El transporte de niños hacia Gran Bretaña desde Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial


Los acontecimientos de la Kristallnacht afectaron a muchas personas fuera de Alemania. La resistencia previa por parte del gobierno británico al ingreso de refugiados judíos se modificó sensiblemente permitiendo el ingreso de niños siempre y cuando un tutor puediera encargarse de ellos. El gobierno, entonces autorizó el programa ‘Transporte de Niños’, que permitió la entrada de niños judíos refugiados en Gran Bretaña, como un destino seguro. 

Aproximadamente 10.000 niños y adolescentes ‘sin acompañamiento” de Alemania, Austria y la antigua Checoslovaquia atravesaron Europa para llegar a Inglaterra. Muchos hermanos y hermanas llevaron a bebés en brazos. No se les otorgaba residencia permanente en el Reino Unido y no se les permitía que sus padres los acompañaran. La iniciativa de los transporte de niños se originó en varios grupos de fe. Los judíos, cuáqueros y cristianos tuvieron un rol de liderazgo. El primer transporte se realizó un mes después de la Kristallnacht y llegó a Inglaterra el 2 de Diciembre de 1938. El último transcurrió dos días después del estallido de la guerra (3 de Septiembre de 1939), que supuso el fin del programa Los niños que ingresaron en Inglaterra como parte del proyecto dejaron a familias y amigos y muchas lágrimas fueron vertidas. La experiencia de abandonar a sus familiares e instalarse en un nuevo hogar fue extremadamente traumática. A esto se le sumaba vivir en un país con un lenguaje y una religión diferente, además de la incapacidad de hablar con familiares una vez que la guerra comenzó. Con todo, debemos considerar a estos niños como privilegiados en un tiempo donde sobrevivir era una tarea casi imposible.

Pétain endureció por iniciativa propia las leyes antijudías


El hallazgo del texto original del estatuto de los judíos aplicado durante la Ocupación prueba la responsabilidad del jefe del régimen de Vichy en la ampliación de las medidas discriminatorias contra los israelitas de Francia. El documento, autenticado, demuestra además que el Estado francés fue en su política antijudía más allá de los que pedían los nazis.
 
El mariscal Philippe Pétain, jefe del gobierno colaboracionista de Vichy, no sólo no fue “un defensor de los judíos”, como lo pintaban algunos, sino que fue más allá de lo que le pedía la Alemania nazi al Estado francés en la política antisemita. Es lo que se desprende de la divulgación, este domingo, del documento original del estatuto de los judíos, establecido en octubre de 1940.

El texto fue entregado recientemente por un donante anónimo al Memorial del Holocausto en París y ha sido autenticado, anunció el domingo Serge Klarsfeld, célebre cazador de nazis y fundador de la Asociación de Hijos e Hijas de Deportados judíos de Francia.
 
“Se trata de un documento que establece el papel decisivo de Pétain en la redacción de ese estatuto y en el sentido más agresivo, revelando de esa manera el profundo antisemitismo" de Pétain, aseguró Klarsfeld.
 
Las anotaciones hechas con un lápiz por el “héroe de Verdún”, como se conocía a Pétain por su desempeño en durante la Primea Guerra, ponen de manifiesto la voluntad personal de ampliar y endurecer la política discriminatoria hacia los judíos que estaba prevista en el borrador.
 
Pétain decide por ejemplo que el estatuto se aplique a todos los judíos, franceses o extranjeros, mientras el texto original salvaba de esta política a “los descendientes de judíos nacidos franceses o naturalizados antes de 1860”. Con una tachadura, el mariscal excluyó a los judíos de la justicia y la docencia, privándolos además de la posibilidad de ejercer cargos electorales. Para que no quedaran dudas del sentido de su iniciativa, pidió que se añadieran en el Diario Oficial las razones de las medidas antijudías.
 
"El principal argumento de los defensores de Pétain era decir que él había protegido a los judíos franceses. Ese argumento cae", sostuvo Klarsfeld.
 
"El estatuto de los judíos es una medida específicamente francesa, espontánea. Los alemanes no pidieron a la Francia de Vichy que adoptase ese estatuto", añadió el abogado.
 
Hasta hoy, los historiadores contaban únicamente con un testimonio que daba cuenta de la responsabilidad de Pétain en el estatuto de los judíos, se trataba del ex canciller de Vichy, Paul Baudoin. El entonces funcionario escribió en un libro publicado en 1946 que en la reunión de dos horas en la que el consejo de ministros discutió la suerte de los israelitas, fue “el mariscal quien se mostró más severo. Insiste en particular para que la justicia y la docencia no contengan ningún judío”.
 
“El testimonio de Baudoin era contundente, pero se lo podía cuestionar. Ahora, tenemos la prueba definitiva de que el estatuto de los judíos es una medida francesa, espontánea. Los alemanes no habían pedido a la Francia de Vichy que adoptara este estatuto. Pero hubo una competencia entre el antisemitismo francés y el antisemitismo alemán”, declaró Klarsfeld.
 
