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Tropas musulmanas que combatieron junto con los rusos en la Segunda Guerra Mundial


A comienzos de mayo, en todas las mezquitas de Rusia se dedican solemnes prédicas al 60 aniversario de la Victoria sobre el nazismo. «Todos nosotros conmemoramos a nuestros seres queridos que peleaban en los frentes de la Gran Guerra Patria o trabajaban en la retaguardia», dice Radik Amirov, jefe de la oficina de prensa de la Dirección de los Musulmanes de la Parte Europea de Rusia.

La Gran Guerra Patria ( 22 de junio de 1941 - 9 de mayo de 1945) formó parte de la Segunda Guerra Mundial. El abuelo de Radik, Abdullah Amirov, desapareció en esa guerra en otoño de 1941. Quedaron sin padre cuatro hijos, el menor de los cuales tenía un año de edad. «El abuelo no quiso evadir el servicio militar, porque la defensa de la Patria es un deber sagrado de todo hombre musulmán», dice Radik Amirov.

Durante un largo tiempo la familia sólo sabía de un paisano - quien lo vio con sus propios ojos, pero no pudo ayudar en nada - que Amirov fue gravemente herido. Las tropas soviéticas retrocedían hacia el interior del país bajo atroces ataques de la artillería enemiga.

Los datos sobre quienes habían perecido en aquel combate fueron entregados solamente hace poco a Rusia de un archivo alemán. Sólo en vísperas del 60 aniversario de la Victoria, los Amirov supieron dónde está enterrado su pariente, y el 9 de mayo irán a visitar su tumba.

Los nazis agredieron a la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, asestando uno de sus primeros golpes contra la fortaleza de Brest, que se encontraba cerca de la frontera y opuso una eficaz resistencia. Allí combatieron representantes de 30 nacionalidades de la URSS, que supieron mantenerse durante casi un mes. En ese tiempo los alemanes ya se apoderaron de una considerable parte del territorio soviético.

A uno de los defensores de la fortaleza, el tártaro Piotr Gavrilov, le fue otorgado el título de Héroe de la Unión Soviética, la más alta distinción militar. Junto con él combatían muchos inguches y chechenos. Poco antes de comenzar la guerra, a Brest fue enviado un batallón integrado por jóvenes procedentes del Cáucaso del Norte. Muchos de ellos perecieron, algunos cayeron prisioneros.

Pasados 40 años después del fin de la guerra, el checheno Eki Uzuev se dirigió a Brest para aclarar el destino de sus hermanos mayores. El director del museo "La fortaleza de Brest" le dijo: «Su hermano Magomed Uzuev murió como un héroe, su nombre está grabado en la estela conmemorativa del 333 regimiento de fusileros. De su segundo hermano, Visait, no disponemos de ninguna información, lamentablemente». Eki llevó esa noticia a su poblado, donde a Magomed lo estuvo esperando durante 40 años su novia.

Con la defensa de la fortaleza están relacionadas muchas leyendas. Una trata del último de sus defensores. Su nombre se ignoraba durante mucho tiempo. Hace poco, en Ingushia fueron publicadas las memorias de Stankus Antanas, un lituano que era oficial de la SS. En julio de 1941, su regimiento recibió la orden de liquidar a los pocos soldados del Ejército Rojo que quedaban en la fortaleza.

Cuando se creó que ya ninguno de ellos estaba con vida, y un general de la SS hizo formarse en la plaza a los soldados para entregarles condecoraciones por la toma de la fortaleza, de una de las casamatas subterráneas salió un oficial del Ejército Rojo, alto y gallardo.

«Estaba ciego a causa de una herida y caminaba con el brazo izquierdo extendido y puesto el derecho sobre la pistolera. Su uniforme estaba roto, pero él avanzaba por la plaza con aire de orgullo. 

Los alemanes lo contemplaban petrificados. Al llegar al borde de un embudo dejado por proyectil, él se paró y se volvió de cara al Oeste. El general de repente dirigió saludo militar a este último defensor de la fortaleza de Brest, e inmediatamente lo siguieron los demás oficiales de la división. El ruso sacó la pistola y se pegó un tiro contra la sien, cayendo de cara a Alemania. Un suspiro recorrió la plaza. Lo contemplábamos pasmados, admirando la valentía de aquel hombre», escribe Antanas.

