Desde hace días, una de las fortalezas más antiguas del mundo sufre su enésimo asedio. Los combates entre el ejército regular sirio y los rebeldes se suceden en las calles de Alepo, la ciudad más poblada del país. En lo más alto de la urbe, los bombardeos han dañado la fachada del castillo, un majestuoso edificio medieval calificado como patrimonio de la humanidad por la Unesco y cuyos cimientos se pusieron en el año 3.000 antes de Cristo, lo que le convierte en uno de los más viejos que se conocen.
Donde hace siglos se apostaban los arqueros para proteger la ciudadela de los embates de Alejandro Magno o Gengis Khan hoy hay francotiradores que se asoman a las aspilleras medievales para continuar la sangría sin miedo a ser alcanzados. La escasez de testimonios directos hace muy difícil calcular el daño que ya ha sufrido el edificio, pero hay vídeos que muestran impactos en la fachada y escombros en el interior de las galerías ocasionados probablemente por los bombardeos, que se están recrudeciendo en los últimos días.
Esta batalla en las viejas calles de Alepo vuelve a poner de actualidad el drama de la destrucción del patrimonio sirio, uno de los más ricos del mundo. El país está plagado de excepcionales ciudades griegas y romanas, fortalezas medievales y un inmenso número de yacimientos arqueológicos que, desde que comenzó la guerra civil hace 17 meses, han quedado vacíos y merced a los ladrones.
«Esto afecta a la historia del mundo, será un impacto a todas las civilizaciones»
En estos 17 meses, los siete lugares patrimonio de la humanidad que tenía el país han sido parcialmente destruidos. Otros lugares que estaban en la lista de candidatos, como la ciudadela de Qal’at al Mudiq en Apamea, también han sido bombardeados. Todo esto no importa un ápice si se tiene en cuenta la tragedia humana de una guerra civil que se ha cobrado ya al menos 10.000 vidas, muchas de ellas civiles. Pero la destrucción del patrimonio en Siria podría ser irreversible y, por ello, varias organizaciones internacionales ya han dado la voz de alarma ante la destrucción y saqueo de un patrimonio histórico que fue levantado por asirios, babilonios, griegos, romanos, musulmanes y cristianos.
La Unesco ha exigido que se proteja el patrimonio sirio e Interpol ha alertado a todos sus países miembros ante la posible llegada a sus aduanas de estatuillas y mosaicos romanos que han sido arracados sin compasión de sus lugares originales. Un reciente análisis de la situación en Siria habla de pillaje organizado y excavaciones ilegales por parte de grupos armados y a golpe de excavadora. Otros testimonios apuntan directamente al ejército sirio como autor de algunos expolios.
“Los restos arqueológicos en Siria son tan ricos que encuentras algo casi en cualquier sitio que busques”, explica Esper Sabreen, un arqueólogo sirio que trabaja con expertos españoles del CSIC en varios yacimientos de su país. “No hay ningún control. Hay una cantidad enorme de excavaciones ilegales y no sabemos lo que está pasando”, reconoce el arqueólogo, que ha excavado en Homs y Tell Qarassa. “No sabemos nada sobre el estado de los dos yacimientos”, señala el investigador. Cerca de uno de ellos está el Crac de los Caballeros, un castillo del siglo XI en el que los cruzados resistieron el asedio de Saladino y que también está catalogado como patrimonio de la humanidad.
Uno de los estudios más completos que se han realizado sobre los daños y el expolio al aptrimonio sirio, realizado por Emma Cunlife, de la Universdad de Durham (Reino Unido), asegura que la fortaleza ha sido bombardeada. El pasado marzo el Gobierno sirio reconoció que un grupo de hombres armados llegó al castillo, echó a todos sus empleados y lo saqueó sin contemplaciones, según el trabajo. El informe también relata cómo la ciudad romana de Palmira, otro de los sitios protegidos por la Unesco, ha sido barrida por ametralladoras y obuses del ejército desde el castillo que se alza en lo alto de un cerro.
