Diálogo (2º parte)

(Viene del diálogo anterior.)

F: ¿Y dónde queda entonces su analogía con la cuadratura del círculo?
G: Cuando planteé en esta entrada la analogía entre el movimiento del alfil y la cuadratura del círculo, imaginaba un único alfil en un tablero de ajedrez, sin otras piezas presentes. Bajo ésas condiciones, si el alfil es movido según las reglas del ajedrez, nunca podrá pasar de una casilla blanca a una negra.

F: ¿Y eso demuestra que la cuadratura del círculo es imposible?
G: No, definitivamente no lo demuestra. Es sólo una imagen que sirve para ejemplificar la idea de imposibilidad absoluta en Matemática. Es tan imposible lograr la cuadratura del círculo como lo es lograr que el alfil pase de una casilla blanca a una negra (bajo las condiciones que antes describí).

F: Pero sí es posible lograr que el alfil pase de una casilla blanca a una negra en una partida de verdad. ¿No invalida esto su analogía?
G: Al contrario. La cuadratura del círculo pide, dado un círculo, construir un cuadrado que tenga exactamente la misma área, usando solamente una regla no graduada y un compás. Bajo esas condiciones la construcción es absolutamente imposible. Pero sí es posible hacer la construcción si admitimos otros recursos; de la misma forma que el alfil sí puede cambiar de color si agregamos otras complejidades a la situación.

F: ¿Cómo?
G: Por ejemplo, dado el círculo, coloque un hilo alrededor de su borde de modo que ambos, borde e hilo, coincidan perfectamente. Estire luego el hilo de modo que quede como un segmento. Trace el segmento determinado por el hilo. Si el diámetro del círculo mide uno, el segmento medirá pi y a partir de él es muy fácil trazar el cuadrado pedido.

F: Entonces ¿es posible o es imposible lograr la cuadratura del círculo?
G: Es imposible si nos limitamos a usar los recursos que exige el problema clásico (regla no graduada y compás). Pero es posible si admitimos el uso de otros elementos. Por eso, sus extraños ejemplos de partidas en las que el alfil cambia de color, lejos de refutar la analogía, la hacen más completa.

F: Pero usted dice que la analogía no demuestra que la cuadratura es imposible.
G: No, claro que no. La demostración se basa en tres hechos:

1. Partiendo de un segmento unidad sólo se pueden construir (usando regla no graduada y compás) segmentos cuya longitud sea un número algebraico. [No se pueden obtener todos los números algebraicos, pero eso no es importante ahora.]
2. La cuadratura de círculo es posible si y sólo si se puede construir un segmento de longitud pi.
3. Pi no es algebraico.

La combinación de los tres hechos da como resultado ineludible... bueno, lo que ya sabemos: la cuadratura del círculo es imposible.

F: ¿Las demostraciones de esos tres hechos son fáciles de entender?
G: La demostración del hecho (1) no es difícil, sólo requiere saber un poco de geometría elemental. la demostración del hecho (2) es un poco más difícil. La del hecho (3) es bastante más complicada.

F: ¿Y si hubiera un error en la demostración del hecho (3)? (Digo ésa porque es la más difícil.)
G: La demostración ha sido revisada, una y otra vez, por generaciones de matemáticos quienes han ratificado unánimemente su validez.

F: ¿Y si, a pesar de todo, hubiera un error? ¿Un error que se le hubiera pasado por alto a todos los miles de matemáticos que revisaron la demostración?
G: ¿Usted estuvo alguna vez en París?
F: Dígamelo usted, ya que fue usted quien me creó.
G: Bueno. Usted nunca estuvo en París, como yo tampoco.

F: Ya veo, va a preguntarme cómo sé que la Torre Eiffel realmente existe.
G: Exacto. ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo sabe que no hay una conspiración universal para hacernos creer (a quienes nunca estuvimos en París) que existe algo llamado "Torre Eiffel"? ¿Cómo sabe si en realidad en ese lugar de París no hay nada? ¿Cómo sabe si lo que sucede es que cada supuesto visitante de la torre es reclutado para formar parte de esa conspiración y propagar la mentira? ¿Cómo sabe si todas las supuestas fotos de la torre son trucadas? Etcétera, etcétera...