En sus documentos figura el apellido de Barjanoev. Pasados decenios se pudo averiguar que se trataba de Umatguirey Barjanoev, oriundo del poblado checheno de Yandare.

Las causas por las que los nombres de muchos héroes se llegan a conocer sólo actualmente consisten en que en 1944 los pueblos checheno, inguche y otros fueron sometidos a represiones y deportados a Siberia o Asia Central. Durante largos años no se mencionaba lo que hicieron por la Victoria representantes de esas nacionalidades. Es de señalar que hubo traidores entre muchos pueblos, incluido el ruso. El tema de quién y por qué razones aceptaba combatir del lado de los nazis después de haber caído prisionero no está estudiado cabalmente hasta hoy día. Pero todo ello no justifica la deportación ni la humillación de aquellos hombres que lucharon heroicamente contra el nazismo.

La mayoría de los representantes de los pueblos sometidos a represiones fueron revocados de los frentes y privados de las condecoraciones y los grados militares recibidos. En total, dentro de los desplazados se vieron 5943 oficiales, 20209 sargentos y 130691 soldados rasos.

Para seguir permaneciendo en las filas, muchos indicaban otra nacionalidad en los documentos. Sabiendo que a los inguches y los chechenos no les daban condecoraciones, algunos de los jefes militares también les indicaban otra nacionalidad al nominarlos. Por ejemplo, 46 inguches fueron nominados al título de Héroe de la Unión Soviética. Pero lo recibieron sólo tres de ellos, además al cabo de 50 años solamente.El checheno Movlid Visaitov recorrió los caminos de guerra del Terek al Elba, tuvo bajo su mando el 255 regimiento especial de caballería checheno-inguche y el 28 regimiento de guardia. Fue el primero entre los oficiales soviéticos en apretar la mano en el Elba al general Bolling, comandante de las unidades de vanguardia estadounidenses. Figuró entre un reducido número de los oficiales soviéticos que recibieron una de las más altas condecoraciones estadounidenses: la Orden de la Legión del Honor.

Cuando en un local entraba un caballero de esa orden, tenían que levantarse y saludarlo de pie todos los estadounidenses, incluido el presidente de EE UU. Al final de la guerra, Visaitov fue nominado a recibir el título de Héroe de la Unión Soviética, pero a causa de su nacionalidad éste no le fue otorgado. La justicia se impuso sólo en 1990, cuando él ya no estaba entre los vivos.
Durante la guerra, a la gente sencilla no le importaba la nacionalidad de las personas que la rodeaban. Una mujer ucraniana, Galia, cuidó de Visaitov después de haber quedado él gravemente herido cerca de Taganrog. Él la halló después de terminada la guerra, y las dos familias -la chechena y la ucraniana - mantenían amistad hasta la muerte de Movlid.

Musulmanes soviéticos salvaban durante la guerra a sus compatriotas judíos y gitanos, los que, según las órdenes nazis tenían que ser exterminados. «Al caer prisioneros junto con unos judíos y gitanos, los oficiales musulmanes los hacían pasar por los "suyos": tártaros, azerbaiyanos, chechenos, etc. También en las zonas ocupadas salvaban a los judíos. En un poblado bielorruso, una tártara escondió a dos judíos que se habían fugado de los alemanes. Ella no los entregó ni cuando los nazis entraron en su casa, y al irse éstos, les indicó un camino seguro entre la ciénaga, para que ellos pudiesen llegar allá donde se encontraban unidades soviéticas", refiere Radik Amirov. "Tales historias nos unen a todos en las épocas difíciles para el país», dice él.

Es imposible saber hoy día cuántos musulmanes en total pelearon en los frentes de la Gran Guerra Patria. Nadie se dedicaba a reunir tales datos estadísticos. Eran centenares de miles. Sólo en Rusia viven cerca de 40 etnias que profesan el Islamismo. Hay que añadir a ello a los musulmanes de las ex repúblicas soviéticas. Y cuando hoy día los pueblos intentan calcular a sus héroes, no resulta fácil reunir los datos. La única institución que sería capaz de hacerlo son las Direcciones Religiosas de los Musulmanes. Pero éstas dicen: No queremos dedicarnos a la repartición de la Victoria, ésta fue una para todos los pueblos de la Unión Soviética. Y tienen razón al afirmarlo.