Objetos perdidos
Tras terminar sus estudios de arqueología en la Universidad de Damasco, Sabreen llegó a España en 2010 para hacer la tesis sobre el patrimonio arqueológico al este de la ciudad de Homs. Después estalló la guerra y su objetivo cambió a otro mucho más ambicioso: trazar un plan para proteger y catalogar el patrimonio sirio al completo.
“Queremos planear cómo catalogar y proteger el material de los museos y el que se ha sacado de los 130 yacimientos arqueológicos legales que funcionaban en el país antes del conflicto y que ahora están parados”, explica Sabreen. El proyecto ha comenzado hace unos meses y se enfrenta a importantes trabas. La primera es la dejadez de las autoridades arqueológicas del país, que se remonta a mucho antes de la guerra, dice Sabreen. “Yo trabajé para la Dirección General de Antigüedades y pude ver que en los almacenes de los museos hay muchas piezas descatalogadas, una cantidad de material enorme que no está registrado y que supone un gran problema”, señala. Cualquiera de esas piezas puede desaparecer sin dejar rastro, por no decir que su valor histórico y científico es casi nulo si no se sabe el lugar exacto del que procede.
La situación diplomática tampoco ayuda. Sabreen trabaja en coordinación con la Unesco, dice. “Hace dos meses el Gobierno sirio le pidió ayuda a la Unesco para proteger su patrimonio pero esta se negó diciendo que no podía ayudar a una Administración que está matando gente”, explica. Su equipo, además, no puede trabajar directamente con el actual Gobierno sirio ya que esto no está permitido por la UE ni por España, a raíz de las medidas diplomáticas de presión impuestas al Ejecutivo del presidente Bachar el Asad tras el estallido de la guerra, comenta. “No hay ningún tipo de comunicación y nos es imposible contactar con los gestores”. A este descontrol se añade el que existe en las zonas ocupadas por los rebeldes, donde estos no son capaces de dominar la situación para evitar el saqueo, comenta Sabreen.
Una de las pocas fuentes de información sobre el expolio y la destrucción del patrimonio en Siria las aporta el grupo de Facebook El patrimonio arqueológio sirio en peligro. La página, supuestamente creada por arqueólogos sirios, franceses y españoles, pretende suscitar interés por la destrucción del patrimonio del país. Incluye fotos y vídeos en los que puede verse el bombardeo de monumentos y soldados de uno y otro bando que posan junto a estatuillas de piedra como si fueran trofeos de caza o junto a mosaicos cosidos a balazos. “Yo he confirmado con testigos locales algunos de los daños de los que habla esta web y en general creo que podemos confiar en ella”, opina Sabreen.
El arqueólogo resalta que ambos bandos son culpables del saqueo y la destrucción del patrimonio. “Por una lado los tanques del ejército sirio se han cebado con las ciudades muertas [un lugar al norte del país patrimonio de la humanidad] y por otro los rebeldes pintan banderas y frases como Alá es grande en importantes sitios arqueológicos”, explica.
Su gran temor ahora es que la guerra se enquiste “y pueda durar años”, dice Sabreen. Es algo que ya pasó en Líbano, el país vecino en el que la semana pasada comenzaron combates entre partidarios y detractores de El Asad. ” Esta guerra civil es horrorosa, llevamos ya un año y medio así y por ahora no hay esperanza de que termine”, lamenta Sabreen pensado en las pérdidas humanas en el conflicto. Sobre el patrimonio, apunta: “Esto afecta a la historia del mundo, será un impacto a todas las civilizaciones”, concluye.
La estatuilla siria más buscada por Interpol
El año pasado, un grupo de saqueadores tomó las ruinas sirias de Apamea al asalto. Amenazaron de muerte a los guardas y comenzaron a cavar trincheras de dos metros, taladrar mosaicos e incluso arrancar varios capiteles de columnas, según el estudio de Emma Cunlife, de la Universidad de Durham, encargado por la ONG de protección del patrimonio Global Heritage Found. A finales de mayo de 2012, Interpol alertó a sus 190 países miembros del posible tráfico ilegal de objetos expoliados en Siria durante la guerra, incluidos los mosaicos romanos. La organización también ha incluido en su lista de obras de arte más buscadas una estatuilla aramea de oro robada en julio del Museo de Hama.