Fuente


El genocidio armenio


El genocidio armenio (en armenio: Հայոց Ցեղասպանություն; en turco: Ermeni Soykırımı), también llamado holocausto armenio o Մեծ Եղեռն (Medz Yeghern, "Gran Crimen"), fue la deportación forzosa y exterminio de un número indeterminado de civiles armenios, calculado aproximadamente entre un millón y medio y dos millones de personas, por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano, desde 1915 hasta 1923. 
Se caracterizó por su brutalidad en las masacres y la utilización de marchas forzadas con las deportaciones en condiciones extremas, que generalmente llevaba a la muerte a muchos de los deportados. Otros grupos étnicos también fueron masacrados por el Imperio otomano durante este período, entre ellos los asirios, los griegos de Ponto y los serbios.[cita requerida] Algunos autores consideran que estos actos son parte de la misma política de exterminio. 
La fecha del comienzo del genocidio se conmemora el 24 de abril de 1915, el día en que las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Estambul; en los días siguientes, la cifra de detenidos ascendió a 600. Posteriormente, una orden del gobierno central estipuló la deportación de toda la población armenia, sin posibilidad de cargar los medios para la subsistencia, y su marcha forzada por cientos de kilómetros, atravesando zonas desérticas, en las que la mayor parte de los deportados pereció víctima del hambre, la sed y las privaciones, a la vez que los sobrevivientes eran robados y violados por los gendarmes que debían protegerlos, a menudo en combinación con bandas de asesinos y bandoleros. 
Aunque la República de Turquía, sucesora del Imperio otomano, no niega que las masacres de civiles armenios ocurrieron, no admite que se trató de un genocidio, arguyendo que las muertes no fueron el resultado de un plan de exterminio masivo, sistemático y premeditado dispuesto por el Estado otomano, sino que se debieron a las luchas interétnicas, las enfermedades y el hambre durante el confuso periodo de la Primera Guerra Mundial. A pesar de esta tesis, casi todos los estudiosos -incluso algunos turcos- opinan que los hechos encajan en la definición actual de genocidio. 
Se lo considera por lo general el primer genocidio sistemático moderno; de hecho, es el segundo caso más estudiado de genocidio, después delHolocausto.6 Hasta la fecha 22 Estados han reconocido oficialmente el genocidio.  

Los armenios en Anatolia

La población armenia en el Imperio otomano 

La mayoría de la población armenia se concentraba en el este del Imperio otomano.
En 1914, antes de estallar la Primera Guerra Mundial, en el Imperio otomano había una importante población armenia, aunque no hay acuerdo en cuanto a las cifras. Según el informe aportado por la comisión armenia al congreso de Berlín, en 1878, la cifra era de 3.000.000.16 Por su parte, las autoridades otomanas mencionaban en 1867 la existencia de una población de 2.400.000 armenios dentro de sus fronteras, si bien tras el Tratado de San Stefano, cuando la "cuestión armenia" empieza a considerarse como un problema para el Imperio, esa cifra se rebajó a totales entre 1.160.000 y 1.300.000. Otras estimaciones oscilan entre 1.325.000 (la cifra más baja) y 2.100.000 (la más elevada). Aunque se concentraba principalmente en el este del Imperio otomano (Armenia Occidental), había también una comunidad armenia considerable en el oeste, especialmente en la capital, Constantinopla (actual Estambul), donde todavía hoy vive la mayoría de los armenios de Turquía.

Situación de la minoría armenia

Los armenios eran tradicionalmente conocidos como Millet-i Sadıka ("Nación leal") por los turcos, puesto que vivían en armonía con los otros grupos étnicos del Imperio, sin conflictos de importancia con la autoridad central, a pesar de las diferencias étnicas y religiosas y de tener menos derechos que los súbditos musulmanes del Imperio, ya que eran considerados dhimmi por las leyes islámicas. 
Dhimmi es el nombre con el que se conoció en la historia del mundo islámico a los judíos y cristianos que vivían en Estados islámicos, y cuya presencia era tolerada, tal y como establece la sharia (ley musulmana), a cambio del pago de ciertos impuestos y de la aceptación de una posición social inferior.
En la práctica, el tratado es inseguro e inestable y condena a una enorme precariedad a los no musulmanes, ya que basta una decisión unilateral de la autoridad islámica y el pacto puede suspenderse en cualquier momento, o imponerse nuevos impuestos de forma arbitraria, o secuestrar a los jefes espirituales de los dhimmis y pedir rescate por ellos, o practicar el devşirme o «impuesto de sangre» (el reclutamiento y conversión forzosa de niños para integrarlos a las tropas), que los sultanes del Imperio otomano practicaron durante tres siglos contra los cristianos de los Balcanes, lo que suponía en principio una franca violación de la dhimmah.
El valor en tribunales musulmanes del testimonio de los dhimmíes era inferior al de los súbditos islámicos, al igual que la indemnización en los casos de venganzas de sangre. Las acusaciones de blasfemia contra los dhimmíes eran habituales y el castigo era la muerte. Como los dhimmi no podían testificar en un tribunal para defenderse, debían obligatoriamente convertirse al Islam para salvar la vida. Existía un severo tabú matrimonial contra los dhimmíes varones, que eran castigados con la muerte si mantenían relaciones sexuales con una mujer musulmana o si se casaban con ella (claro que si la relación- aún forzada: estupro- era provocada por un musulmán a un mujer "no musulmana"- ... la Sharia, "No veía contariedad en este caso"); además existían leyes desiguales en las herencias, las discriminaciones en el vestido, en el uso de animales o en ciertos oficios, entre otras, como la estricta prohibición a los dhimmis de tener servidores musulmanes.
Los cristianos y los judíos tenían que pagar más impuestos para cumplir con su condición de dhimmi. Mientras que los armenios de Constantinopla se beneficiaron del apoyo del Sultán, los que habitaban el territorio histórico de Armenia nunca lo hicieron. Fueron maltratados por los pashás o beys locales y tuvieron que pagar más tributos, impuestos por las tribus kurdas. Los armenios, junto con otros cristianos otomanos, tuvieron que transferir al Sultán algunos de sus hijos varones sanos, que se convertirían en jenízaros, los feroces guerreros utilizadas durante el Imperio otomano en las campañas de Europa.
«La persecución total era rara pero la posibilidad siempre estaba presente. Aun en la mejor de las épocas, los dhimmi podían encontrarse con que, en todos los ámbitos de la vida y fuera cual fuese su posición en la sociedad, se les recordase violentamente cuál era su verdadera condición.