Pero pese a ello conviene aducir ciertos datos. Solamente por la liberación de Bielorrusia, fue concedido el alto título de Héroe de la Unión Soviética a unos 130 musulmanes, entre los que también hubo tártaros. En total, durante la guerra lo recibieron unos 170 tártaros, ocupando el cuarto lugar, después de los rusos, los ucranios y los bielorrusos. Los aviadores Musa Gareev y Talgat Biguildinov (éste último era hijo de los pueblos tártaro y kazajo) llegaron a ser dos veces Héroes de la Unión Soviética.

Este título fue otorgado póstumamente a Alexander Matrosov. El 23 de febrero de 1943, en el momento decisivo de un combate, él topó con su cuerpo un punto de fuego del adversario. Al sacrificar su vida, Alexander, de 19 años de edad, salvó las de decenas de sus compañeros. Todo el mundo en la URSS conocía el apellido de él. Pero hace poco se averiguó que Matrosov no era su apellido verdadero. En realidad él se llamaba Shakir Muhametjanov, nació en Bashkiria, en una familia tártara. Siendo pequeño, perdió a los padres, y cuando lo mandaron a un hogar infantil, se inscribió con otro nombre y apellido, para no distinguirse entre otros chicos.

El checheno Khanpashi Nuradilov pereció en la batalla de Stalingrado en 1942. He aquí lo que decía una octavilla sobre la proeza realizada por él: 
«Un hércules, un águila, un paladín: es así como se debe llamar al ametrallador Khanpashi Nuradilov, nuestro heroico sargento. De su ametralladora él mató a 920 nazis, se apoderó de 7 ametralladoras del adversario, tomó prisioneros a 12 alemanes. El héroe pereció como un paladín de su entrañable Patria. El Gobierno distinguió con las órdenes de la Bandera Roja y la Estrella Roja los méritos combativos del héroe».


La batalla de Stalingrado llegó a ser momento crucial en la historia de la Gran Guerra Patria y la Segunda Guerra Mundial, duró 200 días: desde julio de 1942 hasta febrero de 1943. Los nazis perdieron durante esa batalla cerca de 1,5 millones de soldados y oficiales, o el 25 por ciento de todos sus efectivos que actuaban en el frente soviético-alemán. Las bajas del Ejército Rojo sumaron 1 millón 130 mil soldados y oficiales, incluidos 480 mil muertos. Entre quienes quedaron por siempre en la tierra de Stalingrado se encuentra también el abuelo del presidente de la Dirección Religiosa de los Musulmanes de la Parte Europea de Rusia, el mufti jeque Ravil Gainutdin.

Muchos musulmanes perecieron en los combates por liberación de Leningrado. El sitio a la ciudad duró 900 días. Centenares de miles de sus habitantes murieron de hambre y bombardeos. Pero hasta el final procuraban conservar la presencia de ánimo. En la ciudad, que a diario sufría ataques de artillería, se daban espectáculos y conciertos. En 1941, allí fueron organizadas unas conferencias con motivo del natalicio del poeta azerbaiyano Nizami, que vivió en el siglo XII.
Los musulmanes combatían en todos los frentes de la Gran Guerra Patria, los hubo también entre grupos de reconocimiento y destacamentos guerrilleros. En 1942 fue formado uno de caballería inguche al mando de Tousi Shadiev. Más tarde, en 1943, ese destacamento guerrillero llegó a formar parte de la división especial checheno-inguche.

Musa Jalil, presidente de la Unión de Escritores de Tartaria, dio una muestra de valentía, al caer prisionero siendo herido en 1942. Él supo organizar un grupo clandestino que desplegó la labor propagandística en las legiones que se formaban de prisioneros de guerra para combatir contra el Ejército Rojo. Como resultado de su actividad, ya la primera legión enviada al frente se puso del lado de las tropas soviéticas.

El grupo de Jalil empezó a preparar una sublevación general de prisioneros de guerra. Pero los nazis dieron con la pista del grupo clandestino y arrestaron a todos sus miembros. En la cárcel de Moabit Musa Jalil escribió sus últimas poesías. Él y los miembros de su grupo, incluido el famoso escritor tártaro Abdullah Alish, fueron ejecutados. Los cuadernos de Moabit fueron conservados por otros reclusos que quedaron con vida. En 1968, en la URSS fue rodada una película sobre la hazaña de Musa Jalil.

