Aromas, colores, texturas y sabores describen un buen vino, uno de los placeres de la vida y hasta una ciencia. Cada vez son más los estudiosos del elixir que buscan explorar y maximizar el disfrute de la bebida. Por ello, hay algunas formas que evocan las virtudes en la copa y otras que las matan.
Lo primero que debes saber es que una botella de vino se guarda en posición horizontal y con un ángulo de 12 grados levantada en la parte opuesta al corcho. “Así, los sedimentos, una borra que se produce en el añejamiento, quedan en la panza de la botella y cuando la paras, se van abajo”, describe el sommelier (experto en vino) Rubén Gruñeiro.
Es importante conservarlo en un lugar oscuro, ya que la luz afecta a las cualidades de la bebida. Tampoco debes guardarlo cerca de alimentos o especias, pues a través del corcho, el vino puede absorber olores y aromas diferentes a su esencia. Y ni se te ocurra dejar la botella parada o en un lugar extremadamente seco, porque el corcho puede secarse y agrietarse, lo que permitirá el paso del aire en desmedro de la calidad.
“También afecta la temperatura inconstante. Los cambios bruscos de frío a calor son enemigos de esta bebida. Por ello se almacena en un lugar donde la temperatura no varía”, indica el sommelier Eric Lacoste.
Ahora sí, saca esa botella y comienza a vivir la experiencia. Pero ¿cuál es la manera correcta de abrirla?
“Para quitar el capuchón, es decir, el papel que va sobre el pico de la botella, se corta por el segundo ojal que ya viene marcado, de esa manera se aleja cualquier resto de polvo que pueda caer en el corcho. Luego, con un sacacorchos doméstico perfora el corcho sin atravesarlo y dale ocho vueltas. Tira hacia arriba. Hazlo suavemente, pero con firmeza”, detalla Gruñeiro. Dos giros más y listo.
Es momento de servirlo, pero... ¿en qué tipo de copa? Lo recomendable es una de cristal, que además de conservar sus sabores y aromas, te regala una experiencia visual líquida.
“Debe ser grande, alta y ancha, con espacio para que el vino se mueva y se oxigene. Por eso se sirve solo hasta la línea del Ecuador, vale decir, hasta la parte más ancha de la copa”, indica el experto.
Ojo, es importante que esté limpia y sin marcas, bien lavada con agua caliente y sanitizada. Para ello se usa una solución hecha en casa que contenga 20% de alcohol y 80 de agua.
Considera que el tinto se consume a una temperatura entre los 16 a 19 grados, pero el blanco, entre ocho y 12. Jamás a temperatura ambiente y menos caliente, porque pierde sus atributos y su sabor se vuelve ácido.
Y, ¿si abriste una botella y sobra un poco del jugo de la vid? Toma en cuenta que a los tres días cambia de estructura, por lo que debes conservarlo tapando la botella con un corcho al vacío, para sacar el oxígeno y alargar la vida del vino por una semana.
Eric Lacoste asegura que el vino es una vivencia, es para compartir. Por lo que se lo debe saborear pausadamente, con calma y en un lugar tranquilo, lejos del bullicio y del humo de un cigarro.
Ahora que ya sabes estos secretos, cuéntale los tuyos a tu acompañante.