Primeras masacres

Durante la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a difundirse, entre los armenios, movimientos de orientación nacionalista. El Imperio otomano, que había debido aceptar en el Tratado de San Stefano la independencia de Rumania, Serbia y Montenegro, además de la semiindependencia de Bulgaria, quería evitar a toda costa la creación de un Estado armenio, previsiblemente favorable a Rusia, al este de su territorio, en la frontera turco-rusa.

Masacres Hamidianas

Entre 1894 y 1897 se produjeron las llamadas "Masacres hamidianas", llamadas así por el nombre del sultán otomano bajo cuyo mandato se perpetraron, Abdul Hamid II, conocido por esta razón como el "Sultán Rojo". El número de víctimas armenias fue calculado por el etnógrafo William Ramsay en unas 200.000, aunque actualmente muchos señalan como más acertada la cifra de 300.000. El sultán declaró su inquebrantable decisión de seguir una política de severidad y de terror contra los armenios hasta su aniquilamiento. Ordenó evitar absolutamente toda negociación, con el fin de conducirlos a la sublevación, de modo de poder justificar sus medidas finales.
Un vice-cónsul francés declaró que el objetivo del Imperio otomano era "aniquilar gradualmente a los elementos cristianos. dando a los jefes kurdos carta blanca para hacer lo que quisieran, desde enriquecerse de los bienes de los cristianos, hasta satisfacer sus caprichos sexuales, fueran mujeres o niños ...". La peor atrocidad se produjo en Urfa, donde tropas otomanas incendiaron la catedral armenia, en la que 3.000 armenios se habían refugiado, y fusilaron a quien intentara escapar. 
El historiador turco Osman Nuri observó: "La mera mención de la palabra 'reforma' irritaba a Abdul Hamid II, incitando su instinto criminal". En 1897 Abdul Hamid declaró que la cuestión armenia se daba por concluida. El gobierno otomano cerró instituciones y restringió los movimientos políticos de los armenios.
Las matanzas, los abusos y la crueldad turca atrajeron la compasión por los armenios de la prensa europea y americana, que calificó a Hamid como "el gran asesino" y "el Sultán sangriento."

Masacre de Adana

Un contragolpe tuvo lugar el 13 de abril de 1909. Algunos elementos militares del Imperio otomano, con la colaboración de los estudiantes de teología islámica, quisieron devolver el control del país a manos del Sultán y al imperio de la ley islámica. Proliferaron los disturbios y combates entre las fuerzas reaccionarias y las fuerzas de CUP hasta que el CUP fue capaz de sofocar la sublevación y detener a los dirigentes de la oposición.
El movimiento dirigido inicialmente por el naciente gobierno de los Jóvenes Turcos se percibió como un apoyo para sofocar la violencia y restablecer el orden y el gobierno.28 Sin embargo, distintas fuentes afirman que las tropas otomanas tomaron parte en el saqueo de los enclaves armenios de la provincia de Adana. 15.000 a 30.000 armenios fueron asesinados en el curso de la "Masacre de Adana." 

La guerra en Turquía oriental

El Imperio otomano entró en la I Guerra Mundial el 29 de octubre de 1914. A finales de ese año, el gobierno aprobó el servicio militar obligatorio, según el cual todos los hombres adultos menores de 45 años y aptos para las armas debían alistarse en el ejército o pagar un impuesto especial para ser excluidos del servicio militar. A causa de esta ley, la mayoría de los hombres en edad militar fueron alejados de sus casas y quedaron las mujeres, los niños y los ancianos.
El ejército otomano atacó a las fuerzas rusas que rodeaban la ciudad de Kars, en lo que entonces era territorio ruso. En enero de 1915, los turcos fueron derrotados en la batalla de Sarikamis, y las fuerzas rusas comandadas por el general Vorontsov contraatacaron, internándose en territorio turco, en una zona en la que ya se habían producido fricciones interétnicas entre armenios y musulmanes. Se debe tener en cuenta que había también ruso-armenios entre las filas del ejército zarista[cita requerida]). Los rusos tomaron Van en mayo de 1915. En agosto, el ejército ruso se retiró y los turcos reconquistaron la ciudad. En septiembre, Van volvió a ser conquistada por los rusos.
Entre febrero y abril de 1916, las fuerzas rusas, a las órdenes del general Yudenich, se apoderaron de las ciudades de Erzurum y Trabzon. Los turcos, al mando de Abdul Kerim, intentaron recuperar estas ciudades en la ofensiva de verano, pero fueron derrotados, a pesar de los éxitos de Mustafa Kemal. Rusia ganó otra batalla en Erzincan, en julio. Los combates alrededor del lago Van continuaron durante el verano y el otoño, y ciudades como Mush y Bitlis fueron conquistadas y perdidas de nuevo.
En 1917, debido al caos posterior a la revolución rusa, ambos bandos cesaron las operaciones militares en la zona. Los turcos enviaron a la mayoría de sus fuerzas al Sur para combatir a los británicos en Palestina y Mesopotamia. El ejército ruso también fue perdiendo interés lentamente.
A comienzos de 1918, el ejército ruso de la región se había desvanecido prácticamente y las fuerzas turcas recuperaron fácilmente todo el territorio perdido, sobrepasaron las fronteras arrebatando a los británicos Bakú, en el Mar Caspio, en septiembre de 1918. Cuando terminó la guerra, los turcos controlaban sólidamente Anatolia oriental.

