PEREZA

A todos, alguna vez, nos entra un poco de pereza, de inapetencia, de desgana. Y en ocasiones nos dejamos llevar por ella, y es que no se puede estar siempre a mil, con las pilas cargadas y motivado para todo. Pero en ocasiones la pereza se convierte en actitud vital. Pasa de ser una situación puntual a guiar todas las respuestas que das, cada vez que se te pide algo. Siempre encuentra uno excusas para no hacer lo que no apetece. Se te ocurren mil planes mejores. Reconoces que no tienes ganas. O a veces, en lugar de eso, lo disfrazas de sobrecarga y agobio. Te viene a la boca, como un mantra siempre preparado, la explicación de que es que estás muy cansado y no puedes con todo -que a veces es verdad, pero a veces se convierte en una fachada para la vagancia, tan convincente que hasta uno mismo se lo puede creer-. Y terminas posponiendo siempre lo que te resulta duro, arduo o poco gratificante, mientras abrazas con entusiasmo lo apetitoso, lo fácil o lo emocionante.
 
Es muy humano el que haya cosas que te apetezcan más que otras y el que uno prefiera lo cómodo y fácil a lo exigente. El problema de la pereza como actitud vital es que termina haciendo que algunas cosas que son importantes –acaso imprescindibles– se pierdan y queden sin hacer. Por pereza puede uno dejar pasar algún tren muy necesario. O puede dejar en la cuneta a alguien que le necesita. El gran pecado asociado a la pereza es la omisión, y todo lo que, por su causa, puede quedar sin hacer.
 
Alternativa. No sé si es muy contemporáneo hablar de diligencia (que casi suena a carro de película del oeste). Hoy quizás diríamos algo así como que hay que ponerse las pilas y arrear. Como actitud, la diligencia, el ser diligente, es ser alguien que está preparado y dispuesto para ir sacando adelante las cosas. Es bueno para uno mismo, porque vas conquistando espacios, terrenos y ámbitos en la vida. Y es bueno para los otros, si las metas que te fijas tienen que ver con ellos. No se trata, al final, de ir por la vida con complejo de superhéroe o de salvamundos, pero sí de reconocer los propios talentos y ponerlos en juego para que den buenos frutos. 


Los diarios antisemitas de Heidegger


¿Puede la obra de un filósofo estudiarse sin tener en cuenta sus principios políticos? Esta pregunta siempre ha girado en torno a Martin Heidegger (Alemania 1889-1997) sin que nadie se atreva a dar una respuesta definitiva. La adhesión del filósofo alemán al partido nazi provocó que muchos colegas de profesión como Jürgen Habermas, Hans Jonas o Alain Renaut criticaran su obra, al no poder abordarla sin tener en cuenta su carácter ideológico. Un sentimiento que se vio incrementado por el incendiario discurso que Heidegger pronunció al acceder al rectorado de la Universidad de Friburgo en 1933. La mayoría de los filósofos, por el contrario, han preferido siempre tomar el trabajo de Heidegger en su sentido filosófico, ignorando sus creencias. Nombres como Jean-Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty o Michel Foucault fueron entusiastas defensores de su trabajo. Argumentaban que sus ideas antisemitas nunca habían llegado a su filosofía El judaísmo no necesita involucrarse en acciones militares para seguir desplegando su influencia, mientras que nosotros sacrificamos la sangre de nuestros mejores hombres Incluso Hannah Arendt, filosofa y judía, llegó a enamorarse de Heidegger. Una relación, confirmada por las numerosas cartas que se escribieron, que nunca llegó a consolidarse y que se vio amenazada por el sentimiento antisemita del filósofo, que contrajo matrimonio con una nazi. Esta polémica en torno a uno de los autores más influyentes del siglo XX puede estar a punto de terminar gracias a los diarios secretos del autor, que acaban de ver la luz en Alemania y confirman unos sentimientos antisemitas más profundos de lo que se pensaba, que llegaron incluso a empañar su labor profesional. Estos “diarios negros”, como han sido calificados, son una bitácora filosófica del autor cuyos pasajes más controvertidos corresponden al inicio de la Segunda Guerra Mundial. En ellos considera que el “mundo del Judaísmo” está conduciendo al mundo a una “modernidad deshumanizadora”. Un concepto que Heidegger y el partido nazi siempre criticaron. “El judaísmo no necesita involucrarse en acciones militares para seguir desplegando su influencia, mientras que nosotros sacrificamos la sangre de nuestros mejores hombres”, añade Heidegger en estos diarios en los que también critica un judaísmo mundial que controla tanto el capitalismo, como el comunismo, según ha confirmado Peter Trawny, editor de estas publicaciones, al diario Der spiegel. A partir de hoy, cuando estos diarios llegan a las librerías, todos los alemanes podrán descubrir las raíces del pensamiento antisemita del filósofo, que en una de sus frases más controvertidas asegura que los judíos se oponen a las teorías nazis porque “también han vivido siempre de acuerdo a principios raciales”. Heidegger no solo cogió unas cuantas ideas antisemitas, sino que las procesó filosóficamente. No pudo inmunizar su pensamiento de estas tendencias Los primeros fragmentos de estos diarios fueron filtrados en diciembre. Desde entonces algunos investigadores de la obra de Heidegger han intentado detener su publicación. En Alemania las reacciones no se han hecho esperar y casi todos los que han podido leer estos diarios antes de su publicación coinciden en que será difícil defender a partir de ahora el pensamiento del filósofo. “Heidegger no solo cogió unas cuantas ideas antisemitas, sino que las procesó filosóficamente. No pudo inmunizar su pensamiento de estas tendencias”, confesó Peter Trawny al diario británico The Guardian. Trawny, que también es el director del Instituto Martin Heidegger, ha confesado que se quedó en shock al descubrir los pasajes antisemitashace un año. Decidió continuar con la publicación a pesar del daño potencial que podría causar al legado del filósofo: “Todavía pienso que uno puede enfrentarse con Heidegger de una forma constructiva, y estas revelaciones ayudarán al proceso”, concluía. Fuente: El Confidencial

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