Lo que supuso la caída del muro de Berlín


"El 9 de Noviembre de 1989 es una fecha que ha quedado grabada en la historia. Ese día se anunció oficialmente, en conferencia de prensa, que a partir de la medianoche los alemanes del este podrían cruzar cualquiera de las fronteras de Alemania Democrática (RDA), incluido el Muro de Berlín, sin necesidad de contar con permisos especiales. De inmediato se corrió la voz en ambas partes de la ciudad dividida y mucho antes de la medianoche miles de expectantes berlineses se habían congregado a ambos lados del muro. En el momento esperado, los berlineses del Este, a pie o en automóvil, comenzaron a pasar sin mayor dificultad por el puesto de control. Abundaron las escenas llenas de emoción: abrazos de familiares y amigos que habían estado separados por mucho tiempo, crisis de llanto, rostros que reflejaban incredulidad, brindis con Champaña o cerveza, regalos de bienvenida a los visitantes, flores en los parabrisas de los autos que cruzaban la frontera y en los rifles de los soldados que custodiaban los puestos de vigilancia. A esta primera reacción seguirían otras de carácter político y económico.
Muchos de los visitantes se dirigieron a los barrios elegantes de Berlín Occidental para celebrar su recién adquirida libertad, mientras que miles de berlineses prefirieron escalar el muro y, en muchos casos, armados de cuerdas, picos y cinceles, comenzaron a hacer realidad su sueño de muchos años, el derrumbamiento del muro de Berlín."
Sin embargo, no debe de pensarse que este acontecimiento histórico ocurrió espontáneamente. Muy al contrario, tiene sus antecedentes en innumerables hechos de la vida cotidiana alemana, así como de la política internacional.
Debe señalarse, en primer lugar, que en la Alemania Democrática las organizaciones de oposición como Nuevo Foro, Partido Socialdemócrata y Alternativa Democrática se fortalecían a ritmo acelerado, tanto por el creciente número de sus simpatizantes, como por su habilidad para hacer oír su voz en todos los ámbitos del país, esto significaba una activa participación política de los ciudadanos y, por tanto, constantes demandas de cambios democráticos a los que el gobierno ya no podía prestar oídos sordos.
Así en los primeros días de Noviembre de 1989 ocurrieron manifestaciones masivas y pacificas en ciudades como Berlín del Este, Leipzig, Dresden y Halle en que miles de alemanes alzaron su voz para exigir la dimisión de todo el gabinete en el poder, así como la celebración de elecciones libres y otras reformas.
Por otra parte, los intentos de huir a la República Democrática Alemana, que habían ocurrido desde el momento mismo en que Alemania quedó dividida, a últimas fechas se habían incrementado a un ritmo vertiginoso.
El 2 de mayo de 1989 los soldados húngaros comenzaron a desmantelar las barreras en la frontera con Austria, lo que constituyó la primera apertura al mundo occidental. Los principales beneficiarios fueron los Alemanes del Este, que de pronto podían pasar al mundo occidental a través de Hungría y Austria.
A medida que miles de alemanes del este se internaban en territorio húngaro, se incrementaron las tensiones entre los dos países. El gobierno de Berlín del este exigió a Budapest enviar de regreso a os refugiados, pero los húngaros se negaron y fue así como en tan sólo tres días, a principios de septiembre, 15,000 alemanes del Este pasaron a Alemania Federal. La respuesta del gobierno alemán del Este fue prohibir el paso a Hungría, pero esto solo sirvió para que los alemanes que buscaban escapar se refugiaran en la embajada de Alemania Federal en Checoslovaquia.
Para octubre de 1989 se vio que la revolución en Alemania Democrática era inminente. Comenzó con las marchas en pro de la libertad celebradas en Leipzig. El 9 de Octubre el jefe del partido Comunista ordenó usar toda la fuerza militar disponible para aniquilar las manifestaciones, pero Egon Krenz, el entonces jefe de seguridad, lo convenció de que retirara la orden. Nada impidió que semana tras semana aumentara el número de manifestantes. El 23 de Octubre fueron alrededor de 200,000, y para el 6 de noviembre llegaban a 480,000. Las marchas siempre pacificas se generalizaron por toda Alemania Democrática.
Mijail Gorbachov fue la pieza clave que evitó el derramamiento de sangre. En su visita del 7 de Octubre a Berlín del este, Gorbachov advirtió a los dirigentes que no contarían con el apoyo soviético si usaban la fuerza para suprimir las manifestaciones. Once días después Honecker fue despojado de todos sus cargos y lo sustituyó Egon Krenz, quien de inmediato trató de apaciguar a los manifestantes.