El genocidio armenio

Tras su aplastante derrota en la batalla de Sarikamis, Enver Pasha escribió un despacho al obispo armenio de Konia, Mons. Karekin Khatchadurian, con fecha 26 de enero de 1915, en el que elogió la conducta de los soldados armenios bajo su mando en los siguientes términos: "Le solicito presentar a la nación armenia, cuya total devoción al gobierno imperial es bien conocida, la expresión de mi satisfacción y mi reconocimiento". 
El 24 de abril de 1915, cuatro días después del estallido de la revuelta de Van, el gobierno de los Jóvenes Turcos consideró que afrontaba una sublevación popular de corte nacionalista dentro de los límites de su imperio siguiendo el modelo eufemístico de Grecia, Serbia y Bulgaria, y optó por deportar a sectores importantes de la población armenia hacia Anatolia Suroriental . Ese mismo día se ordenó el arresto de 250 intelectuales armenios, que fueron deportados y en su mayoría asesinados en el camino. A esto siguieron poco después -a partir del 11 de junio de 1915- órdenes para la deportación de cientos de miles -tal vez más de un millón34 - de armenios de todas las regiones de Anatolia (excepto zonas de la costa oeste) a Mesopotamia y lo que actualmente es Siria. Muchos fueron a la ciudad siria de Dayr az Zawr y el desierto circundante. El gobierno turco no puso los medios para proteger a los armenios durante su deportación, ni en su lugar de llegada. 
Tras el reclutamiento de la mayoría de los hombres y los arrestos de ciertos intelectuales, tuvieron lugar masacres generalizadas a lo largo de todo el Imperio. En Van, el gobernador Cevdet Bey ordenó a tropas irregulares cometer crímenes para forzar a los armenios a rebelarse y justificar así el cerco de la ciudad por el ejército otomano. Según el mercenario venezolano Rafael de Nogales, que sirvió en el ejército turco, Cevdet Bey mandó asesinar a todos los varones armeniosde la ciudad36 Según los autores turcos, en Van lo que aconteció no fue sino una revuelta armenia y la posterior represión de la misma por las tropas otomanas durante las mismas fechas.
Se calcula que existieron unos 26 campos de concentración para confinar a la población armenia (Dayr az-Zawr, Ra's al-'Ain, Bonzanti, Mamoura, Intili, İslahiye, Radjo, Katma, Karlik, Azaz, Akhterim, Mounboudji, Bab, Tefridje, Lale, Meskene, Sebil, Dipsi, Abouharar, Hamam, Sebka, Marat, Souvar, Hama, Homs y Kahdem), situados cerca de las fronteras con Siria e Irak. Según fuentes armenias algunos de ellos pudieron haber sido únicamente lugares de emplazamiento de fosas comunes y otros lugares de confinamiento donde morían de epidemias e inanición. 
La fuerza de ocupación británica estuvo implicada activamente en la creación de una contrapropaganda en tiempos de guerra (durante la Primera Guerra Mundialel Imperio otomano luchó integrado en la coalición de las "Potencias Centrales", compuesta por Austria-Hungría, Alemania y Bulgaria). Por ejemplo, Eitan Belkind fue un espía británico y un miembro de la Nili (red de espionaje judía que apoyaba a Gran Bretaña frente al Imperio otomano durante la Primera Guerra Mundial), que se infiltró en el ejército otomano como funcionario. Fue destinado a la oficina central de Hamal Paşa. Asegura haber presenciado la incineración de 5.000armenios en tal campo. Según fuentes armenias, entre el 24 y el 25 de abril de 1915 fueron apresadas unas 650 personalidades, escritores, poetas, abogados, médicos, sacerdotes, políticos; luego fueron deportados y asesinados en los meses siguientes. 

Testimonios occidentales acerca del genocidio

En 1918 se publicó serializada en periódicos, y en 1919 en libro, el Relato del embajador Morgenthau, obra de Henry Morgenthau, quien fue embajador de Estados Unidosante el Imperio otomano entre 1913 y 1916. 
El reconocido escritor austríaco Franz Werfel conoció a varios supervivientes del genocidio armenio y plasmó sus relatos en el libro Los cuarenta días del Musa Dagh, que fue publicado en 1933. 
El militar venezolano Rafael de Nogales Méndez, que fue oficial del ejército otomano durante la Primera Guerra Mundial, dejó también testimonio de las masacres en su obra Cuatro años bajo la Media Luna. 
El historiador inglés Arnold J. Toynbee y el jurista, político e historiador británico James Bryce publicaron una obra conocida como El Libro Azul. Este libro incluye relatos de testigos oculares estadounidenses -tanto diplomáticos como misioneros-, alemanes, italianos, daneses, suecos, noruegos, griegos y armenios.

