponde un código diferente. No existe un código para "2 es par", existen diferentes códigos para cada una de las infinitas formas en que puede ser traducido al lenguaje formal. Por lo tanto, no debemos pensar a los códigos como asignados a frases escritas en castellano, sino a objetos sintácticos llamados "enunciados" o "sucesiones de enunciados".

La observación anterior puede parecer trivial, pero no lo es. Los conceptos semánticos nos resultan más familiares que los sintácticos y por eso tendemos a pensar, a hablar, a explicar e, inclusive, a escribir libros de Lógica convirtiendo lo sintáctico en semántico (para que sea más "digerible"), pero esta conversión puede llevarnos a confusión.

Veamos otro ejemplo en el que se ve claramente la diferencia entre conceptos semánticos y sintácticos (entre conceptos matemáticos y metamatemáticos). Supongamos que tomamos como axiomas los enunciados A1,.., An (que, me apresuro a aclarar, no cumplen las hipótesis del Teorema de Gödel) y que nos dicen que el enunciado "1 + 1 = 1" es demostrable a partir de esos axiomas. ¿Debemos concluir que A1,...,An es un sistema inconsistente? La respuesta es que no. Los axiomas podrían formar un sistema consistente. (Recordemos que consistente significa que P y no-P nunca son al mismo tiempo demostrables.)

¿Cómo es posible que "1 + 1 = 1" sea demostrable, pero que el sistema sea consistente? Si uno se hace esa pregunta es que está confundiendo "demostrable" con "verdadero" (sintaxis con semántica).

¿Qué quiere decir que A1,.., An permitan demostrar el enunciado "1 + 1 = 1"? Respuesta: significa que existe una sucesión finita de enunciados cuyo enunciado final es "1 + 1 = 1" y en la que cada uno de ellos es, o bien uno de los A1,.., An, o bien se deduce de enunciados anteriores por aplicación del modus ponens. Notemos que esta respuesta está basada en conceptos sintácticos y que en ella no tiene cabida el concepto de "verdad" (o de "falsedad"). Notemos además que esa demostración de "1 + 1 = 1", como toda sucesión finita de enunciados, tiene asignada (a manera de código) un número natural.

Si los axiomas cumplieran la hipótesis de que todo enunciado finitista verdadero es demostrable, entonces sí formarían un sistema inconsistente. En efecto, "-(1 + 1 = 1)" (el signo "-" indica negación) es un enunciado finitista verdadero y, si se cumpliera la hipótesis, entonces ese enunciado sería demostrable. Como también "1 + 1 = 1" es demostrable entonces el sistema sería inconsistente.

Sin embargo, es posible que A1,.., An (que, dijimos, no cumple las hipótesis de Gödel) no admita una demostración para el enunciado "-(1 + 1 = 1)" y que, por lo tanto, sea un sistema consistente.

Continuará...

Notas:

(1) Dos aclaraciones de lenguaje: A los efectos de esta serie de entradas, los números naturales son 1, 2, 3, 4, 5, 6, etc. y por algoritmo entendemos un procedimiento mecánico que se completa en una cantidad finita de pasos.

(2) Gödel le asigna a cada símbolo del lenguaje un número impar. Si un enunciado E está formado por lo símbolos s1, s2, s3,... entonces le corresponde el número 2^c(s1).3^c(s2).5^c(s3).7^c(s4).... conde c() es el código de cada símbolo. A la sucesión de enunciados E1, E2, E3,... le corresponde el código 2^c(E1).3^c(E2)....