¿Operación?

¿De dónde viene la palabra operación?

Todos, a lo largo de nuestra vida, hemos oído hablar en algún momento de la palabra operación. Pero para saber lo que significa, primero tenemos que saber de dónde procede esa palabra.
Las operaciones o intervenciones quirúrgicas son parte de la disciplina de la cirugía. Cirugía proviene originariamente de la palabra griega χειρουργία que significaba "trabajo de manos, actuación con las manos". Pero fue en el siglo I a.C. cuando la palabra cirugía llegó a Roma, donde pasó a llamarse chīrurgia.


¿Qué significa?

La RAE define la palabra cirugía como: "la parte de la medicina que tiene por objeto curar las enfermedades por medio de la operación". Por lo tanto, entendemos operación como todo procedimiento quirúrgico que, mediante la utilización de materiales adecuados, tiene un fin reparador, terapéutico o paliativo.
Para que podamos hablar de intervención quirúrgica, en necesario que exista un daño en la continuidad cutánea, es decir, una herida quirúrgica.

¿Cómo clasificamos las intervenciones quirúrgicas?

Las intervenciones quirúrgicas podemos clasificarlas según su localización, su extensión o su propósito.
Según su localización las clasificamos en: externas, si abarcan la piel y las estructuras subyacentes; o en internas si implican un mayor plano de profundidad, aunque no exista cicatriz externa visible. También podemos clasificarlas por la localización dependiendo del sistema al que afecten.
Según su extensión diferenciamos: la cirugía menor, es simple y no suele presentar complicaciones; y la cirugía mayor, es compleja y puede complicarse hasta incluso llegar a producir la muerte.
Según su propósito las intervenciones quirúrgicas se dividen en: curativas, si pretenden eliminar el problema; reparadoras, si se utilizan para reforzar partes afectadas o corregirlas; paliativas, si su fin es calmar los síntomas que provoca la enfermedad, pero sin eliminarla; y cosméticas, si el propósito es mejorar la estética.

¿Estoy en riesgo?

Toda intervención quirúrgica implica un riesgo, pero este puede ser mayor o menor dependiendo de factores como la complejidad del procedimiento, las características del paciente o la localización anatómica de la operación.
Para valorar el riesgo que existe, utilizamos escalas. Las más conocidas y utilizadas son: la clasificaciónb de la ASA (American Society of Anesthesiologists), la clasificación de Mannhein o la PSA (patient, surgery, anesthesia).