Quienes permanecían en la retaguardia también hacían un sustancial aporte a la Victoria. Durante la guerra, en todas las mezquitas se recolectaban dinero, ropa y víveres para mandarlos al frente y prestar ayuda a las familias de los combatientes. En 1943, el entonces mufti de la Dirección Religiosa de los Musulmanes de la Parte Europea de la URSS y Siberia, Gabdurahman Rasulev, le dirigió a Stalin una carta con aseveraciones del apoyo al Ejército Rojo y los recursos reunidos por los musulmanes para la construcción de una columna de carros blindados.

Sucedió que una parte considerable del territorio soviético donde por tradición viven los musulmanes no fue ocupado. Precisamente allá se evacuaba la gente de todo el país, allí fueron concentradas las más importantes empresas industriales que fabricaban armas para el frente, allí se recolectaba la cosecha. En las fábricas y el campo trabajan fundamentalmente mujeres.

En el frente también había mujeres musulmanas, muchas eran médicas o enfermeras, sacaban a heridos de la línea delantera bajo lluvia del fuego. Algunas combatían al lado de los hombres. La inguche Lala Ujahova se fue a la guerra como una voluntaria. Durante cuatro años sirvió de apuntadora y más tarde de comandante de una pieza de artillería. La tártara Marguba Sirtlanova realizó más de 780 vuelos de combate en un bombardero nocturno.

Es infinita la lista de los héroes que combatieron en los frentes o trabajaron en la retaguardia. Muchos de ellos no recibieron condecoraciones, pero todos los ciudadanos de Rusia y de otros países de la CEI los recuerdan a todos hoy día, indistintamente de la nacionalidad o la creencia religiosa de ellos.

Marianna Belenkaya

Tropas musulmanas en la Segunda Guerra Mundial junto a la Alemania nazi

El líder palestino Amin al-Husaynipasando revista a las tropas bosnias de lasSS.
La 13ª División de Montaña SS Handschar o 13te Waffen-Gebirgs-Division der SS Handschar (1ª Croata y Bosnia) fue una División de las Waffen-SSformada el año 1943 por voluntarios musulmanes de Croacia y Bosnia-Herzegovina que combatió durante la Segunda Guerra Mundial junto a laAlemania nazi, participando especialmente en las luchas contra las guerrillas yugoslavas de Josip Broz Tito.

Historial 

Formación

La 13. Waffen-Gebirgs-Division der SS "Handschar" (1.ª Croata y Bosnia) quedó constituida el 10 de febrero de 1943, formada por voluntarios musulmanes procedentes de Croacia y Bosnia-Herzegovina. El sobrenombre de la unidad, "Handschar" (Handzar en croata), deriva de la cimitarra, la típica espada de origen turco, que aparece como símbolo de la División.
Desde el otoño de 1942 Heinrich Himmler y Gottlob Berger ya habían estudiado la posibilidad de enrolar en las SS a voluntarios musulmanes procedentes de los Balcanes. Tras la aprobación por parte de Hitler, el SS-Obergruppenführer Artur Phleps y Amin al-Husayni, dirigente nacionalista árabe palestino y líder religioso musulmán, dieron inicio a las operaciones de reclutamiento para la formación de la unidad.
De este modo, a principios de 1943 ya habían sido reclutados 21.065 hombres, mayoritariamente de confesión musulmana, y además, como caso extraño en las unidades de las SS, la División había igualmente reclutado un imán por cada batallón y un mulá por cada uno de sus regimientos; otra de las peculiaridades de la División, referida a su uniforme, era su característico fez de color verde.