La perspectiva del gobierno turco en relación al genocidio

Turquía rechaza que las muertes acaecidas en 1915 fueran el resultado de un plan organizado por el Estado para eliminar a la población armenia bajo su soberanía, requisito para considerarlo un delito de genocidio, y afirma que el Imperio otomano luchó contra la sublevación en su territorio soberano de la milicia armenia respaldada por el gobierno ruso.
Turquía también critica las semejanzas con el Holocausto indicadas por ciertos sectores, afirmando que, a diferencia de los armenios, la población judía de Alemania y Europa no hizo campaña en pro de una separación ni se rebeló en armas aliándose con potencias extranjeras.[cita requerida] Además señalan el hecho de que la sola mención de un genocidio armenio en cualquier parte del mundo puede encontrarse únicamente con una queja formal de los embajadores turcos,[cita requerida] mientras que la mención de la misma en Turquía puede acarrear la posibilidad de la apertura de un procesamiento judicial, como en el caso del escritor turco y ganador del Premio Nobel Orhan Pamuk. 
El gobierno de Ankara también ha criticado la exigencia del Parlamento Europeo de que Turquía reconozca la existencia del genocidio armenio. En un comunicado difundido por el Ministerio de Exteriores turco, Ankara niega la existencia del genocidio y afirma que "las controversias históricas deben ser evaluadas por los historiadores". 
En marzo de 2005 el primer ministro turco Recep Tayyip Erdoğan invitó a los historiadores turcos, armenios e internacionales para que formaran una comisión que estableciera la verdad de los acontecimientos de 1915. El ministro de Relaciones Exteriores de Armenia, Vartan Oskanian, rechazó la oferta con el argumento de que el estudio conjunto no tenía base. Tras decir que los armenios ya habían declarado los hallazgos de sus historiadores, Oskanian agregó: "Turquía debería argumentar su caso. Los historiadores no tienen nada que hacer". 
Las relaciones entre Turquía y Armenia siguen estancadas. Turquía ha cerrado sus fronteras terrestres con Armenia desde 1994 debido al control armenio de Nagorno-Karabaj. Armenia ha declarado en varias ocasiones que está preparada para establecer las relaciones diplomáticas y abrir la frontera sin condiciones previas, aunque Turquía demanda que abrir sus fronteras demostraría un respaldo a la ocupación armenia de Nagorno-Karabaj e ignorar su conflicto con Azerbaiyán.
El acuerdo firmado el 10 de octubre de 2009 por representantes de los gobiernos turco y armenio en Zúrich (Suiza), en el que se preveía la creación de una comisión mixta de historiadores para realizar "un examen científico imparcial de los archivos y documentación" sobre aquellos sucesos, el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos estados y la apertura de su frontera común, ha sido congelado por el gobierno turco con el pretexto de la cuestión de Nagorno-Karabaj.

El número de víctimas

Existe asimismo un desacuerdo en cuanto al número de muertes. Las fuentes alemanas dieron las mayores estimaciones de bajas armenias durante la guerra, a pesar de que se trataba de los aliados del Imperio otomano. Es posible que el acceso de personal germano en las zonas del exterminio ofreciera mayor certeza en las cifras.
Un informe decía que a fecha de febrero de 1916, un millón y medio de armenios habían sido asesinados.51 Otro informe del 27 de mayo de 1916, proporcionado por Erzberger, director de la Inteligencia de Oficina de Exteriores, daba la misma cifra, al igual que un informe del embajador interino de Alemania en Turquía, Radowitz, fechado el 4 de octubre de 1916. Parece ser que la cifra frecuentemente citada de un millón y medio se originó en esas fuentes alemanas. El comandante alemán Carl F. Endres, que sirvió en el ejército turco, estimó el número de bajas armenias en 1,2 millones. La misma cifra fue mencionada en el juicio de Yozgat, y antes de la sesión de 1984 del Tribunal Permanente de los Pueblos56 y se la menciona con frecuencia en cualquier situación. Historiadores como Justin A. McCarthy, profesor de la Universidad de Louisville o Ömer Turan, quienes niegan el genocidio, ofrecen una perspectiva alternativa sobre la base del estudio de los censos oficiales otomanos para concluir que los armenios que vivían en el Imperio otomano eran menos de 1,5 millones, y que las cifras publicadas relativas a la muerte de un millón de armenios pueden haber sido exageradas en demasía e incluso afirmando que en ese periodo murieron 3 millones de turcos. La posición de McCarthy ha sido duramente criticada por otros historiadores tanto estadounidenses como de otros países. Algunos de sus lecturas y conferencias tuvieron que ser canceladas por amenazas a la seguridad.58 Medios oficiales turcos creen que el número de víctimas puede situarse entre 200.000 y 600.000 [cita requerida].
Por otra parte, los académicos turcos tratan de llamar la atención a las víctimas turcas de la rebelión armenia. Según Prof. Dr. Yusuf Halaçoğlu, expresidente de la Sociedad Turca de Historia (principal institución académica oficial sobre la historia en Turquía), "518 mil turcos han perdido su vida en manos de los rebeldes armenios antés y durante la Primera Guerra Mundial en el Imperio Otomano, 128 mil de éstos, todos civiles, en un año, entre mayo de 1914 y mayo de 1915", fecha en la que empezó el arresto de líderes intelectuales de los armenios en Estambul y se decidió el desplazamiento de parte de la población armenia en el país a zonas lejos de los frentes de guerra con Rusia. Halaçoğlu defiende que los archivos turcos contienen los documentos originales de estos turcos asesinados.

Armenia y el genocidio armenio

Armenia ha participado en un prolongado conflicto étnico-territorial con Azerbaiyán, un Estado turco que se independizó en 1991 después de la caída de la Unión Soviética. Este conflicto tiene la presencia de varios elementos como pogromos, matanzas y limpieza étnica. Algunos observadores internacionales e historiadores han sugerido que Armenia y la diáspora armenia han tratado de efectuar cambios políticos modernos en el conflicto del Cáucaso, por lo que sugiere que este conflicto moderno es una continuación del genocidio armenio. De acuerdo con Thomas Ambrosio, el genocidio armenio proporciona "una reserva de simpatía pública y de legitimidad moral que se traduce en una significativa influencia política ... con la finalidad de obtener el apoyo del Congreso para las políticas antiazeríes." Ambrosio señala que, mientras los armenios lleguen a controlar más de 10% del territorio de Azerbaiyán en el conflicto, gran parte de la retórica del mundo occidental "desviará cargos de irredentismo y culparán por el conflicto de Nagorno-Karabaj a los azeríes."  La retórica que siguió la aparición del conflicto, que se desarrolló en el contexto de varios pogromos de armenios, fue dominada por las referencias al genocidio armenio, incluidos los temores de que sería repetido.

Reconocimiento internacional del genocidio

Como respuesta a la continua negación del genocidio armenio por el gobierno turco, las comunidades en la diáspora armenia han presionado para conseguir su reconocimiento oficial a través de gobiernos de todo el mundo. Veinte países y 42 estados de los EE.UU. han aprobado mediante resoluciones de carácter formal el reconocimiento del genocidio armenio como un acontecimiento histórico.

