¿Qué es la tiroides?
La tiroides es una glándula con forma de mariposa que se sitúa en la base del cuello, por delante de la laringe y justo por debajo del cartílago cricoides.
Es una glándula endocrina, es decir, segrega sustancias hacia el interior del cuerpo, a través de la sangre y la linfa.
Debido a sus funciones, muchos expertos consideran a la tiroides la glándula metabólica.
La glándula tiroides se compone de dos lóbulos (derecho e izquierdo) unidos por un istmo. Cada lóbulo se sitúa a un lado de la tráquea.
Cabe destacar también que justo por detrás de la glándula tiroides se sitúan las paratiroides, cuya función principal es el metabolismo del calcio.
¿Qué es la tiroidectomía? ¿Qué nombre recibe dependiendo de la parte que se extirpa?
Definimos tiroidectomía como la extirpación (-ectomía) total o parcial de la tiroides. Hay que tener especial cuidado con las arterias que irrigan dicha glándula y con el nervio recurrente laríngeo, encargado del movimiento de las cuerdas vocales.
Si la extirpación es total, se denomina tiroidectomía total. Si sólo se extrae la mitad de la glándula, es decir, uno de los lóbulos y el istmo central, se pasa a llamar hemitiroidectomía. Si tras realizar una hemitiroidectomía fuera necesario extraer el resto de la glándula, se llamaría tiroidectomía totalizadora o de compleción.
Sin embargo, si se decide extirpar la totalidad de la glándula exceptuando una pequeña parte (inferior a un gramo), pasa a llamarse tiroidectomía casi total. Este último caso se emplea para dejar en el organismo el nervio recurrente y una de las glándulas paratiroides.
Si extirpamos una cantidad menor a la que queda en el organismo, la llamaremos tiroidectomía subtotal.
¿De qué depende el tipo de tiroidectomía que se practica?
Depende principalmente del cirujano, tanto de su valoración personal de la situación del paciente como de su experiencia a la hora de realizar dicha intervención.
En casos de cáncer diagnosticado, la tiroidectomía debe ser total o casi total, siendo preferible la total. Si la operación es por otras enfermedades o por nódulos que están presentes, se extirpa sólo una parte: hemitiroidectomía o tiroidectomía subtotal.
Es frecuente realizar la tiroidectomía total en casos en los que la glándula no permita la deglución o inhalación debido a su agrandamiento (bocio). También se realiza en personas cuya enfermedad tiroidea no hubiera respondido al tratamiento farmacológico previo y cause algún desorden en la salud del paciente. Se realiza en casos en los que el hipertiroidismo no pueda ser controlado con medicamentos o que se detecte en niños y embarazadas. Es imprescindible en pacientes con tumores cancerosos y no cancerosos.
¿Cómo se realiza?
La tiroidectomía es un tipo de cirugía que se realiza bajo anestesia general. Tras su administración, es el anestesista el que intuba al paciente para proporcionarle la ventilación adecuada durante la intervención.
Cuando la anestesia hizo efecto, el cirujano hace una incisión de 3 a 6 cm en la parte anterior del cuello. Posteriormente, localiza las glándulas paratiroides, los nervios recurrentes laríngeos y las estructuras circundantes a la glándula tiroides.
El siguiente paso es controlar que el suministro de sangre sea correcto e identificar la parte de la glándula que debe ser extirpada.
Tras su extirpación, se sutura o se grapa la incisión y se coloca un apósito recubriéndola y recubriendo al drenaje si lo hubiera.
El resultado estético final se verá entre los 6 a 12 meses tras la operación.
Riesgos de la cirugía
Al ser una intervención en la cual hay numerosas estructuras adyacentes que son delicadas, la mayoría de las complicaciones tienen que ver con el daño de alguna de estas estructuras.
La complicación relacionada con la anestesia general es común en aquellas personas que son obesas, con mala dieta o con hábitos tabáquicos.
El riesgo más lógico será el hipotiroidismo tras la operación. Los pacientes cuya extirpación haya sido total, tendrán que recibir fármacos para suplir la función endocrina de la tiroides. Sin embargo, si el procedimiento se prolonga, se puede dar una subida masiva de los niveles de hormonas tiroideas en sangre.
Otra complicación muy común es la ronquera o disfonía (pérdida de voz) por la afectación de los nervios recurrentes durante el procedimiento. Las personas más susceptibles a esta complicación son las personas con tumores cancerosos o con bocio grande.
Otro riesgo es el hipoparatiroidismo, disminución del funcionamiento de la glándula paratiroides. Este puede darse bien por la herida de alguna de las paratiroides o por la extirpación de alguna de ellas durante la cirugía. El problema asociado a este daño es la hipocalcemia, debido a la disminución de la secreción de calcio por estas glándulas. La hipocalcemia resulta en calambres musculares y espasmos.
La complicación más temida por el cirujano y el paciente es la aparición de sangrado ya que este puede ser difícil de controlar, pudiendo provocar obstrucción en las vías respiratorias si esta sangre va a los pulmones o un hematoma cervical postoperatorio si el sangrado aparece tras la operación.
Por último, la complicación común a cualquiera cirugía es la infección.
Evolución normal
La recuperación es muy rápida. La mayoría de los pacientes operados ya se les da el alta al día siguiente de la operación, rara vez la estancia es de 3 días o más. Para recibir el alta el paciente debió ser capaz de beber agua. El dolor postquirúrgico es mínimo y no suele durar más de 2 días.
La recuperación total de la vida normal es de 2 a 4 semanas.
Para muchos de los pacientes será necesario tomar suplementos hormonales de por vida para suplir la función de la glándula. Aquellos que hayan sido tratados debido a un tumor canceroso, deberán hacer revisiones periódicas con su oncólogo para controlar cualquier recidiva posible.
La expectativa en tiroidectomías parciales es muy buena, el 90-95% de los pacientes recupera la función tiroidea normal.
Mortalidad
La mortalidad por tiroidectomía es nula aunque si se dan casos de mortalidad por tormenta tiroidea.La tormenta tiroidea es una emergencia médica que debe ser tratada lo antes posible. Se caracteriza por fiebre, debilidad y atrofia de los músculos, hepatomegalia (agrandamiento anormal del hígado), agitación, cambios de humor, cambios en el estado mental y en raros casos coma. La incidencia de esta patología en casos de tiroidectomía es baja: del 20 al 30%.