Revuelta de Villefranche-de-Rouergue

El 17 de septiembre de 1943, un grupo de soldados bosníacos al mando de Ferid Dzanic protagonizaron el motín de Villefranche-de-Rouergue, localidad del sur de Francia. Fue el único motín registrado en las unidades de las SS en toda su historia. Los amotinados capturaron a la mayoría de los alemanes y ejecutaron a cinco oficiales. Aparentemente, los amotinados creyeron que la mayoría de los soldados de la unidad iban a unirse a su causa y que de esa forma iban a llegar a las posiciones de los Aliados.
La revuelta fue sofocada gracias a la mediación engañosa del imán Halim Malkoc y de un tal doctor Schweiger. Unos 20 rebeldes resultaron muertos o ejecutados por un proceso sumarísimo después de sofocarse la revuelta.
Los alemanes estaban convencidos de que la revuelta de Villefranche-de-Rouergue fue obra de "comunistas infiltrados" en sus filas. Inmediatamente después de terminar con la rebelión, "purgaron" la unidad. Cerca de 1.000 soldados fueron declarados "inadecuados" o "políticamente inadecuados" para la unidad y enviados a Alemania para "servicios de trabajo". Unos 265 rechazaron "trabajar" y fueron trasladados al campo de concentración deNeuengamme, donde la mayoría murieron. Irónicamente, cuando Villefranche-de-Rouergue fue liberada de la ocupación nazi en 1944, la ciudad nombró una de sus calles como la "Avenida de los Croatas", en memoria de los rebeldes que protagonizaron el motín. Según Louis Erignac, Villefranche-de-Rouergue fue la primera ciudad liberada de la Francia ocupada por los nazis.

Retorno a los Balcanes

Tras este período de entrenamiento, a partir de febrero de 1944, la 13ª División, junto con otras dos divisiones de las SS, la 23ª División de Montaña SS Kama y la 21ª Waffen División de Montaña SS Skanderbeg, es destinada a la lucha contra guerrillas, concretamente a diversas operaciones contra lospartisanos comunistas yugoslavos liderados por Josip Broz, alias Tito. Durante todo este período los hombres de la División serán protagonistas de numerosísimos episodios de violencia contra la población civil de las zonas rurales, a la cual acusaban de auxiliar a los partisanos (lo cual se traducía en matanzas de todo tipo); por este motivo, con el avance del Ejército Rojo sobre los Balcanes, se inicia un constante reguero de deserciones por parte de miembros de la División, con el objetivo de proteger su familia y propiedades de posibles venganzas por los partisanos comunistas.

Retirada y final

La retirada alemana de los Balcanes, producida a lo largo de octubre y noviembre de 1944, acelera la descomposición de la División Handschar al hacerse evidente el resultado final de la guerra y desaparecer el apoyo de la Wehrmacht, crucial para enfrentarse con éxito a los partisanos y al Ejército Rojo. Así, en noviembre de 1944 la División SS Handschar estaba prácticamente en desbandada, aunque un pequeño número de miembros de la unidad siguieron combatiendo como unidad articulada hasta el 8 de mayo de 1945, momento en que se rinden en Austria a las tropas británicas, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial en Europa y con Adolf Hitler ya muerto.

Condecorados


En total, cuatro componentes de la unidad recibieron la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro. Fuente: wikipedia

Imágenes: Alemania tras la Primera Guerra Mundial






Las tortugas carey al borde de la extinción en la costa pacífica de América Central

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Creative Commons Wikipedia   Tortuga carey en Saba (Antillas Neerlandesas).