En general, los historiadores occidentales coinciden en que el genocidio tuvo lugar. Por ejemplo, la "International Association of Genocide Scholars" (Asociación Internacional de Estudiosos del Genocidio), una institución académica fundada en 1994 que incluye cientos de estudiosos de genocidios de todo el mundo, afirma oficialmente la existencia del genocidio armenio.


La legislación antijudía en la Alemania de preguerra. Las leyes de Nüremberg

El antisemitismo y la persecución del los judíos eran principios centrales de la ideología nazi. En 1920, los nazis publicaron un Programa partidario de 25 puntos. En este programa los miembros del partido nazi declararon públicamente su intención de segregar a los judíos de la sociedad “aria” y de abolir sus derechos políticos, legales, y civiles. Poco después de tomar el poder, los lideres nazis empezaron a cumplir su promesa de perseguir los judíos alemanes. La primera ley limitando los derechos de los judíos fué la "Ley de la Restauración de la Administración Publica" promulgada el 7 de abril de 1933. Esta ley decretó que los funcionarios y empleados judíos así como aquellos "políticamente poco confiables" serian excluidos de la administración publica.
La nueva Ley de la Administración Publica fué la primera formulación del así llamado "Párrafo Ario," utilizado después en distintas normas para excluir a los judíos (y por extensión a otros "no arios") de distintas organizaciones, profesiones, y sectores de la vida pública. En abril de 1933, una ley alemana limitó el número de estudiantes judíos en las escuelas y universidades alemanas. Eses mismo mes, otra ley redujo marcadamente la "actividad judía" en las profesiones médicas y legales. Leyes y decretos subsiguientes limitaron el reembolso que podían obtener los médicos judíos del seguro de salud estatal.
En Nuremberg, en la reunión anual del partido celebrada en septiembre de 1935, los lideres nazis anunciaron nuevas leyes institucionalizando muchas de las teorías raciales prevalecientes en la ideología nazi. Estas "Leyes de Nuremberg" excluían a los judíos alemanes de la ciudadanía del Reich, y les prohibía de casarse o tener relaciones sexuales con personas "alemanas o de sangre alemana." Otras normas complementarias los privaron de la mayoría de sus derechos políticos. Los judíos fueron privados del derecho a votar y no podían ser funcionarios públicos.
Las Leyes de Nüremberg no identificaban a un judío como alguien con determinadas creencias religiosas; la primer enmienda a la Leyes de Nuremberg definía en cambio a un judío como cualquier persona que tenía tres o cuatro abuelos judíos, sin importar si esa persona se reconocía a si misma como judía o parte de la comunidad judía. Muchos alemanes que no habían practicado el judaísmo o que no lo habían hecho en años se encontraron en manos del terror nazi. Incluso gente con abuelos judíos que se habían convertido al cristianismo podían ser definidos como judíos.
En las semanas que precedieron y durante los Juegos Olímpicos de invierno y verano de 1936, que se celebraron en Garmisch-Partenkirchen y Berlín respectivamente, el régimen nazi atenuó mucho de su retórica y sus actividades anti-judías públicas. El régimen hasta quitó algunos de los carteles que decían "Los judíos no son bienvenidos" de los lugares públicos. Hitler no quería que las críticas internacionales a su gobierno resultaran en la transferencia de los Juegos Olímpicos a otro país. Tal pérdida hubiera sido un golpe serio al prestigio alemán. Asimismo, los lideres nazis no querían desalentar el turismo internacional y los ingresos que éste podía atraer durante el año de las Olimpíadas.
En 1937 y 1938, las autoridades alemanas intensificaron de nuevo la persecución legislativa de los judíos alemanes. El gobierno se propuso a empobrecer a los judíos y sacarlos de la economía alemana exigiéndoles registrar su propiedad. Aun antes de los Juegos Olímpicos, el gobierno nazi había iniciado la práctica de “arianizar” las empresas judías. La "arianizacion" significaba el despido de los empleados y directores judíos de una compañía y/ o la absorción de las empresas judías por alemanes no judíos que las compraban a precios viles fijados por el gobierno o los oficiales del partido nazi. En 1937 y 1938, el gobierno prohibió a médicos judíos tratar a no judíos, y también revocó las licencias de los abogados judíos.
Después del pogrom de Kristallnacht (la "noche de los vidrios rotos") del 9 al 10 de noviembre de 1938, los lideres nazis intensificaron los esfuerzos de "arianizacion" y reforzaron las medidas para aislar físicamente y segregar a los judíos de sus compatriotas alemanes. se les prohibió a los judíos asistir a las escuelas y universidades públicas, así como a cines, teatros y centros deportivos. En muchas ciudades, se les prohibió a los judíos la entrada a zonas designadas como "arias". Decretos y ordenanzas continuaron expandiendo las limitaciones de los judíos en su vida profesional. Para septiembre de 1938, por ejemplo, los médicos judíos se hallaban efectivamente impedidos de tratar a pacientes "arios".
En agosto de 1938, las autoridades alemanas decretaron que a mas tardar el 1º de enero de 1939, hombres y mujeres judías cuyos nombres fueran de origen "no judío" tenían que agregarles, respectivamente, "Israel" o "Sara". Todos los judíos fueron obligados a portar tarjetas de identidad que indicaran su descendencia judía y, en el otoño de 1938, todos los pasaportes de judíos fueron sellados con la letra "J" para identificarlos. A medida que los líderes nazis aceleraban sus preparativos para la guerra de conquista que planeaban comenzar en Europa, la legislación antisemita en Alemania y Austria preparó el camino hacia una más radical persecución de los judíos.
Las leyes de Nüremberg
Las Leyes de Núremberg (Nürnberger Gesetze en alemán) fueron una serie de leyes de carácter racista y antisemita en la Alemania nazi adoptadas por unanimidad el 15 de septiembre de 1935 durante el séptimo congreso anual del NSDAP (Reichsparteitag) celebrado en la ciudad de Núremberg (Alemania).
Las leyes de Núremberg fueron redactadas por el jurista y político Wilhelm Frick en su cargo de Ministro de Interior del Reich (1933-1943), bajo la anuencia de Adolf Hitler y Julius Streicher como coautor. Frick era un reconocido antisemita y redactó estas leyes que impedían que el colectivo judío se relacionara racialmente con el pueblo alemán.  Estas leyes raciales fueron el comienzo de la discriminación y persecución del colectivo judío en Alemania. 
Dichas leyes no apuntaban a discriminar a la etnia semita debido a sus creencias religiosas propiamente tales (judaísmo) sino que tenían relación con la misma comunidad judía y su objetivo central era evitar mezclas raciales judías con el pueblo alemán.
Quien se encargó de difundir dichas leyes fue precisamente Julius Streicher, estrecho colaborador de Hitler, y su periódico Der Stürmer del cual era propietario, gracias a esta publicación, Streicher ayudó a concientizar a las masas alemanas que el judío era una lacra social insertada en el pueblo alemán y que debía ser "extirpada como un tumor cancerígeno", tal como se explicaba en el libro de Hitler, Mein Kampf. 