El 27 de Octubre, Krenz promulgó una amnistía para los refugiados invitándolos a regresar al país. Sin embargo, el 3 de Noviembre la RDA autorizó nuevamente a sus ciudadanos a viajar a Checoslovaquia, lo que fue aprovechado por varios miles de ciudadanos para refugiarse en la embajada de Alemania Federal en Praga.
Ante los éxodos masivos y proliferación de manifestaciones de protesta contra el régimen, el día 7 de Noviembre renuncia todo el consejo de ministros, el organismo que regía el destino de la RDA. Dos días después, la frontera que separaba a las dos Alemanias, al igual que el muro de Berlín, pierden su significado, de modo que ya no es necesario rodear a través de otros países como Checoslovaquia, Hungría y Austria.
El movimiento revolucionario de la República Democrática Alemana no fue un fenómeno aislado. Todos los países del bloque socialista experimentaron cambios radicales en un plazo relativamente corto.
Algunas consecuencias de la caída del muro:
La privatización de las empresas estatales del este en favor de los pulpos del oeste fue subsidiada masivamente por el Estado alemán (que se hizo cargo de la deuda externa de la RDA y de las deudas internas y externas de sus empresas), lo que provocó una descomunal emisión monetaria y un crecimiento espectacular del déficit fiscal. El 'costo' de la 'unidad alemana' ascendió a varios cientos de miles de millones de dólares ... que ahora se pretende que paguen los trabajadores del este y del oeste mediante la reducción del seguro al desempleado, de los subsidios familiares y el elevamiento de la edad jubilatoria. Este 'costo', enfatizábamos entonces, "está expresando dos cuestiones fundamentales: de un lado, la falta de pujanza, el envejecimiento o la descomunal crisis del capitalismo mundial; y, del otro lado, los métodos de destrucción económica que inevitablemente ha tenido que imponer para encarar la 'unificación' ... Todo esto importa porque demuestra los límites insalvables de la penetración capitalista en el este, y su tendencia a generalizar las condiciones revolucionarias al este y al oeste de Europa" .
La anexión significó, efectivamente, una enorme destrucción de fuerzas productivas: desaparecieron las dos terceras partes del PBI industrial este alemán y la desocupación trepó más allá del 40% de la población activa. Esta sangría sistemática del este sirvió para que los capitalistas del oeste amasaran enormes beneficios y para que la economía alemana escapara por un tiempo a la recesión ... pero cuando la 'fiesta' de la 'unificación' pasó, dejó al descubierto una crisis capitalista agravada, pero por sobre todo, ha dejado en claro que la unidad alemana sólo puede hacerla la dictadura del proletariado y el socialismo.
La crisis 'oriental' se ha convertido, entonces, en una crisis general; que la gigantesca masa de beneficios provocada por el copamiento (subsidiado) de los mercados orientales y la eliminación (también subsidiada) de los competidores orientales por los grupos occidentales, no haya alcanzado para elevar de una manera decisiva la tasa de beneficio, es una demostración inapelable de la envergadura de la crisis del capitalismo alemán. La política capitalista frente a la crisis apunta a la 'convergencia de los salarios' y a una 'flexibilización radical del mercado del trabajo en toda Alemania'. Esto significa agudizar la competencia entre los trabajadores mediante la eliminación de la estabilidad en el empleo y la introducción de la famosa 'flexibilidad'; la burguesía trata de utilizar el desempleo oriental para forzar la reducción de los salarios y las condiciones de trabajo de los obreros del oeste.
Hoy, más que nunca, cuando la 'guerra social' se desenvuelve cada vez más abiertamente, "no se puede comprender la situación alemana si no se establece la conexión histórica y política que objetivamente existe entre el conjunto de la clase obrera alemana"   
El complejo orden mundial con la caída del muro
Entre 1989 y 1991, el mundo experimentó, en secuencia rápida, una serie de acontecimientos drásticos (la caída del Muro de Berlín, la reunificación de las dos Alemanias, el estallido interno de la Unión Soviética, el término del Pacto de Varsovia y la guerra en la antigua Yugoslavia), que resultó en los siguientes hechos:
Fin de la guerra fría y del mundo bipolar, emergiendo los Estados Unidos como potencia hegemónica. Los Estados Unidos de América reunió 28 naciones aliadas y obtuvo permiso de la O.N.U. para sacar las tropas iraquíes del territorio de Kuwait en caso de que las mismas no se retiraran de sus fronteras antes del 15 de enero de 1991. La Guerra del Golfo duró desde el 16 de enero al 27 de febrero de 1991 con la rendición incondicional de Iraq.