De repente aparecieron nidos en El Salvador, Nicaragua y en Costa Rica. Esta especie marina se creía casi extinta y ahora debe sobrevivir a la pesca industrial de arrastre.
Están escondidas entre las rocas y han llegado a sentirse cómodas en inusuales hábitats lodosos. Por ahí andan casi refugiadas las atractivas tortugas carey que hasta hace diez años los biólogos marinos consideraban prácticamente extintas, después de décadas y décadas de explotación humana para ingerir los huevos con presuntas propiedades afrodisíacas o para comerciar el caparazón leonado que puede acabar en forma de joyas femeninas o en extensiones de espuelas para las peleas de gallos.
Estas son las tortugas carey que han logrado dibujar una sonrisa en las comunidades de biólogos marinos y de ecologistas que trabajan en el Trópico americano. De repente la población de estos animales dejó de ser considerada “remanente” y ahora es una especie promisoria, aunque amenazada por la pesca indiscriminada y sus métodos de barrido.
“La gente pensaba que habían desaparecido, pero ahora hay esperanza”, expuso este jueves el biólogo Alexander Gaos, un especialista estadounidense que aún recuerda cómo sus colegas le vieron cara de loco cuando allá por 2007 le oyeron decir que quería investigar poblaciones de tortugas carey. Era poco menos que escribir sobre dinosaurios, pero Gaos comenzaba así una búsqueda que fue dando resultados incipientes en la costa pacífica desde México hasta Ecuador.
Ahora dice optimista que hay al menos 500 hembras anidadoras en los rincones del Pacífico de la región centroamericana, además de poblaciones aún menores en el Caribe. La carey está en la categoría mundial de “peligro crítico de extinción”, pero eso es una buena noticia para un especie que se le creía derrotada hace solo una década. Este fue el mensaje de Gaos al exponer sus conclusiones de años en la Universidad Nacional, con la intención de alertar sobre las amenazas para el crecimiento de esta tortuga poco viajera e inquilina frecuente de arrecifes en aguas poco profundas.
Gaos aún recuerda una reunión con colegas suyos y pescadores pequeños en El Salvador en 2004. Uno de estos tomó entonces la palabra y con algo de vergüenza dijo que en su playa solo había registrado 120 anidamientos en un año. ¡120! La cifra era la mejor noticia para los biólogos que desde entonces ubicaron la bahía salvadoreña Jaquilisco como uno de los puntos mayores de anidación de la carey, junto con el estero Padre Ramos, en Nicaragua.
Los Cóbanos, en la costa de El Salvador, y Aserradero, en la nicaragüense tienen un nivel medio de anidación, nivel al que pronto podría ingresar isla Pelada, en el pacífico norte de Costa Rica, país que tiene vigente una ley de prohibición del comercio de huevos de estas tortugas y del hermosa caparazón ámbar con vetas oscuras que aún se ve adornando algunos locales playeros o recortado en pequeñas piezas para joyas o monturas de anteojos.
En la frontera con Panamá, al sur, también se consiguen fácil los juegos de picos de carey curvados que se colocan a los gallos como extensión de sus espuelas para las peleas en los pueblos, mitad negocio y mitad entretenimiento. Hasta en los duty free de los aeropuertos centroamericanos se pueden comprar piezas de carey.
“Es una tortuga bella, hablando en términos románticos, pero en lo biológico sería una gran noticia la recuperación de esta especie porque se alimenta de las esponjas marinas que compiten con la formación de arrecifes. Es vital para la formación de los corales, que es el hábitat de muchas otras especies. Una buena noticia sobre esta tortuga es una buena noticia sobre la vida marina en toda nuestra costa”, explicó el biólogo Randall Arauz, de la fundación Programa de Restauración de Tortugas Marinas (Pretoma).
Ahora, con  el albor de la tortuga carey, los biólogos y ambientalistas intentan aliarse con las comunidades costeras. Intentan convencerles de que matar una tortuga para vender sus huevos o comerciar su concha es menos rentable (y sostenible) que mantenerle cercana a su territorio y desarrollar el turismo. Esto ya es la marca de algunas zonas de Costa Rica como Ostional (Pacífico) o Tortuguero (Caribe), donde los turistas pagan hasta 100 dólares por untour de observación de desove.
Fuente Canal Azul 24

Nota 
La tortuga carey (Eretmochelys imbricata) es una especie de tortuga marina de la familia de los quelónidos, que se halla en peligro crítico de extinción. Es la única especie del género Eretmochelys. Existen dos subespecies, Eretmochelys imbricata imbricata que se puede encontrar en el océano Atlántico y Eretmochelys imbricata bissa, localizada en la regiónindo-pacífica.
En peligro crítico (CR)

RIESGOS


Jabones de grasa humana, mito o realidad


Tras la II GM, los hombres de Hitler fueron acusados de hervir cadáveres humanos para extraerles el sebo y usarlo en la industria de la limpieza. Son decenas las leyendas que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hablan de las sanguinarias prácticas realizadas por los nazis con los presos de los campos de concentración. Desde fabricar lámparas con piel humana hasta llevar a cabo crueles ensayos con seres humanos, es imposible desligar a los hombres de Hitler de la brutalidad y la barbarie. Sin embargo, hay un mito especialmente recurrente por su capacidad para poner los pelos de punta: el que afirma que, en 1943, los científicos alemanes comercializaron una pastilla de jabón elaborada con grasa de prisioneros judíos previamente asesinados y hervidos. ¿Realidad o ficción? Ni una cosa ni la otra ya que, aunque es falso que se vendiera, este experimento sí vio la luz a pequeña escala.
Corría por entonces el año 1943 en una Alemania inmersa hasta la ingle en la Segunda Guerra Mundial y abrumada por la ingente cantidad de prisioneros que copaban los campos de concentración. En aquella época, los hornos crematorios de los nazis funcionaban a pleno rendimiento con un único objetivo: evitar la acumulación de cadáveres judíos que generaba la denominada «Solución final» (o exterminio) ordenado por Hitler. La única premisa era la muerte indiscriminada de hombres, mujeres, niños y ancianos para orgullo del Führer.
No obstante, siempre es posible generar más maldad de la ya existente y, en ese contexto de muerte sin razón, alguien tuvo una idea: ¿Por qué no usar los restos de los cadáveres en provecho de Hitler? Increíble pero cierto. Así pues, se generó una gran industria en torno a los cadáveres de los prisioneros judíos. Entre los diferentes «productos» vendidos por los líderes nacionalsocialistas de entonces se destacó, por ejemplo, el pelo humano, el cual era usado para elaborar pelucas femeninas. Había comenzado, en definitiva, la época más cruel del Tercer Reich. Un tiempo que haría correr ríos de sangre y que motivaría la extensión de la leyenda más macabra de la época, la del jabón que se fabricaba con grasa humana.