F: No puedo saberlo con certeza.
G: Exacto. En realidad ni siquiera podría saberlo aunque estuviera de pie frente a la torre misma, porque sus sentidos podrían estar siendo engañados. Pero la suposición infinitamente más razonable es que la Torre Eiffel sí existe y que todas las fotografías que la muestran (bueno, digamos que casi todas) representan un objeto real.
F: Supongo que tiene razón.
G: De la misma manera, exactamente de la misma manera, la suposición infinitamente más razonable es que realmente la cuadratura del círculo es imposible, porque generaciones de matemáticos así lo han comprobado. Lo más razonable, lo único razonable, es abandonar todo intento de resolver el problema (usando los método clásicos).
F: Entonces ¿por qué hay gente que lo sigue intentado?
G: No tengo idea.

F: ¿Me permite una última pregunta?
G: Por supuesto.
F: Siguiendo sus palabras...¿De la misma manera, de exactamente la misma manera, la suposición más razonable para mí es aceptar que estoy conversando con usted?
G: Sí, claro.
F: Y sin embargo, yo no existo. Como dije antes, usted me creó. ¿Dónde nos deja eso?
G: Yo le preguntaría qué clase de afirmación es "yo no existo". ¿Quién es el "yo" que afirma que no existe?

¿Fin?

Churros y Corazón


Rinde para aproximadamente una docena de ellos.

En España, se sirven churros para el desayuno con chocolate caliente - no es una mala manera de empezar el día! Importante: Para conseguir que los huevos estén a temperatura ambiente - colóquelos en un recipiente con agua tibia durante unos 3 minutos.

¿Encontrar la felicidad en unos churros...? A veces pensamos que la felicidad depende de que nos llegue una casa, un carro, una persona. La felicidad empieza en ti. Empiezas a tomar decisiones, a ver las cosas claras y a sacar de cada experiencia agradable o no nuevas herramientas y fuerzas para seguir nuevos caminos. Buscar la alegría en las cosas pequeñas y compartirlas es vivir.

Así que busca alguien que se anime a aprender a hacer esta receta contigo. Reclútalo, dale un abrazo y manos a la obra. ¡Será Divertido!

  • 1 taza de agua
  • 1 / 2 barra (4 oz) de mantequilla sin sal
  • 1 / 4 cucharadita de sal
  • 1 / 2 taza de azúcar
  • 1 taza de harina
  • 2 huevos (a temperatura ambiente)
  • 1 1 / 2 tazas de aceite vegetal
  • 3 cucharadas de azúcar
  • 1 cucharadita de canela

En una cacerola mediana, ponga el agua a ebullición a fuego medio-alto. Añadir la mantequilla y
1 / 2 taza de azúcar al agua, y revuelva para disolver el azúcar. Baje el fuego a medio. Cuando la mantequilla se haya derretido y el azúcar se haya disuelto, retirar la sartén del fuego y añadir la harina, revolviendo hasta que se incorpore. Devuelva el recipiente a la estufa, revolviendo constantemente hasta que la masa que la masa forme una bola suave, unos 2 minutos.
Retira la masa y coloca en el recipiente de una batidora. Deje enfriar un poco la masa. Con la pala, empezar a batir la masa a velocidad media. Agregar los huevos y batir durante 3 minutos. La masa quedará suave y brillante.

Mientras tanto, calienta el aceite en una sartén a fuego medio-alto. (El aceite debe estar lo suficientemente caliente para freír, pero no tan caliente que quema.) Vierta la masa en una manga pastelera provista de una punta de estrella medianas o grandes. Derrama un poco del contenido haciendo figuras o palitos el aceite caliente, cortando el extremo del churro con un cuchillo. Suelen caber alrededor de 5 churros en la sartén a la vez. O bien se puede hacer como formas rectas o circulares. Fríelas hasta que estén doradas por un lado, y luego la vuelta y dorar el otro lado, alrededor de 2 minutos por cada lado. Poner sobre un papel toalla y repetir el proceso con la masa restante.

Mezclar el azúcar con 3 cucharadas de canela en un plato poco profundo. Revuelva hasta que se incorpore. Pase los churros en la mezcla para cubrir uniformemente.
Servir con chocolate caliente. Mejor si se consumen calientes o en menos de un par de horas.