Especificaciones 
Wilhelm Frick, autor intelectual de las Leyes de Nüremberg en su celda en 1945.
Las leyes definían a alguien como judío si presentaban las siguientes características:
  • Tener tres abuelos judíos y un abuelo alemán era considerado judío al 100 %.
  • Tener dos abuelos judíos y dos alemanes era considerado mestizo judío al 50 %.
  • Tener un abuelo judío era considerado Mischlinge o mestizo al 25 %.
  • Abrazar la religión judía sin ser judío de nacimiento era considerado judío al 100 % (podían ser pastores católicos, feligreses de sinagogas, etc). 
  • Casarse o mantener relaciones extramatrimoniales con una persona judía era considerado como prohibido y la persona que lo hiciera podía pasar a ser considerada como judío de primer grado, esto estaba penalizado con prisión.
  • Los judíos que se hubieran convertido al cristianismo (luteranos, católicos o protestantes) eran considerados judíos de todos modos por su origen.
Uno de los dos cuerpos de leyes era conocido como "Ley para la protección de la sangre y el honor alemanes". Su principal disposición consistía en la prohibición de toda unión entre alemanes y judíos, ya sea por matrimonio, cohabitación o relación sexual. También prohibía a los judíos contratar doncellas alemanas menores de 45 años y enarbolar la bandera del Reich.
En los Juegos Olímpicos de 1936, el gobierno alemán impidió la participación de judíos en las competiciones aunque fueran destacados en sus especialidades.
Se prohibía a los judíos profesionales ejercer sus profesiones dentro del territorio alemán, también a ejercer el comercio o el ejercicio de oficios menores. Se prohibió a los alemanes tener judíos dentro de su plantilla de personal contratado y si los tenían debían ser despedidos sin más trámite. Las propiedades judías fueron desvalorizadas y vendidas a precios irrisorios a los alemanes.5
El otro cuerpo de ley, conocido como "Ley de la ciudadanía del Reich", establecía una división entre alemanes y judíos, al consagrar a los primeros como "ciudadanos del Reich" y reducir a los segundos a la categoría de "nacionales" sin pertenencia al Reich.
Los gitanos, los negros y los eslavos también fueron considerados como pueblos potencialmente dañinos racialmente y considerados como Untermensch o infra/subhumanos.
Ante la derrota inminente que llegaba con el fin de la guerra, Hitler se suicidó y Streicher fue públicamente ahorcado.
Fuentes
wikipedia