El inicio de las reivindicaciones del Japón y Alemania, grandes potencias económicas, pero alejadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial de las decisiones políticas mundiales. El Japón, al recibir la negativa de Rusia de devolver las islas Curiles, ciertamente reevaluará su estructura militar, hoy limitada al 1% de su PBI por disposición constitucional impuesta por los Estados Unidos durante la ocupación al final de la Segunda Guerra Mundial.
Alemania reivindicó la retirada de las tropas de la OTAN de su territorio, ya que no existe amenaza justificada. Ambos, Japón y Alemania, desean tomar asiento como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. No se justifica tomar parte del "Grupo de los Siete" (líderes de las naciones más industrializadas) si no se tiene la contrapartida del poder político, a través del poder del veto, en el órgano de mayor representación política en el planeta. Tal reivindicación causó el pronunciamiento de los 108 países del Movimiento No-Alineado, reunidos en Indonesia en septiembre de 1992, manifestando preocupación con el ingreso de esas naciones como miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Formación de mega-bloques económicos y políticos. La formación del NAFTA, conformado por los Estados Unidos, Canadá y México, sorprendió a los países de América del Sur pues se constituía otro mega-bloque económico en el eje Norte-Norte. Por ello se concibió la creación del MERCOSUR, del cual formaban parte inicialmente Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y ahora Chile. La posibilidad de formación de nuevos mega-bloques económicos (en el sudeste asiático encabezado por Japón, en el Oriente Medio a través de la identificación islámica, arrastrando las repúblicas islámicas a la ex-URSS y otros) es seria en relación a la perturbación que podría producir en las relaciones internacionales.
Interferencia cada vez mayor de la O.N.U., a través del Consejo de Seguridad, en las querellas regionales con el consecuente aumento del número de tropas y el número de "Peace Keeping Forces" (Fuerzas de Mantenimiento de la Paz).
Se ha observado que las sociedades del primer mundo ya no aceptan con facilidad que sus hijos sean enviados a regiones de conflicto, aumentando así los efectivos de los países en desarrollo, siendo una paradoja la gran presencia de sudamericanos tratando de hacer la paz en tierras europeas.
A la luz de los temas discutidos brevemente arriba, y teniendo en vista las tendencias observadas en estos preludios de la postguerra fría, saco las siguientes conclusiones:
En el campo político: el paso de un mundo bipolar a otro unipolar, de potencia hegemónica global, significa un cambio en la situación inicial de alta confrontación y baja inestabilidad, hacia una situación de baja confrontación y alta inestabilidad en el escenario mundial. En esa nueva situación, los conflictos bélicos regionales, siendo menos apocalípticos en cuanto a la amenaza de la paz mundial.
En el campo económico: el comercio multilateral, que floreció bajo el sistema del mundo bipolar, ahora ha evolucionado hacia la relación entre bloques o regionalismo económico. El concepto de soberanía no prevalece en el mundo de los altos intereses económicos, dado el hecho de que cada Estado ya no tiene la capacidad de sobrevivir sólo, lo cual ha conducido a la aparición de las economías de conjunto.
En el campo militar: la baja observada en los gastos militares durante el final de la guerra fría, en términos mundiales, no habrá de continuar, debiendo volver a aumentar en los próximos años, aunque de manera discreta. A lo largo del tiempo, habrá una reducción drástica de las armas nucleares de largo alcance y destrucción masiva y una implementación de las armas no nucleares de alta tecnología.
En el campo psicosocial: la mayor amenaza a la paz se originará a través de la pobreza, de las discriminaciones étnicas, del nacionalismo exacerbado, del radicalismo religioso, del narcotráfico y de las condiciones del medio ambiente, más que de cuestiones políticas.
Un muro psicológico separa todavía a los alemanes del Este y Oeste, cinco años después de la reunificación
La fusión económica, un éxito 
BERLIN, 2 de octubre (El País).- La Alemania unificada celebrará mañana su quinto aniversario y puede percibir, con orgullo y autosatisfacción, los logros económicos de la unidad, que resultó en este terreno mucho más fácil de lo esperado. Al mismo tiempo, observadores y políticos de todos los colores reconocen que el país se encuentra lejos de lograr la unidad interna en las mentes de los ciudadanos. Un muro, esta vez psicológico, separa todavía a los alemanes del Este y Oeste, y se teme que tardará mucho en desaparecer.