Pozo de Siquem
269 - La felicidad empieza en ti. Pensamientos saludables para cada día.
269 - La felicidad empieza en ti. Pensamientos saludables para cada día.
Número: 269
ISBN: 978-84-293-1886-9
Páginas: 248
Formato: 13x20



La felicidad empieza en el interior, en el corazón del ser humano, y consiste en un estado de armonía conmigo mismo, en sentirme agradecido por lo que soy, por este momento único en el que ahora vivo.

«Fíate de lo que sientes en ti mismo. Podrás vivir así momentos de dicha cada vez más intensos. Descubrirás dentro de ti una fuente de sabiduría de la que podrás saciarte cada día. Las palabras de este libro desearían conducirte hasta esa fuente».

Anselm Grün

ANSELM GRÜN es muy conocido por los lectores de esta Editorial. Entre sus últimas publicaciones destacan:Y después de la muerte, ¿qué? El arte de vivir y de morir; La sabiduría del peregrino; ¿Qué debo hacer? Respuestas a las preguntas que plantea la vida; y La experiencia de Dios a través de los sentidos.





LIBRO RECOMENDADÍSIMO: LA FELICIDAD EMPIEZA EN TI. de Anselm Grun



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La felicidad empieza en el interior, en el corazón del ser humano, y consiste en un estado de armonía conmigo mismo, en sentirme agradecido por lo que soy, por este momento único en el que ahora vivo.

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Una película ¿sobre Gödel?


Para seguirla, hay que saber un poquito de inglés.

la tribu de los wikileaks y reglas del Chat ham House.

Un fantasma en las cumbres

No está porque no fue invitado. Y no fue invitado porque está procesado por la justicia sueca y pendiente de la británica sobre su extradición.

El Foro Económico Mundial, que se reúne anualmente a finales de enero en los Alpes Grisones, ha conseguido mantenerse en forma durante 40 años precisamente porque en cada ocasión ha sabido invitar a los personajes más expresivos y decisivos de cada época. Pero esta ausencia no ha mermado la presencia de Wikileaks en los debates davosianos, la controversia sobre la idea de transparencia que tienen los militantes de este tipo de organizaciones y la discusión sobre las consecuencias de las filtraciones en la política, la diplomacia y el periodismo. Al contrario, ha sido un acicate estimulado notablemente por la publicación, justo en los mismos días, de un largo artículo del director del New York Times, Bill Keller, consagrado íntegramente a explicar sus relaciones con Assange.

Dos han sido las mesas redondas directamente dedicadas a Wikileaks, ambas organizadas bajo las llamadas reglas de Chatham House (edificio londinense donde se aloja el Royal Institute of International Affairs), que permiten utilizar el contenido de las conversaciones pero no atribuir conceptos ni citar frases. La primera, una cena moderada por el editor (publisher) del New York Times, Arthur Sulzberger, en la que el gurú de los blogueros Jeff Jarvis solicitó infructuosamente la transparencia total y la anulación de la regla de reserva: lo cuento porque él mismo ya lo ha contado en su blog. Y la segunda, un taller de debate moderado por el periodista británico Nick Gowing, que abrió la sesión exhibiendo ostensiblemente el periódico con el artículo de Keller ante los asistentes: no le cito, meramente explico su gesto. Los títulos de ambas sesiones son suficientemente explícitos: 'Confidencialidad o transparencia: el dilema de Wikileaks' y 'La diplomacia en la era digital'.

Veamos este último tema con un tercer elemento que ha venido a enriquecer el debate, al menos en Davos: el gran filtrador ya no está solo. La filtración de 1.500 documentos de todo tipo (mapas, minutas de conversaciones, powerpoints, protocolos…) sobre las negociaciones entre israelíes y palestinos a la cadena de televisión catarí Al Yazira y al diario británico The Guardian abre muchos interrogantes sobre las valoraciones realizadas por Assange sobre la trascendencia histórica de su labor. Entre los politólogos y diplomáticos presentes en Davos no hay muchas dudas sobre el pecado de exageración en que ha incurrido Assange, de forma que su cablegate puede que sea la mayor filtración de la historia en número, en variedad de los temas y en pluralidad de países afectados, pero no lo es en calibre político e histórico. Muchos son los que piensan que esta filtración palestina es la palada definitiva a un proceso de paz que ya estaba muerto y en todo caso un golpe para Mahmud Abbas del que difícilmente se recuperará.