Las leyes antijudías visigodas españolas


El Emperador de la decadente Roma, Constantino, en unión del español Osio, convocaron al Concilio de Nicea (lugar situado en la actual Turquía) en el año 325, en donde fue declarada la divinidad de Cristo, pero Arrio se opuso, pues lo consideró sólo un ser humano y no aceptó el “dogma de la Trinidad”, entonces se le asesinó y estallaron las “guerras arrianas”. Con esta acción de intolerancia nació el nuevo credo con el que se intentó prolongar la vida al imperio romano.
De la antigua Germania y Escandinavia migró el pueblo godo hacia el Mar Negro, en donde, en el siglo IV, el obispo Ulfilas, lo convirtió al arrianismo. Bajo el empuje de los Hunos, esta población se dividió en dos partes: Los Visigodos y los Ostrogodos. Los primeros migraron a Italia y a España y establecieron gobierno en la Península Ibérica e impulsados por el arrianismo atacaron a los cristianos.
El rey visigodo arriano, Leovigildo (año 573), ocupó Carcasona en 586. Su hijo, Recaredo I, gobernó entre los años 586 a 601, el cual continuó la guerra. Pero San Leandro convirtió a Recaredo al catolicismo y éste ataco a sus antiguos aliados en Septimania (587) y en Lusitania (588) y así concluyeron las largas guerras arrianas en España. Recaredo, en el III Concilio de Toledo (589), abjuró del arrianismo, con lo que pretendió crear la unidad cristiana en la naciente España.
Para comprobar que era católico auténtico y ya no era arriano, prohibió a los judíos casarse con mujeres cristianas; los israelitas no podrían obtener cargos públicos que les permitiera tener jurisdicción sobre los cristianos.
Sisebuto –hijo de Recaredo I- (612 a 621), para comprobar ser auténtico católico, pues temía que no le creyeran en vista de que los arrianos no persiguieron a los israelitas, radicalizó su política y promulgó leyes en contra de los judíos, obligando a noventa mil judíos a bautizarse, confiscándoles sus bienes. Además aplastó las rebeliones de astures, rucones y vascones y luchó en contra de los bizantinos. Sisebuto decidió iniciar la persecución y despojó a los florecientes judíos para proveerse de fondos, bajo el pretexto de que los hebreos se atrevieron a establecer en Toledo su centro político, económico, social y cultural y religioso, mereciendo por ello ser torturados para que abjuraran de su credo. No tomó en cuenta que Toledo fue fundada por los judíos, que llegaron a la Península Ibérica a bordo de naves fenicias. Además, ordenó que los hijos de los hebreos fueran separados de sus padres y educados en conventos en el cristianismo. Quedaron anulados los matrimonios mixtos, a menos que el consorte judío admitiese bautizarse. Los judíos que insistiesen en mantenerse como judíos (calificados por ello como relapsos), deberían llevar una Estrella de David en sus ropas, para que la población cristiana los reconociera y se les consideró no aptos para ser testigos, ni para ocupar cargos públicos. Estas exigencias abrieron la compuerta a la corrupción, porque “dádivas quebrantan peñas” (como lo escribió el judío Don Miguel de Cervantes Saavedra en Don Quijote).
Se acentuó la vida del “Pueblo Apartado”. La separación hizo que permanentemente fuesen considerados los judíos como extranjeros.
Sin embargo los judíos estaban muy identificados con Sefarad, (España) e incluso, modificaron la liturgia religiosa practicada al sacar el rollo de la Ley del Hejal Hakódesh (el Arca en donde reposan los Rollos de la Ley de Moisés) y decían: “Pues de Toledo saldrá la Ley…..” en lugar de decir: De Sión saldrá la Ley…”
En el Libro de Abdías, en La Biblia, se hace referencia a los judíos que viven en Sefarad. Los que han escrito sobre el tema, han introducido la duda afirmando que esta cita bíblica se refiere a Sefarda, Siria. Lo cierto es que durante las persecuciones y castigo por ser el Pueblo que mató a Cristo, (pueblo deicida), los sefaraditas alegaron que ellos no vivían en Jerusalén cuando aconteció ese hecho, pues llevaban siglos viviendo en la Península desde la época de Salomón, pero a pesar de ese alegato sufrieron las penas dictadas por deicidas, tanto por los germánicos visigodos, como por los diferentes Concilios Toledanos que posteriormente se celebraron.
El IV Concilio Toledano, (año 633), presidido por san Isidoro, se dedicó a organizar la persecución a los judíos.
El VI Concilio de Toledo, en el año 638, estableció, que no se tolerará vivir en España a ninguno que no sea católico. Además, los reyes al ascender al trono, deberían ratificar solemnemente la legislación antijudía.
El IX Concilio de Toledo, en el año 655, dispuso que los judíos quedarían bajo la autoridad de los obispos, para comprobar que los hebreos celebraran los ritos cristianos y no practicaban ritos judíos.
El XI Concilio de Toledo, a petición del rey Ervigio, estableció, que los jueces civiles, deberían tener un asesor eclesiástico para tratar casos de judíos, con el objeto de que se hiciesen respetar las diferentes leyes antijudías.
El XVI Concilio de Toledo (690), prohibió a los judíos acudir a los muelles a contratar.
El XVII Concilio (694) se pronunció porque “debería protegerse la antigua gloria de la unidad religiosa”. Además, denunció, que los judíos conspiraban poniéndose de acuerdo, con los enemigos del otro lado del mar (los árabes de Africa del Norte) para destruir el cristianismo.
Una parte del judaísmo huyó a otros países, otros fueron a vivir entre la nieve de Los Pirineos y los que se quedaron a vivir en las ciudades, quedaron sujetos al “capitis diminutio máxima, media o mínima”, es decir, obligados a perder derechos de familia, con las consecuencias de orden sucesorio y de familia: Las mujeres casadas perdían su patrimonio y los hijos quedaban al cuidado de familias cristianas (mancipium) y pasaban a ser “alieni juris”) (enfermas mentales). Además si la capitis diminutio era máxima, esto significó esclavitud, con pérdida de ciudadanía y de familia.
Así los visigodos destruyeron plenamente la personalidad jurídica de los judíos. Los acreedores pasaron a apoderarse de los bienes del deudor e incluso éste podía ser vendido como esclavo, hasta satisfacer la deuda. 
La “poderosa” tiranía de los visigodos y de los eclesiásticos, condujo a los judíos a la desesperación. Las germánicas leyes visigodas las revivió Hitler en Alemania nazi y los fascistas mexicanos las pondrán en práctica en México en 2014.
La “fuerza” de la tiranía, en realidad fue debilidad, porque los árabes invadieron España en 711 y nadie pudo contener la invasión, naciendo la España Árabe que vivió hasta enero de 1492. Las represiones a las manifestaciones sociales siempre debilitan al Estado. Se racionalizó echando la culpa a los judíos de los errores de la tiranía, diciendo que ellos abrieron las puertas de España a los árabes. Este sentimiento duró siglos y se avivó mediante el clero en 1492, por ello la expulsión.
Estos antecedentes permiten comprender por qué los españoles fueron tan brutales con su inquisición, quemando vivos a judíos, indios, corsarios y a quienes se opusieron a la dictadura virreinal, muriendo 52 millones de indios en América y esta fiereza llegó a empujar a los judíos de Nueva España y de América a vivir 300 años en cavernas, a construir casas sobre lagos, en selvas, desiertos y en lugares inaccesibles a los inquisidores y a su jauría sedienta de dinero y de sangre y a pesar de todo, el Pueblo Judío sobrevivió manteniendo su Fé en A’.