El escritor Stefan Heym publicó un extenso artículo en el periódico Neues Deutschland (Nueva Alemania) sobre la unificación, y resumió con una metáfora afortunada el proceso: "Es como la serpiente que se ha tragado un erizo. El erizo desapareció, pero la serpiente va a tener problemas de digestión".
En el momento de la unificación, cuando la nueva Alemania surgió en medio del júbilo y fuegos artificiales hace cinco años en torno al legendario edificio del Reichstag y la puerta de Brandeburgo, en Berlín, los temores se centraban sobre todo en las repercusiones económicas de la anexión de un país en bancarrota tras el fracaso del llamado "socialismo real". Se temía que un posible "abrazo del oso" de la arruinada RDA arrastrase a la pujante RFA por el camino de la inflación.
Nada de esto ocurrió. Alemania del Este dista todavía bastante de alcanzar los "paisajes florecientes" que prometió en su campaña electoral de 1990 el canciller Helmut Kohl. No obstante, el auge del territorio de la ex RDA no lo puede negar ningún observador de buena fe, y encuentra su expresión palpable en forma de mejora en las autopistas y en todas las estadísticas. No falta quien aventure que, gracias a las nuevas tecnologías y a la calificación de su mano de obra, Alemania del Este podría, al menos en algunas regiones, convertirse en avanzada del progreso en toda Europa.
El salario promedio en el Oeste es de 2,687 marcos (unos 1,800 dólares), y en el Este, 2,044 (unos 1,400 dólares); un 75% de los hogares del Oeste tienen auto y sólo un 67% en el Este. Las diferencias se miden cada vez más en términos cuantitativos, sin que pueda hablarse de una diferencia cualitativa. El ritmo de crecimiento del Este permite aventurar que no tardará en registrarse la equiparación.
Las transferencias del Oeste hacia el Este alcanzan la enorme suma de 150,000 millones de marcos anuales (unos 120,000 millones de dólares). Esto representa unos 10,000 marcos (6,800 dólares) anuales por habitante de la antigua RDA. El delfín de Kohl, el jefe del grupo parlamentario democristiano en el Bundestag, Wolfgang Schuble, escribió en el semanario Die Zeit que se ha conseguido bastante en la aproximación entre los dos sistemas sociales que se fusionaron hace cinco años: "Hemos llegado hasta el límite de lo posible en lo económico y lo político, pero la unidad interna no llega todavía".
La prueba irrefutable de la existencia de esa división alemana, cinco años después de la reunificación, se encuentra en el campo de la política, hasta un extremo que ha dejado perplejos a casi todos. El portavoz del gobierno de Berlín, Michael Butz, comentaba estos días durante un almuerzo con corresponsales extranjeros: "Si alguien nos hubiera dicho hace cinco años que el partido heredero de los antiguos comunistas iba a tener un 20% de votos en el territorio de la dictadura desaparecida, no lo hubiéramos creído".
La unidad alemana todavía no es una realidad -reconoce Gerhard Schroder
Noveno aniversario de la reunificación
BERLIN, 3 de octubre (DPA).- El jefe de gobierno alemán, el socialdemócrata Gerhard Schroder, admitió hoy que la unidad de la sociedad alemana aún está lejos de ser una realidad.
En una acto realizado en la ciudad de Wiesbaden con motivo del noveno aniversario de la reunificación alemana, Schroeder señaló que "si bien es cierto que la frontera entre el Este y el Oeste de Alemania hoy se ha hecho invisible, no se puede decir lo mismo de los límites creados por la diferencia social y económica".
La fiesta oficial de la unidad alemana se celebró este año en Wiesbaden y en ella tomaron parte los principales dirigentes políticos del país. Miles de ciudadanos participaron en los actos de festejo en las calles de la capital del estado federado de Hesse.
También en la capital federal, Berlín, se realizaron festejos populares para celebrar el aniversario de la reunificación.
En Wiesbaden estuvo presente el presidente de la Comisión Europea, el italiano Romano Prodi, quien abogó por una identidad común de los pueblos europeos, "por una ciudadanía europea".
El 3 de octubre es una fecha de agradecimiento a todos los alemanes, manifestó Schroeder en su discurso. "A los habitantes de la entonces Alemania Oriental -dijo- va nuestro agradecimiento por el valor demostrado al enfrentarse a la dictadura, a los de la entonces República Federal por su solidaridad y su ayuda".
"Esa solidaridad demostrada entonces es la que nos seguirá haciendo falta en los próximos años", concluyó el jefe de gobierno. Vicky Galvis. Fuente:  www.monografias.com