Recordemos el tweet de Wikileaks en el que anuncia la filtración histórica: “los próximos meses veremos un nuevo mundo, en el que la historia global quedará redefinida”. Algunas valoraciones entran a fondo: no hay cambio alguno en las relaciones internacionales, tampoco en la política exterior estadounidense, y en todo caso sí los hay —y estos de enorme calado— en la forma de conducir la diplomacia y en la comunicación entre los gobiernos y entre estos y los ciudadanos; pero incluso estos cambios son anteriores y más consistentes que una mera filtración, por masiva y trascendental que sea.


Es muy interesante conocer de boca de ministros, secretarios de Estado y embajadores de todo el mundo cómo se comunican actualmente a través de móviles, sms o mensajes de texto; cómo estos nuevos medios influyen en las relaciones internacionales; hasta qué punto rebajan las barreras de seguridad ante el espionaje o la filtración; y, sobre todo, cómo contrasta el nuevo mundo digital con unas estructuras, normas de trabajo y hábitos modelados hace más de un siglo y medio. Es posible que los cables del Departamento de Estado representen un momento decisivo de toma de conciencia sobre este cambio, pero es amplio el consenso respecto a que no significa el momento del cambio mismo.

Junto a las críticas a la exageración en las valoraciones y en las reacciones, hay que notar algo en lo que todo el mundo está de acuerdo, en Davos al menos, sin necesidad de ampulosas declaraciones históricas: las filtraciones han tenido un papel decisivo en el derrocamiento del dictador tunecino Ben Ali y en la ignición de la revolución democrática árabe.

Regresemos ahora al primer tema, el dilema entre confidencialidad y transparencia, junto a la aparición de un nuevo actor, tan activo como Assange, aunque menos misterioso y polémico, como es el disidente y despedido de Wikileaks, Daniel Domscheit-Berg, que ha contado en Davos su proyecto de Openleaks. Domscheit está en el partido de la transparencia, enfrentado al partido del control clásico del poder (accountability).

Los periodistas, en medio, defendemos el derecho a publicar las informaciones relevantes, algo que viene favorecido por la transparencia y contribuye al control del poder; pero con el filtro de la responsabilidad profesional. Sospechamos de la transparencia absoluta, defendida por el partido de la disrupción (eufemismo de moda por la subversión o la revolución de antaño), como de la defensa del secreto oficial por defecto (todo lo que no ha sido autorizado es secreto), defendida por el partido de la confidencialidad. Y sospechamos de quien no quiere aplicarse a sí mismo la transparencia que predica: Wikileaks y Assange, en concreto, como sucede con otras ONG, de otra parte. Domscheit pretende superar este problema con un instrumento para recoger filtraciones que sea neutro y no sometido a caprichos personales. Habrá que esperar y ver.

No termina aquí el debate. Activistas y funcionarios quisieran conceptos cortantes: de transparencia absoluta los primeros o de reglamentación y ordenamientos detallados los segundos. Los intelectuales y los periodistas saben que la vida está hecha de negociaciones y de pactos: hay que optar entre valores y aceptar gradaciones del mal, en vez de la ambición arcangélica que se erige en defensora del bien absoluto. Y más en concreto: unos entienden que estos dilemas sólo afectan a los poderes públicos; otros, el estadounidense Jeff Jarvis por ejemplo, que a quien más afecta es a los consumidores ante las empresas privadas, las que menos practican la transparencia.

Pero nadie como Bill Keller ha contado la actitud de los periodistas, en su extensa y extraordinaria narración sobre sus relaciones con Assange, leída con fruición por los davosianos implicados en el debate. Ahí está todo. Están los criterios y valores del periodismo, y más en concreto del periodismo estadounidense, celoso de la protección constitucional que goza y que lo ha convertido en el mejor del mundo y de la historia. Y ahí está también un nuevo y sabroso retrato de Assange, de imposible resumen en pocas líneas, pero que se sintetiza en su descripción como “un personaje de las intrigas de Stieg Larsson, un hombre que podría aparecer como héroe o villano en una de sus novelas suecas donde se mezclan la contracultura hacker, la conspiración de alto nivel y el sexo como entretenimiento y como violación”.

(Enlace con el artículo de Bill Keller. También The Guardian publicó ayer su propia historia sobre Assange, adelanto de un libro que ya está en el mercado. Este fin de semana el semanario Der Spiegel publica también su versión sobre los tratos con Wikileaks. Anteriormente también lo había contado El País, en un artículo del director.)