La leyenda

Esta leyenda no brotó, curiosamente, con la llegada del nazismo, sino que fue creada por los británicos en 1917 durante los años de la Primera Guerra Mundial. Por entonces, el diario «The Times» difundió en un reportaje que los alemanes elaboraban jabón con la grasa de los prisiones ingleses tras hervirlos. Aquella mentira causó tanto revuelo que, ocho años después, tuvo que ser desmentida por el mismo Austen Chamberlain –el secretario de asuntos exteriores del Reino Unido-. Pero ya era tarde, pues la semilla de la desconfianza había sido sembrada y había provocado una leyenda que resistiría el paso de los tiempos.

La llegada de la Segunda Guerra Mundial -en 1939- hizo que este mito volviera a salir a la luz acompañado, a su vez, por una nueva mentira: la que decía que los nazis no sólo estaban fabricando jabón a partir de prisioneros, sino que lo habían comercializado a gran escala. «La acusación (…) fue creída por muchos hasta hoy. Al parecer, el único sustento real de esta creencia era que la principal marca de jabones a la venta en la época se llamaba RIF, palabra que era interpretada como las siglas de “Reines Jüdisches Fett” (“Grasa pura de judío”), cuando en realidad lo era de “Reichsstelle für industrielle Fettversorgung” (“Centro Nacional para la Provisión Industrial de Grasa”)», señala Justino Balboa en su libro «Los grandes enigmas de la Segunda Guerra Mundial».

Una dura realidad

Sin embargo, la desgracia quiso que, años después, esta falacia se convirtiera en realidad por obra y (des)gracia de un científico nazi llamado Rudolf Spanner, director del Instituto Anatómico de Danzig. Todo comenzó cuando este investigador alemán solicitó al Reich que le enviara decenas de prisioneros del hospital psiquiátrico de Konradstein y del campo de concentración de Struthof-Natzweiler para que le «ayudaran» en un nuevo experimento. Dicho y hecho, pues era 1943 y Hitler andaba sobrado de reos. Una vez en el laboratorio, el doctor ordenó asesinarlos y hervirlos para que su grasa se desprendiera del cuerpo y pudiera usarse para fabricar jabón.

Así recordaba Sigmund Mazur, asistente de Spanner, aquellos crueles asesinatos en el juicio que se llevó a cabo en Núremberg contra los líderes nazis tras la contienda: «Los cadáveres llegaban en un promedio de siete y ocho por día. Todos habían sido decapitados y estaban desnudos. A veces llegaban en un carro de la Cruz Roja y otras en un camión que podía contener hasta cuatro cuerpos (…) Luego se cocían de 3 a 7 días y se recogía su grasa (…). Esto se hacía desde 1943, cuando Spanner nos dijo que recolectáramos toda la grasa que pudiéramos».
Mediante esta repulsiva técnica, el doctor consiguió elaborar entre 10 y 100 kilos de jabón que utilizó de manera personal y regaló a sus más allegados. «De acuerdo con los testimonios de Spanner tras la guerra, el jabón fue usado terapéuticamente inyectándolo en ligamentos de articulaciones. Salvo en este caso aislado, no existen pruebas de que se haya usado grasa humana, judía o no, de forma continua o no, durante el período nazi. De hecho, los experimentos de Spanner se interrumpieron inmediatamente en cuanto el jefe de las SS escuchó el rumor», finaliza el autor español en su obra. Fuente: ABC